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Estamos firmes por la gracia…

Es un misterio, pero no es un acertijo. Es incomprensible pero no es inexplicable.

ENROLADO POR LA GRACIA AUTOR 1053/Joel_Sierra 12 DE OCTUBRE DE 2025 09:30 h
Foto de [link]Rapha Wilde[/link] en Unsplash

…No hay nada más que permanezca. Y al paso de generaciones, sólo la gracia durará. Por gracia estamos en el ministerio y por gracia somos parte de un pueblo nuevo que da testimonio de la multiforme sabiduría de Dios.



Por esta razón yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús a favor de ustedes los gentiles...

Sin duda han oído de la administración de la gracia de Dios que me ha sido conferida en el beneficio de ustedes. Por revelación me fue dado a conocer este misterio, como antes lo he escrito brevemente.
(Efesios 3:1-3 Reina-Valera Actualizada 2015)



 



La importancia del paréntesis



Los paréntesis nos ayudan a subrayar lo importante, a recordar lo básico, a mantener el rumbo y la línea sin perderla ni a derecha ni a izquierda. El texto de la primera mitad del capítulo 3 de Efesios es un gran paréntesis, que se inserta antes de continuar el argumento de la carta en la segunda mitad del capítulo.



¿Y por qué son importantes los paréntesis? A lo largo de la vida es bueno y favorable hacer pausas, abrir un paréntesis antes de seguir adelante en el camino. Un paréntesis nos puede ayudar a enfocar bien qué es lo que queremos, quiénes somos, y qué estamos haciendo aquí.



El paréntesis sirve para subrayar cosas que vale la pena recordar. Señala puntos que deben quedar claro antes de seguir adelante. Sirven para no desviarnos, distraernos ni olvidarnos. El paréntesis nos recuerda quiénes somos y qué estamos haciendo en el mundo. Así funciona este texto de la primera mitad del capítulo 3 de Efesios.



Lo que subraya el paréntesis de Efesios 3 es que en nuestra vida y en nuestra misión, lo más importante es la gracia. Gracia en el liderazgo y gracia en la congregación. Gracia para pastorear y también para ser parte de la iglesia. Gracia en el ministerio de los líderes y gracia en el testimonio misionero del pueblo de Dios.



Se trata de un ingrediente secreto que tiene la receta de Dios. Es un ingrediente que ha estado ahí siempre, pero que Dios lo ha revelado ahora, y del cual dan testimonio fiel sus siervos los profetas y los apóstoles. Es el misterio de la gracia.



Es un misterio, pero no es un acertijo. Es incomprensible pero no es inexplicable. Es una verdad inefable pero no es un secreto escondido para sólo unos cuantos iluminados. Es la actitud con la que Dios se ha relacionado con su mundo por medio de Cristo Jesús el Señor. Es la gracia de Dios para bendecir a todas las familias de la tierra, y que se ha manifestado nítidamente en JesuCristo. Por Cristo hay gracia en la tarea del ministerio y también en la misión de toda la iglesia.



 



Apóstoles y profetas



Por tanto, leyéndolo, podrán entender cuál es mi comprensión en el misterio de Cristo. En otras generaciones no se dio a conocer este misterio a los hijos de los hombres, como ha sido revelado ahora a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu… (Efesios 3:4-5 RVA 2015)



Con Dios todo es gracia. Eso es lo que hay que recordar. Lo que somos es por gracia, y también lo que hacemos en nuestro trabajo para Dios. Para los líderes, pastores, misioneros, siervos y siervas del reino que obedecen a un llamado especial, la gracia es indispensable para realizar su tarea. Lo primero que notamos es que el liderazgo cristiano está marcado por el sufrimiento. Toda la sección comienza y termina con referencias al encarcelamiento injusto de Pablo. Para empezar, la gracia en el liderazgo es necesaria para saber sufrir. A quien le interese el ministerio, la predicación o el liderazgo cristiano en la iglesia o en organizaciones para-eclesiásticas, debe saber que hay que aprender a sufrir, con gracia. El llamado al ministerio es una invitación al sufrimiento. Es parte del paquete. Y se requiere de manera indispensable contar con la gracia de Dios, para que este sufrimiento no se convierta en chantaje o manipulación. Pablo aquí asume su sufrimiento con gracia y no lo convierte en chantaje. Más bien se nota una gratitud por la experiencia de prisión.



