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Protestante Digital

 
 

Una mano sin cuerpo

Un estudio de Daniel 5:1-31.

AHONDAR Y DISCERNIR AUTOR 793/Roberto_Estevez 18 DE AGOSTO DE 2024 21:20 h
Las palabras Mene, Tekel U Pharsin tienen una correspondencia en monedas. / [link]Free Bible images[/link].

La gran sala del palacio de Babilonia lucía con todo su esplendor. Las paredes estaban cubiertas con grabados mostrando las victorias militares que el monarca , su padre y su famoso abuelo habían alcanzado.



Era una fiesta dada por el gobierno del rey de Babilonia. Los invitados eran mil nobles, sus esposas y concubinas. En el salón principal se veían los horribles ídolos de los dioses babilónicos.



Muchos de ellos tenían rostros de animales. En los amplios salones del palacio real cientos y cientos de cortesanos conversaban en pequeños grupos. El ambiente era de algarabía.



El vino se servía en grandes copas que los aristócratas vaciaban rápidamente. Los criados traían de nuevo otras bandejas repletas del mejor licor del imperio. Las risas aturdían y las conversaciones en alta voz saturaban el ambiente.



Adelante del trono imperial los músicos tocaban sus instrumentos mientras que bailarinas danzaban exóticos ritmos.. En cierto momento se para el maestro de ceremonias y dice:



- ¡Brindemos en honor a nuestro emperador, el más grande, más ilustre, más poderoso y más inteligente de los gobernantes de todo el mundo!



- ¡Viva el rey! - prorrumpen los cortesanos levantando sus copas al aire.



El rey se levanta y agradece con una sonrisa artificial demostrando su falta de modestia.



- ¡Un gran aplauso al rey que vive para siempre! - exclama uno de los ministros. La ovación es ensordecedora.



- Amigos - dice el emperador - os voy a enseñar algo que nunca habéis visto. Mi padre Nabucodonosor trajo unos tesoros de la ciudad de Jerusalén. Estos vasos son una obra de arte. Tienen cientos de años. Proceden del templo de Jerusalén. Dicen que se usaban exclusivamente para el servicio del Dios de los Hebreos. Yo quisiera que ustedes. no solamente los vean sino que los usen.



Los utensilios del templo fueron traídos delante del emperador que en este momento está medio borracho. Parecería que no se da cuenta que al hacerlo está insultando a todos los judíos que viven en su imperio.



Es probable que uno de los sirvientes que ha escuchado del Dios de los hebreos se alarma. ¿Qué pasaría si el Dios de los judíos es real y se enoja por este atropello y desprecio que le están haciendo?



- ¡Miren esto! - dice el rey - Nunca se ha puesto en esta fuente de plata un pedazo de carne de cerdo.



¿Verdad que luce bien? Un gran aplauso celebra su ocurrencia.



- Ahora les propongo brindar en honor a nuestros dioses que nos han otorgado todas las victorias y principalmente por Marduk.



Los vasos y utensilios del templo son distribuidos entre los hidalgos, sus esposas y concubinas.



Estas vasijas que por cientos de años habían sido utilizadas en el servicio del SEÑOR ahora son denigradas y tratadas como algo ordinario y vulgar. Hacía 47 años que estaban en Babilonia y por orden del rey Nabucodonosor nunca se habían empleado.



Los brindis y libaciones continúan. Las bailarinas siguen con sus danzas sensuales. Las risas se hacen más y más fuertes. Los hombres y mujeres con sus vestidos lujosos parecen payasos que caminan tambaleándose para todos lados. De súbito, algo sucede.



- ¿Qué es eso? - grita el emperador.



- ¿Qué es eso? - repite la multitud de concurrentes como si fuera un coro mal entrenado. Allí en la pared, delante del candelabro, una mano de hombre ha aparecido. Me imagino esa mano como de gran tamaño. Quizás con un resplandor sorprendente. Pero de pronto esa mano empieza a mover sus dedos.



- ¡No quiero bromas! - exclama el emperador - ¡Basta de trucos!



Es que la mano parece llena de vida. Quizás empieza a apuntar con su índice hacia el rey y luego haciauno y otro de sus ministros. Las bailarinas han dejado de danzar. La música ha cesado. ¿Qué es eso?



