Abre los ojos

“No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2ª Corintios 4:18).

¿Qué ves cuando miras a lo lejos en el horizonte? ¿Te quedas estancado en este Mundo material? Pues no sabes lo que te pierdes. De Abraham, leemos que “esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10).

La Palabra de Dios llama a Abraham el padre de la fe (Génesis 15:6, Romanos 4:11-12, Gálatas 3:6-7, Hebreos 6:13-20, Hebreos 11:8-12, Santiago 2:23). Pero muchos actualmente dicen que a menos que lo vean, no lo creerán. Y si no lo dicen, viven con dicha actitud, ignorando lo invisible y siguen con sus vidas tan campantes ignorando esa realidad no perceptible de manera sensorial. Pero que no se pueda percibir por los sentidos no quiere decir que no sea verdad:

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).

Ponte las gafas espirituales por tanto porque si no, el resultado es nefasto. Espero que cuantos más sea posible sigan el ejemplo de Abraham. Dos motivos:

“Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

La fe de Abraham “le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:22-25).

En otras palabras, si crees en Dios, estás dando el primer paso y eso agrada al Señor. Dios tiene el galardón de la vida eterna para quien se arrepiente de sus pecados y confía en la muerte y resurrección de Cristo en su favor. Mira en el horizonte y ve la colina del Calvario donde el Salvador dio Su vida por ti y deja atrás lo que ofende a Dios. Así, y solo así, podrás disfrutar de la misma recompensa que el padre de la fe. ¿Sabes cuál es?

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1).

Por ende, los que no tienen fe, siguen bajo condenación y espero no sea tu caso. Repito: la ausencia de fe en el único que te puede salvar tiene consecuencias nefastas:

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36).