Si miramos a nuestro alrededor, veremos que no es fruto de la casualidad que surjan nuevas tropas de jóvenes dispuestos a seguir a Jesús; probablemente haya mucha más gente de la que imaginamos que sigue buscando en un mundo como el de hoy, por eso las palabras del Maestro, “el que busca halla”, tienen también su cumplimiento en la posmodernidad.
Para entender un poco más la situación actual que se vive en nuestro país quizá sería bueno retomar la lectura de textos como los de Isaías y Jeremías; libros que, perteneciendo al pasado, vuelven a ser presente para recordarnos un futuro. El Retorno del Jedi, siendo la última parte de la saga ‘Star Wars', se ha convertido prácticamente en el futuro más obsoleto de la historia gracias a su reciente y “anacrónica” primera parte, La Amenaza Fantasma. De la misma manera, nuestro nuevo presente pasa a quedar obsoleto por nuestro reciente pasado. Y al escribir una nueva historia nos daremos cuenta que no estamos creando sino re-creando.
Los flamantes cambios acerca de lo que está ‘bien' y lo que está ‘mal', la eterna confusión entre lo ‘legal' y lo ‘legítimo'y la discordancia entre lo que se dice y lo que se vive, entran en consonancia con la enorme falta de referente que está abocando a nuestra juventud a una aguda incertidumbre que les afecta en todo lo concerniente a tomar decisiones. Los jóvenes aplazan y aplazan para no tener que decidir y para no tener que enfrentar.
Parece cómico que la sociedad de hoy día y sus altos mandatarios aún se maravillen que una de las principales preocupaciones de algunos jóvenes sea la de obtener el dinero necesario para pasar un buen “finde”, que otros pasen el ocaso fumando porros en los bancos de las plazas y que ahora sean los alumnos quienes riñan a sus profesores.
Quizá sean consecuencias de haberse dejado llevar convencidos por el “dar a sus hijos lo que ellos jamás tuvieron” y así, dieron y dieron, y se hartaron de dar sin escuchar lo que verdaderamente pedían sus descendientes. Si algo deberíamos saber es que, aunque los obsequios calmen la conciencia de quien los da, no aseguran una sonrisa permanente en aquél que los recibe. Desde muy temprana edad, los niños aprenden a distinguir entre un coche y un beso, entre un videojuego y un abrazo, entre un billete y un ‘te quiero', y lo saben porque ellos mismos salieron de un beso, un abrazo y un ‘te quiero'.
A veces nos cuesta entender qué es lo que busca la juventud de hoy en día pero ellos mismos nos lo muestran cada día y no lo sabemos ver, quizá hemos cerrado nuestros ojos y con nuestros oídos hemos oído mucho y escuchado poco, pero en las calles sigue habiendo jóvenes que visten camisetas rojas con la cara de un “Ché” que nunca conocerán, en los mercadillos aún se pueden comprar banderas y estampas del “León” de Jamaica que jamás volverá a entonar un ‘Jamming', y las puertas de los lavabos en las universidades siguen recordando frases de un ‘Mahatma Ghandi' que no ha vuelto a hablar desde que fue enterrado hace sesenta años. Quieren renacer un mito para que grite por ellos lo que sus labios mudos son incapaces de pronunciar, pero el Referente no está entre los muertos sino entre los vivos.
Jóvenes que andan sin rumbo fijo, sin objetivos y sin sueños. Y cuando llegan a sus casas, se encuentran con la desafortunada autoridad de un padre que no es su padre y con una madre que sigue calculando sin éxito cual de sus antiguas parejas le dio más cariño mientras instruye a su hijo de cinco años a ser más comprensivo con el nuevo inquilino. Y piensan: para que ir a la ‘tele' si la Liga ya terminó y ahora es tiempo de jugar los “amistosos”; por eso ahora hay algunos que tocan el balón en Salamanca por unos documentos de una guerra civil que jamás fue ni será juzgada y otros se reparten el campo con sus “manis” y “contra-manis” a favor o en contra de una bandera de colores; y mientras unos van y vienen, los jóvenes siguen buscando un ‘te quiero' noche tras noche y finde tras finde, siendo engañados por polvos mágicos que anestesian sus sentidos y devuelven a sus entrañas emoción por amor y dependencia por fidelidad.
Por todo ello, los jóvenes cristianos decimos que ¡Vamos a luchar hasta el fin! para que el Evangelio avance en éste país, y no por obsesión, sino por amor. Creemos en Jesús porque, a diferencia de todos los demás referentes, Él es el único que nos habla desde la vida y no desde la muerte, porque es el único que aporta una revolución interna desde el corazón y porque ningún otro nos amó tanto como Él, que dio su vida por cada uno de nosotros.
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