La multitud de convidados no sale de su asombro. El rey se tambalea. La copa repleta de vino cae de su mano con estrépito al suelo. El silencio es sepulcral. Ahora la mano empieza a hacer unos raros movimientos.



¿Qué estará haciendo? Es la pregunta que se hace la concurrencia. Nunca han visto algo así. ¡Es una mano sin cuerpo!



Las luces de los candelabros que iluminan la gran sala parecen perder intensidad. La mano resalta nítidamente contra el fondo de la pared.



Comienza a moverse y da la impresión que está escribiendo algo. Se mueve con perfecta seguridad. Los trazos son firmes.



Todos los ojos se dirigen hacia la pared que está funcionando como un pizarrón gigante. Las caracteres escritos no tienen sentido. El rey tiene el presentimiento que esto significa malos augurios de parte de los dioses.



El rostro que hace unos minutos estaba enrojecido por el alcohol ahora se torna blanco. Su cuerpo entero comienza a temblar. Sus rodillas chocan una contra otra y hacen el ruido como de una matraca gigante. Los asistentes se apresuran a ayudar al soberano.



El temblor es tan intenso que hace que todo su cuerpo vibre como un diapasón de música. En vano los ayudantes tratan de mantenerlo erguido. Al rey se le “desencajaron las articulaciones de sus caderas”. El monarca se desploma.



Aquel que hace unos minutos se estaba jactando de todo su poder y bebiendo con los vasos sagrados está ahora tirado en el suelo. La escena tiene algo de similitud a lo que le sucedió a su abuelo el rey Nabucodonosor. Con la diferencia de que en aquel caso hubo restauración.



En vano los sirvientes rodean al rey caído tratando de ocultarlo de los ojos de la multitud. Es que al desplomarse se le cayó la corona. Los concurrentes también tiemblan; unos más, otros menos.



Alguien musita por lo bajo que había advertido que no había que provocar al Dios de los Hebreos. El Dios de los hijos de Judá ha sido insultado y ¿quién sabe que hará?



Tras el cese de la música, las bailarinas que habían quedado como estatuas, paralizadas , desaparecen rápidamente seguidas por los músicos.



Los ministros tratan de tomar una actitud de “aquí no ha pasado nada”. La multitud se dispersa rápidamente y el cuarto queda casi vacío con esa pared ahora escrita por la mano sin cuerpo. A duras penas el rey consigue reincorporarse y comienza a los gritos:



- Traigan a los encantadores, a los caldeos y a los adivinos! “Cualquier hombre que lea esta escritura será vestido de púrpura, tendrá un collar de oro en su cuello y gobernará como el tercero en el reino” (v.7).



Los llamados vienen prontamente y parecen niños que están aprendiendo a leer. Deletrean, pero no pueden pronunciar palabra.



- ¡Majestad! - dice uno de ellos - Lamento comunicarle que no podemos decirle lo que significan estos signos en la pared.



- ¿Será posible que no signifiquen nada?



Aparece ahora la reina madre:



- “En tu reino hay un hombre en quien mora el espíritu de los dioses santos. En los días de tu padre, se halló en él luz, entendimiento y sabiduría, como la sabiduría de los mismos dioses. A él tu padre, el rey Nabucodonosor constituyó como el jefe de los magos, los encantadores, los caldeos y los adivinos”.



La reina madre habla con autoridad. Luego prosigue:



- “Por cuanto fueron hallados en él, es decir en este Daniel, excelencia de espíritu, conocimiento, entendimiento, interpretación de sueños, revelación de enigmas y solución de problemas.” (v.12).



Llama la atención cómo alguien que ha sido tan prominente en la política haya sido casi olvidado.



Destaquemos las cualidades que la reina madre menciona del profeta. Ella había estado observando el proceder de Daniel por muchos años. Daniel es un hombre que se ha caracterizado no sólo por su sabiduría sino también por una conducta intachable.



Daniel es traído delante del soberano. El profeta se aproxima lentamente y hace un saludo de acuerdo a la ética protocolar de aquellos tiempos. Tiene más de 80 años. Su rostro denota la expresión de un hombre santo. Tiene paz y su mirada es tranquila.



