Reforma de la Iglesia, contra los bulos y las bulas

Aquí seguimos, acurrucados por la mano de quien protege con su mano. Nadie nos quitará de esas manos. ¿Quién nos quitará del amor de Dios? Nos dice nuestro Pablo. No sabemos muy bien qué hacer, no tenemos manuales de evangelización, ni de santidad, ni de ser esposos, hijos… “conforme a la Biblia”. Pero tenemos el deber y privilegio de ladrar. Lo peor de lo peor es ser un perro mudo, que así lo dice nuestro profeta. Y ladramos cuando vemos que se propagan cosas como si fueran de nuestro Señor, cuando son de su enemigo.

Estaba precisamente mirando algunas notas sobre la santidad y la santificación (donde más ocupa el enemigo de nuestro Señor su lugar), y no tuve más remedio que ladrar, pues habían puesto a las tumbas de los santos ocupando un lugar que quita el de la cruz del Redentor. ¡Incluso la misma cruz se ha convertido en reliquia! ¡La corrupción de los santos se emplea para santificar a los santos vivos!

Ya lo he dicho. Soy pesado, vale. Pero esas corrupciones no son producidas por el papado, sino que este es el resultado y efecto de las mismas. Quítalas, y ya no es. El problema gordo (¡qué menos que ladrar!) es que el discurso evangélico de santificación, en muchos, muchos, casos, es semejante al de esos que crean las reliquias y santos. Día, hora, y sitio, y lo discutimos en público. Con datos.

Por ejemplo. Jerónimo, escribiendo a Marcela (¿cómo no iba a ser santa esta santa matrona si vivió su cuerpo en santidad sexual, que seguramente es la mejor santidad del mercado?) le indica el código de conducta sexual (la señora era viuda), la controla a cada paso con lo que él, en su condición de monje, entiende que es el camino de santidad. La mete en un monasterio, con sus horas contadas y cantadas, en su propia casa. Ése era el modelo. (Un historiador de lectura pone que “compuso un mapa con una nueva topografía moral.”) -La pobre reina de Castilla, Juana, parece que en su secuestro tenía entre sus libros las cartas de Jerónimo, por si le faltaba algo-.

A ver, si no, el parecido de estas predicaciones y predicciones sobre el declive moral, y sus soluciones. Sin leer a Jerónimo, supongo, lo ponen en los púlpitos. La ciudad es nido de víboras, el diablo está por todos lados. (Especialmente, y no es broma, cuando ha sido expulsado del desierto por los eremitas y monjes. El desierto es una ciudad santa, de monjes y monasterios, no es broma, que lo dijo Atanasio, y la ciudad es un desierto moral donde se han desplazado y viven los demonios. Como ahora. Las calles y plazas son trampas para los virtuosos. ¡Donde se ponga un buen monasterio! La manera de redimirla y sostener de su declive moral/sexual es llenarla de monasterios. Esta es la cristiandad antigua, fundamento del papado. Repetido. El monasterio es lo más de lo más como medio santificador; incluso las iglesias no se le pueden comparar. Vale que allí se hacen las liturgias, al final, como en los monasterios, pero, y no es broma, podían ser sitios muy peligrosos, ¡pues las gentes están reunidas y pueden tocarse! Y no te digo en las vigilias, juntos ¡y de noche, a la luz de unas velas!

Este Jerónimo proponía esas infamias como si fuesen la enseñanza de la sana doctrina (lo mismito que hacen hoy los que lo hacen), mientras comentaba libros de la Biblia y realizaba su célebre traducción. También tuvo tiempo, primero de escribir alguna carta, y luego todo un libro, contra Vigilancio. Le dice de todo menos bonito. El bueno de Vigilancio (cercano a nosotros) había propagado que la veneración de reliquias y santos no era conforme al texto de la Escritura, y la iglesia con ello se estaba corrompiendo. Además, ¿quién había decidido que los santos y mártires querían estar donde los habían colocado? Por supuesto, eso de que la castidad supera a la condición de casados es una maldad tremenda. [Vigilancio, Elvidio -también con hache- y Joviano son personajes notables, contrarios al modelo que ya imperaba.]