El “misterio de Cristo” al que se refiere Pablo no es una invención suya, ni algo que solamente se le haya revelado a él de manera única, individual y privada. Más bien es algo que fue revelado a apóstoles y profetas. Esta frase “apóstoles y profetas” es el tecnicismo que enmarca a los grandes testigos bíblicos de la revelación de Dios. Es otra forma de referirse a los dos testamentos: Nuevo y Antiguo (o menos Nuevo), que concuerdan en esta buena nueva de parte de Dios: Que Dios quiere redimir al mundo entero y lo ha hecho por medio de la obra de reconciliación de todos los pueblos que efectuó en Cristo Jesús, el Señor.



Es lo que Dios prometió en sus tratos con el profeta Abraham (Gén 12:3), que todas las familias de la tierra participarían en su bendición. También el profeta Isaías (49:6) anunció que el Mesías sería la luz a los gentiles. Sofonías (3:9) declaró que Dios daría un lenguaje puro a todos los pueblos para invocarlo y servirlo de común acuerdo. Joel (2:28) profetizó que el Espíritu Santo se derramaría sobre toda la gente, sin distinción de origen étnico. Amós (9:11) dice que la restauración del tabernáculo caído de David incluye a todos los pueblos sobre los cuales es invocado el nombre del Señor. Y todo el libro del profeta Jonás es una sinfonía del amor de Dios por los gentiles, y su intención de bendecir, reconciliar y redimir más allá de las fronteras del pueblo judío. Y los apóstoles del Nuevo Testamento también repiten esta gran verdad: Dios ha abierto las puertas de su casa para invitar a todo aquel que en él cree a entrar confiadamente ante su trono.



 



Gracia para el más insignificante



De este evangelio llegué a ser servidor. Este fue el regalo que Dios me dio por su gracia, conforme a su poder eficaz. Aunque soy el más insignificante de todos los santos, recibí esta gracia de predicar a las naciones las incalculables riquezas de Cristo… (Efesios 3:7-8 Nueva Versión Internacional)



El liderazgo cristiano realiza su tarea en la gracia de Dios. Se requiere de una gracia especial para asumir el sufrimiento inherente que viene con el ministerio, y no utilizar los sufrimientos del ministerio para chantajear a la iglesia, sino vivir con gratitud por la bendición de servir al reino, con todo y sus sufrimientos. La gracia es indispensable para vivir los sufrimientos del liderazgo.



También se requiere la gracia para realizar la tarea de predicar. Pablo se considera el más insignificante de todos los creyentes. Es el más insignificante para dar un mensaje que Dios el Espíritu Santo encomendó a profetas y apóstoles. Es algo de lo que han venido hablando los profetas del Antiguo Testamento y los apóstoles que dan testimonio de Cristo: Que Dios invita a todo ser humano –independientemente de su origen étnico—a formar parte de su familia por la fe en Cristo Jesús el Señor. 



Es impactante que Pablo no se considera el más insignificante de los profetas o de los apóstoles, sino de los creyentes—es decir, de los soldados rasos del ejército del Señor. No habla de ser el menor de todos los líderes, de los pastores, de los dirigentes, o de los de la mesa directiva. Habla de ser el más insignificante de los infantes de a pie.



Es por gracia de Dios que tenemos la tarea de predicar. La predicación, la enseñanza, la tarea de tener la palabra de Dios en la boca y proclamarla es un don inmerecido de la gracia de Dios. Toda tarea pastoral debe ser realizada con la actitud de haber recibido un regalo inmerecido de parte de Dios. Llegar a ser servidores del evangelio es la mayor aspiración que hay en la vida.



¡Qué terrible que en la historia del cristianismo la iglesia haya sucumbido a la tentación del poder y de la influencia del dinero! ¡Qué caída tan estrepitosa la que representó el edicto de Tesalónica en el año 380! El cristianismo se promulgó desde el poder, por decreto. La fe cristiana se convirtió en la religión oficial. Fue el nacimiento de la iglesia católico-romana. Ahí la iglesia renunció a realizar su ministerio desde la gracia y por medio de la gracia, y puso su corazón en la influencia del poder y en la violencia de la policía y del ejército, y con el dinero de los impuestos y tributos del pueblo comenzó a pagársele a los pastores y obispos. Se desvirtuó el ministerio cristiano. Más bien, en el ministerio todo debe realizarse desde la gracia y sólo por medio de la gracia, y no desde el poder ni desde posiciones de privilegio.