El Emperador lo saluda:



- “¿Eres tú aquel Daniel, uno de los cautivos de Judá, que el rey mi padre trajo de Judá?”



En esta pregunta vemos el cinismo del monarca. Podría haber empezado con los títulos de alto rango que Daniel había alcanzado. El orgulloso y malicioso rey comienza la conversación tratando de humillarlo.



- Daniel podría haber respondido algo así como: - Yo soy aquel que Nabucodonosor “le dio dominio sobre toda la provincia de Babilonia y le hizo intendente principal de todos los sabios de Babilonia” (2:48).



El hombre de Dios acepta la estocada con paciencia y humildad. Es como si el golpe de espada le rebotara. El emperador ahora cambia su táctica.



- “He oído de ti, que el espíritu de los dioses santos está en ti, y que en ti se ha hallado luz, entendimiento y mayor sabiduría”.



A veces en nuestras vidas no nos damos cuenta del valor que tienen algunos hombres y mujeres de Dios que viven cerca de nosotros.



Somos como Belsasar, que no se percibió de lo beneficioso que le podría haber sido Daniel, sino recién el último día, cuando era demasiado tarde.



El profeta de Dios comienza su discurso rechazando los presentes que el rey le ofrece. Destacamos que él no siente tristeza de la sentencia que se ha pronunciado, como acontece en el caso de Nabucodonosor.



Específicamente no dice algo así como “que el sueño sea para tus enemigos y su interpretación para tus adversarios” (4:19)



Es interesante que en vez de ir directamente a la revelación del significado comienza con una historia sintética de los últimos años comenzando desde Nabucodonosor (su abuelo).



Daniel actúa en cierto sentido como un abogado acusador o un fiscal. No le ofrece la posibilidad de evitar el castigo como lo hizo con Nabucodonosor (4:27).



Comienza con los “preliminares”, es decir, antes de llegar a descifrar la Escritura le hace recordar al rey cosas que él tendría que saber y que se había olvidado.



El Dios de Israel no era una divinidad desconocida en Babilonia. El mismo Emperador Nabucodonosor había confesado que EL SEÑOR es el Rey de los Cielos (4:37) y “su reino es reino eterno y su señorío de generación en generación” (4:3).



Le hace recordar que su abuelo fue castigado “cuando su corazón se enalteció y su espíritu se endureció con arrogancia, fue depuesto de su trono real y su majestad fue quitada… su corazón fue hecho semejante al de los animales…le daban a comer hierba como a los bueyes.”



Todos los detalles de la terrible sentencia se mencionan con minuciosidad. Sin duda, el caso grave de demencia que afectó al emperador tenia que haber sido conocido por su nieto.



La voz de Daniel se hace más fuerte y enérgica. Cada frase que pronuncia se va intensificando en intensidad. Suenan como seis martillazos: 




  • Primera acusación: soberbia “Pero tú, su hijo Belsasar, a pesar de que sabías todo esto, no has humillado tu corazón”.

  • Segunda imputación: rebeldía: “te has levantado contra el Señor de los cielos”.

  • Tercer cargo: Has mancillado los instrumentos utilizados en el Templo. No tenías derecho de traer a tu presencia los utensilios que habían sido robados del Templo.

  • Cuarta reprensión: Has cometido sacrilegio. “En ellos habéis bebido vino tú, y tus nobles, tus mujeres y tus concubinas”.

  • Quinta recriminación: es un idólatra. “Has alabado a los dioses de plata, de oro…que no ven ni oyen. No has honrado al Dios en cuya mano está tu vida y a quien pertenecen todos tus caminos”.

  • La sexta acusación es por ultraje y deshonra a Dios. Es por lo que no ha hecho. No le ha dado la gloria al Dios vivo.



 Daniel queda en silencio. Su rostro demuestra la completa serenidad como muchos años después lo va a hacer Esteban ((Hch. 7:55).



Es la tranquilidad que sólo los hombres de Dios pueden tener en situaciones como ésta.



Han terminado los preliminares o las razones antes que la sentencia se dicte.



