Dios, si estás allí…

Yuri Gagarin fue el astronauta ruso que dijo: “estoy en el espacio y no veo a Dios”.

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Y tenía razón. Pero no hacía falta subir al espacio para descubrir eso. La Biblia dice muy claramente que Dios es invisible: Juan 1:18, Colosenses 1:15, 1ª Timoteo 1:17, 1ª Timoteo 6:16b, 1ª Pedro 1:8, 1ª Juan 4:12.

Por eso entiendo a la gente cuando parte de la premisa de que no se puede ver a Dios. Pero de ahí a afirmar que no existe, es una falacia que te puede costar la eternidad en un sitio al que no quieres ir en absoluto. Es más, acabar allí por contradecir lo que te dice tu conciencia y razonamiento es peor todavía. Lo digo porque la Biblia afirma que, por mucho que no le veas, sabes que Dios existe:

“Lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:19-20).

No estoy diciendo que consecuentemente debieras acudir a una religión. Lejos esté de mí recomendar algo semejante. Lo que si te digo es que Dios existe y quiere una relación personal contigo, no una religión.

Aunque sientas cierto reparo porque no ves a Dios, si puedes tener una relación personal con él. ¿Sabes por qué?

Porque Cristo “es la imagen del Dios invisible” (Colosenses 1:15).

De forma que, como lo leímos en Romanos 1:20, no tienes excusa. Dios quiere estar contigo (Juan 17:24, Apocalipsis 3:20). La pregunta es, ¿quieres tú estar con Él?

Te concedo el beneficio de la duda pero siempre puedes comenzar honestamente diciendo: “Dios, si estás allí”...

No obstante, de la misma forma que solo puedes llamar a una persona marcando el número de teléfono correcto para tenerla al otro lado de la línea, recuerda que tienes que marcar al número de teléfono correcto para dar con Dios: Como lo vimos en Colosenses 1:15, es Cristo. No llegarás al Padre si no es por medio de Él:

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

Fíjate como sigue ese pasaje: “Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:7-9).

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No des palos de ciego buscando a un Dios invisible en el vacío. Recuerda: “Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén” (Romanos 9:5c).

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