 



Coherederos



 …que los gentiles son, junto con Israel, beneficiarios de la misma herencia, miembros de un mismo cuerpo y participantes igualmente de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio. …y de hacer entender a todos la realización del plan de Dios, el misterio que desde los tiempos eternos se mantuvo oculto en Dios, creador de todas las cosas. (Efesios 3:6, 9 NVI)



El paréntesis de Efesios 3 subraya el lugar central de la gracia en el liderazgo y en la congregación cristiana. Gracia para llevar a cabo el ministerio y para la existencia y misión de la iglesia. Es trágico cuando la iglesia deja de basar su existencia y misión en la gracia de Dios y pone su confianza en las riquezas, porque requiere del uso de algún tipo de violencia (guardia nacional o policía) para asegurar esas riquezas, que en un sistema injusto siempre son –de alguna manera—producto de saqueo y rapiña a los más pobres (Salmo 62:11).



Desde los días del Nuevo Testamento, hubo quienes enseñaban que la cultura judía está más cerca de Dios que otras culturas, y que teníamos que hacernos judíos para poder conocer la salvación de Dios. Pero esa cuestión quedó aclarada en el concilio de Jerusalén (Hechos 15). Junto con Israel, los gentiles somos coherederos de la promesa de salvación –SOLAMENTE EN CRISTO.



En la comunión cristiana, la gracia se vive como libre acceso a Dios. El libre acceso a Dios no es una característica inherente de la humanidad, ni es un derecho humano, sino que es una victoria ganada por la obra de Cristo y ofrecida por gracia a todo aquel que cree, independientemente de su origen étnico. Es lo que anunciaron los profetas y es la realidad que predicó el Señor Jesús. Gracias a lo que Cristo hizo por el mundo ya no es necesario guardar ciertas prescripciones rituales para acercarse a Dios: sacrificar una oveja, traer una ofrenda, cumplir una manda, recorrer cierta distancia de rodillas, flagelarse la espalda o mortificarse la carne. Tenemos libre acceso a Dios gracias a lo que Cristo hizo por nosotros. Todos somos coherederos de la promesa en Cristo Jesús.



Cristo murió la muerte de los pecadores para que los pecadores (judíos y gentiles) seamos perdonados. Cristo asumió la etiqueta de maldito para que los malditos pudiéramos ser justificados. Cristo llevó en sí las enfermedades y dolencias del mundo para que el mundo enfermo y doliente pudiera vivir en salud y libertad. Cristo expulsó demonios para que se acabe –de una vez y para siempre—la actitud de demonizar al otro, para que terminen ya las acusaciones mutuas. Tanto unos como otros, sin distinción de raza, somos coherederos y podemos acercarnos a Dios confiadamente gracias a Cristo. Este es el plan de Dios, el misterio oculto en Dios desde el principio. La inclusión de los gentiles en la bendición de Abraham no es una improvisación de último momento, ni es el resultado del rechazo de los judíos a su mesías Jesús, sino que es el plan original del creador desde el principio.



 



Testimonio de la sabiduría de Dios



…para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor… (Efesios 3:10-11 Reina-Valera 60)



El ministerio está basado en la gracia, para enfrentar el sufrimiento y para la tarea de proclamar la buena noticia. Así mismo, la pertenencia al pueblo de Dios es por gracia. Y el testimonio que damos a toda la creación también es obra de la gracia de Dios en la iglesia. Damos testimonio a la naturaleza, a los seres humanos, y también damos testimonio a las potestades. La pertenencia y la participación en la misión de la iglesia es algo que se basa en la gracia y no en privilegios de abolengo de ningún tipo. Se funda en la renuncia al poder y da testimonio a los poderes. El testimonio a las potestades es la dimensión ética de nuestra misión.



Es muy común confundir las potestades con los demonios. Sin embargo, de ninguna manera se trata de lo mismo, porque en Colosenses 2:10 dice que Cristo Jesús es “cabeza de todo principado y potestad”. El Señor Jesús no es cabeza de demonios. ¿Entonces qué son las potestades? En el hermoso himno sobre Cristo que aparece en Colosenses 1 (por cierto, desde las páginas del Nuevo Testamento los cristianos hemos cantado himnos a Cristo, reconociéndolo como nuestro Dios) dice que las potestades fueron creadas por medio de Cristo y para Cristo (v. 16). De manera que los principados y potestades forman parte de la creación. Tienen la función de mantener al mundo en un cierto orden: que sea mundo y no caos. Son creaturas de Dios, hechas por Cristo Jesús y para Cristo Jesús. Pero –por instigación del diablo—dejan de cumplir su función y se rebelan en contra de Cristo. Se convierten en huestes espirituales de maldad (Efesios 6:12).