El rey guarda silencio. Está demacrado y descolorido. No se anima a abrir su boca. No tiene nada que decir en su defensa. En este momento Belsasar no parece ser el rey sino el niño que ha sido descubierto cometiendo una falta. Está temblando de arriba abajo. Daniel prosigue con su voz firme y penetrante:



- “Entonces de su presencia fue enviada la mano que grabó esta escritura”



Belsasar había visto muchas veces a los artistas cincelando sus hazañas en las paredes. Pero este tallado él no lo había solicitado.



El varón de Dios hace lo que ninguno de los magos, encantadores o adivinos pudieron hacer.



No sabemos exactamente si los términos pudieron ser leídos por las otras personas o si son símbolos que solamente Daniel podía interpretar.



La voz de Daniel suena otra vez ahora, no como martillazos sino como cañonazos: “Mene, Mene, Tequel, Uparsin.La interpretación es dada de inmediato:



- “ Mene; Dios ha contado tu reino y le ha puesto fin”. Hoy es el último día de tu reino.



Para cada ser humano la Escritura dice “prepárate para venir al encuentro con tu Dios. (Amós. 4:12).



- “Tequel. Pesado has sido en balanza y has sido hallado falto”.



Aquí la idea es de un cambista de dinero. El tiene que pesar las monedas. Sabe que si una moneda es muy liviana no puede ser ni de oro ni de plata; que es una falsificación. Belsasar ha sido encontrado sin peso real, ha sido encontrado “liviano”.



- “Parsin. Tu reino ha sido dividido, y será dado a los medos y a los persas”. Tu reino no lo será más. Dios está en el trono. Tu reino solamente durará unas pocas horas no lo tendrás más.



Me recuerda las palabras a ese hombre rico e insensato: “Necio, esta noche vuelven a pedir tu alma y lo que has prevenido de quien será?”.



Daniel ha terminado su declaración y guarda silencio. No le ofrece la oportunidad de arrepentimiento. El veredicto está dado y no ha posibilidad de mitigarlo.



El rey trata de recobrarse. Tiene la opción de mandar matar a Daniel, en cuyo caso sabe que agregará un delito más a su larga lista. La otra posibilidad es darle los honores que le ha prometido.



Él ha pasado toda su vida usando la táctica de halagar y adular y quizás piensa que Dios también puede ser maniobrado de esa manera.



El rey da la orden y “vistieron a Daniel de púrpura y en su cuello fue puesto un collar de oro. Y proclamaron que él era el tercer señor en el reino”.



El profeta de Dios deja que le hagan lo que ordena el rey, pero él sabe muy bien que estos honores durarán solamente por unas pocas horas. “Aquella misma noche fue muerto Belsasar, rey de los caldeos”.



Dios en su gracia le ha dado muchas oportunidades y las ha rechazado. ¡Qué solemne historia! El autor del libro a los Hebreos nos dice: “Si oyereis hoy su voz no endurezcáis vuestros corazones” (2:7,8).



Belsasar vivió una vida burlándose y despreciando a Dios. ¿Cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio? (1 Ped.4:17).



 



Notas



Muchas veces nos preguntamos cómo es posible que Dios tolere tantos insultos y atropellos cuando los hombres de distintas maneras se burlan de El. Sin embargo a veces, como en este caso, el Señor actúa inmediatamente frente a un insulto.



Al “final del camino” todos serán juzgados. “No os engañéis; Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará” (Gal.6:7).



No sabemos exactamente donde estaba la dificultad en leer el texto. En el idioma arameo no se utilizan las vocales y se escriben sólo las consonantes. Así la palabra tekel se escribiría solamente t*k*L.



Esto permitiría que la palabra podría variar en el sentido y el tiempo. Por ejemplo P S R se podría interpretar como pesar, posar, pasar, o pisar.



A su vez la palabra podría estar en distintos tiempos verbales. Pesar se podría interpretar pesaré, pesaría, cambiando el significado.



Ignoramos si los signos escritos eran caracteres de un lenguaje fácilmente reconocible o si solamente Daniel lo pudo hacer. Las palabras Mene, Tekel U Pharsin tienen una correspondencia en monedas.



Por ejemplo: Mene sería una “mina”; tekel seria shekel (siclo) U Pharsin “media mina”. De esta manera sería equivalente en nuestros días a cuando hablamos de una moneda de un peso, de medio y de un cuarto.