Los bulos del poder de las reliquias para salvar, o ayudar en el camino y ante el tribunal eterno, y de proteger en el tiempo presente son mentiras gordísimas. El padre de Mentira es su mentor. (Esas reliquias y santos, también pueden ser violentos contra los enemigos de las reliquias y santos. A nada que te descuides uno de esos santos se pone delante y conduce una cruzada. Mira los bulos de nuestro suelo.) La sociedad cristiana de la cristiandad se asienta sobre esos huesos de muertos. No es broma, sus templos y modelos sociales son cementerios. (Aviso sobre un bulo de bulto. El que dice que la noble cristiandad se reunía cuando las persecuciones en las catacumbas de Roma enfrentándose valientemente contra el Imperio. Pasa con otras cosas de las persecuciones. No. Eso lo ha pintado el papado. Hay muy buenos estudios. En las catacumbas se celebraba a los muertos. Allí no había culto ni liturgia, excepto culto a los muertos. Eso era normal y no pasaba nada. Se nota que algunos cristianos, seguramente pudientes, se podían enterrar al lado de algún mártir o reliquia. Las catacumbas eran ejemplo de la corrupción de la cristiandad, no de su ejemplo y valor contra el Imperio. Siguieron igual cuando el Imperio trajo la paz de la iglesia.) Cerrado el aviso.

Esa condición de corrupción fue la que condicionó el modelo de algo fundamental: la ciudad.

El poder y autoridad del obispo de una ciudad, y por ello, la proyección de la propia ciudad dependían de sus reliquias. (Para construir Constantinopla, la nueva Roma, se llevaron varias de gente importante. Bulos, pero eso es lo que había, y con ello se construyó la cristiandad.) Parece (existen muy buenos estudios) que en la zona oriental del Imperio, las reliquias y el obispo no estaban a la par en su expresión de poder y autoridad, -también riqueza-, como en Occidente, pero la ciudad se asentaba igualmente en su reliquia, su santo protector. La ciudad le pertenecía. Era su patrimonio. Y como pater familia tenía su autoridad y poder sobre ella y sus habitantes. (Su poder proviene de estar cerca, ser amigo, del emperador, el pantocrator, a donde ha llegado por sus méritos.) Un desastre, pero es lo que tenemos. Y de ahí salen los modelos de santidad. Un desastre.

Ese modelo de ciudad moldea la idea de España. ¡Un bulo tan grande como un imperio! Los santos patronos, sus dueños, reconquistaron sus ciudades a los moros. Santa cruzada. Un cementerio donde no hay descanso, solo guerra y violencia contra los que no quieren ser propiedad de nadie. Y esto propuesto desde las elites más cultas a las masas más ignorantes. Así seguimos. Por eso aquí ladramos un poco por eso de la necesidad de Reforma. ¡Los réditos que los huesos de santos han dado!

La ciudad en la Reforma ha sido librada de sus “patronos propietarios”. Todo un mundo nuevo. Eso supone otra manera de ver las cosas. Produce otra sociedad. Por eso ladramos en nuestro grupito.

(En esas ciudades, que no son “patrimonio” de ningún santo o sinvergüenza, cuando viene una catástrofe, sus ciudadanos y dirigentes se ponen el mono, sin ninguna sigla, pues esos monos de trabajo están para trabajar. Y todos ponen sus dones y bienes para el bien de la comunidad, pues de ella es, ya que así lo ha dispuesto el Creador. Somos cristianos. Una ciudad con su patrón de quien es patrimonio, y hay tantos que la toman como su patrimonio por tener el santo con ellos, o lo que lo sustituya, estará llena de sus cimientos: bulos. Las de la Reforma fueron otra cosa. Si se quiere ver. A ladrar, que los de la “reforma” ahora quieren hacer santos patronos.)