La voz de la conciencia

El apóstol Pablo se refirió al argumento moral al escribir: “Porque cuando los gentiles, que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos.” (Ro. 2:14-15). Por tanto, ningún ser humano tiene excusa para obrar mal ya que todos llevamos escrito en el corazón aquello que es ético y moral. Este razonamiento ha sido expuesto de diferentes maneras a lo largo de la historia. Una de las últimas se debe al conocido autor cristiano C. S. Lewis en su libro Mero Cristianismo. En esta obra trata, entre otras cosas, sobre dos puntos fáciles de comprender: “Primero, que los seres humanos del mundo entero tienen esta curiosa idea de que deberían comportarse de una cierta manera, y no pueden librarse de ella. Segundo, que de hecho no se comportan de esa manera. Conocen la ley de la naturaleza, y la infringen.”[1]

Pues bien, esa ley moral objetiva que toda criatura humana lleva en el alma implica la existencia de un Legislador original que nos la haya puesto ahí. No tiene sentido decir que dicha ley pudo aparecer por evolución, a medida que el cerebro humano se distanciaba del encéfalo simiesco, porque la selección natural siempre se concibió como un mecanismo de lucha por la supervivencia y no favorecedor del amor al prójimo, la solidaridad con el que es diferente, la fraternidad o la justicia.

Muchos han cuestionado el hecho de que realmente exista tal ley y para ello han aducido que el comportamiento humano depende más de las normas culturales de cada época o región, que de una supuesta ley inscrita en la conciencia. Sin embargo, cuando se comparan las ideas morales de la mayor parte de los pueblos y culturas, se descubre que realmente las diferencias no son tan grandes como pudiera pensarse. Sí que existen divergencias, pero éstas obedecen más bien a cuestiones secundarias. En el fondo, todos los humanos saben distinguir perfectamente las ideas morales verdaderas y positivas de aquellas otras que no lo son. Solemos estar de acuerdo, por ejemplo, en que la moral cristiana es muchísimo mejor que la moral nazi o que una moral civilizada es siempre superior a otra salvaje y primaria. Sobre esto, C. S. Lewis escribió: “En el momento en que decís que un conjunto de ideas morales puede ser mejor que otro estáis, de hecho, midiendo a ambos por una norma; (…) Pero la norma que mide dos cosas es diferente de esas dos cosas. Estáis, de hecho, comparando a ambos con una Moral Auténtica”.[2] Esa norma o patrón de la “Moral Auténtica”, a que se refiere Lewis, es lo mismo que la ley “escrita en sus corazones” del apóstol Pablo. Se trata de una ley moral universal y objetiva que apunta directamente al Dios creador.

Es evidente que quien no desea creer en Dios encontrará siempre excusas para ello. Sin embargo, la persona sincera que quiere abrir su alma a la trascendencia y siente una necesidad real de Dios, hallará en cada uno de estos argumentos aspectos diferentes de la divinidad que enriquecerán su vida. Quien busca a Dios, a través de la fe en Jesucristo, lo encuentra.

Notas

[1] Lewis, C. S. 1995, Mero Cristianismo, Rialp, Madrid, p. 26.

[2] Ibid, p. 31.

[analysis]

[title]¡Protestante Digital te necesita![/title]

[photo][/photo]

[text]

Gracias a quienes aportan económicamente podemos hacer esta labor de comunicación desde una perspectiva evangélica a través de una plataforma gratuita, con el propósito de ser sal y luz en nuestra sociedad. Si quieres que Protestante Digital pueda continuar con esta labor, ¡anímate a ser parte! Te necesitamos. 

Encuentra más información en apoya.protestantedigital.com.

Si lo prefieres puedes donar por Transferencia Bancaria. Asunto “Donativo Protestante Digital” en la cuenta de la Alianza Evangélica Española (CaixaBank): ES37-2100-0853-5702-0025-3551

[/text][/analysis]