Por ejemplo, la economía es una potestad. El dinero es necesario para resguardar un cierto orden en el mundo. Cuando el dinero está sujeto a la soberanía de Cristo, cumple su buena función en el mundo. Sin embargo, por las mentiras del diablo, la economía se convierte en una fuerza de oscuridad, en un ídolo monstruoso, que destruye la vida de la gente y convierte al buen mundo de Dios en un caos terrible. Eso ocurre cuando el ser humano, por amor al dinero, abandona a sus seres queridos, y vende hasta a su madre, esposa o hijos. Esa es una potestad en rebelión, un enemigo del reino de Dios, contra la cual hay que luchar una batalla espiritual. La lucha contra las potestades se realiza sólo aplicando la victoria ganada por JesuCristo en la cruz (Colosenses 2:15). Clavado en la cruz, el Señor Jesús triunfó sobre las potestades y las sometió de nuevo a estar en el lugar que les corresponde, como servidoras de Dios y del mundo que Dios creó. Sólo por el evangelio de la cruz de Cristo, estas potestades vuelven a realizar la buena función que Dios les había otorgado desde la creación. En el evangelio de la cruz es donde se pueden ubicar correctamente todos los poderes: el dinero, el sexo, el trabajo, la familia, la religión, etcétera.



 



Todo es por gracia



En él, mediante la fe, disfrutamos de libertad y confianza para acercarnos a Dios. Así que les pido que no se desanimen a causa de lo que sufro por ustedes, ya que estos sufrimientos míos son para ustedes un honor. (Efesios 3:12-13 Nueva Versión Internacional)



Cuando la iglesia fundamenta su existencia y su misión en la gracia del Hijo, tiene la confianza de acercarse al Padre por medio del Espíritu. Y el testimonio de la sabiduría de Dios se proclama a todas las potestades.



Gracias a la cruz de Cristo, el machismo –que es un terrible monstruo que destruye sociedades, familias y corazones, puede volver a convertirse en masculinidad sana. Hay una gran diferencia entre una cosa y la otra. Los hombres tenemos que saber qué significa ser varón, sin ser machos. Alejados de Cristo, la masculinidad puede llegar a ser machismo: guerra, violencia y opresión en contra de la mujer. Pero por la cruz del Señor Jesús, esa potestad se sujeta y se convierte en masculinidad sana.



El racismo produce pesadillas de odio hacia algún grupo humano. Es un ídolo horrible que sólo trae caos y destrucción. ¿A dónde vamos a parar si seguimos la senda del racismo? Pero por la cruz de Cristo, el racismo se transforma y se convierte en verdadera dignidad humana. Es bueno tener una nacionalidad. Es bueno pertenecer a una familia humana. No podemos negar nuestra identidad étnica o nacional. Pero esa identidad sólo sirve para darnos dignidad humana, y no para hacernos racistas contra quienes no tienen nuestra misma identidad nacional. Aun a los asesinos racistas se les puede ver como hermanos, y no como nada menos que seres humanos, dignos. Especialmente, objetos del perdón y de la sangre que se derramó en la cruz también por ellos.



El clasismo, que también convierte las sociedades humanas en malas noticias —que hace que unos piensen que son mejores sólo porque tienen más dinero—gracias a lo que Cristo hizo en la cruz se convierte en una comunión generosa entre ricos y pobres. La lucha de clases es desenmascarada como una patraña ideológica. Esas clases sociales que debieran estar en una supuesta lucha se pueden abrazar y hacerse hermanos que comparten la misma mesa bajo la cruz de Cristo. Se esperan unos a otros y comparten la Cena del Señor en comunión que discierne el cuerpo de Cristo, porque comparten las mismas esperanzas y alegrías, las mismas pruebas y la misma fe.



Señor, gracias por los paréntesis. Porque nos invitan a subrayar lo más importante, antes de seguir adelante. Antes de comenzar un nuevo ciclo en la vida, hacemos una pausa para recordar lo más importante: Que lo que somos y hacemos es todo por tu gracia. Amén.


 

 


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