La moneda dividida o que vale la mitad del valor se relaciona con el reino dividido entre los medos y los persas. Solamente Daniel podía descifrar el mensaje profético respecto al fin del imperio babilónico.



Aunque en la Escritura se habla de Nabucodonosor como su “padre” en realidad era su abuelo. Este tipo de expresión es válido en esa cultura. Su padre era Nabonidus que era casado con la hija de Nabucodonosor.



Es interesante la frase que “las articulaciones de las caderas se desencajaron”. Esto es algo muy inusual y está mostrando la falta completa del tono muscular.



Otros hacen la traducción como que todos los “huesos de las vértebras de la columna se aflojaron”.



Es como si el sistema entero se colapsó. Si le hubiéramos medido la presión arterial probablemente sería de menos de 90 mm Hg.(menos de 9).



Es de notar que Daniel no muestra una simpatía especial hacia este rey como lo hizo con Nabucodonosor. No emplea el término “su interpretación sea para tus adversarios”. Este rey era un hombre muy impío.



Debemos remarcar que no le concede otra oportunidad. El ejemplo de lo que le sucedió a su abuelo tendría que haber sido más que suficiente para él.



Daniel acepta las honras que antes ha rechazado. Por supuesto, es por pocas horas. No aceptarlas sería equivalente a declararse en contra del gobierno como traidor.



Es interesante notar que el milagro en sí se menciona en solamente un versículo (v.5). Gran parte del capítulo se utiliza en la explicación del mismo.



Ignoramos si la mano que escribió en la pared es la mano de Dios o de uno de sus seres angelicales.



Nos podemos preguntar ¿por qué Dios utilizó esta técnica de un mensaje con palabras escritas que no son claramente discernibles?



Por supuesto que El es absolutamente grande y sabio. “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos! (Rom.11:33).



De acuerdo a los historiadores (Herodoto) los medos y los persas desviaron el curso del río que corría a través de la capital. Luego el ejército usó ese mismo curso para penetrar adentro de la ciudad.



Dios había sido insultado, blasfemado y burlado. Dios ha defendido su honor.



Alguien comentaría que este historia es muy “oscura”. Pero creo que hay muchas cosas “luminosas o positivas” en esta narración. Vemos que nuestro Dios está en su trono y es omnipotente. Que cuando El dice basta todo se acaba.



Dos mil quinientos años después nuestro Señor sigue estando en perfecto y completo control del universo. Todo “fue creado por El y para El. (Col.1:16).



“Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Heb. 13:8).



Cuando pensamos en los últimos días de la vida del apóstol Pablo nos damos cuenta del contraste tremendo con el rey Belsasar.



El diferente y opuesto Mene Mene Tekel Up Harsin de Pablo: No Mene. (Dios ha contado tu reino) “Yo ya estoy a punto de ser ofrecido y el tiempo de mi partida ha llegado” (2 Tim.4:6).



No tekel (pesado has sido en balanza….) “He peleado la buena batalla, he guardado la fe” (2 Tim. 4 :7 ) y “no estimo mi vida preciosa para mí mismo con tal que acabe mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús” (Hech.20:24).



No u pharsin. Belsasar perdió y se le dividió el reino. Pablo ganó la competencia. “Por lo demás me está guardada la corona de justicia la cual me dará el Señor, Juez justo en aquel día. Y no solo a mí sino también a todos los que han amado su venida”.



Belsasar (Dan. 5)



- Era rey



- Estaba en una concurrida fiesta



- En su soberbia no adoró a Dios



- El Juicio fue súbito



- Profanó utensilios del templo



-Sentencia por los “dedos en la pared”



- Murió esa mismo día.



Herodes (Hchs.12)



- Era rey



- Estaba en una concurrida celebración



- En su soberbia no corrigió al pueblo que lo glorificó como una divinidad



- El Juicio fue súbito



- Planeaba matar a Pedro



- Un ángel del Señor lo hirió



- Herido de muerte por el Señor el mismo día.



 



Temas a considerar



1) Cuando Dios dice basta. Comparar con el rico a quien se le dijo: “esta noche vuelven a pedir tu alma”.



2) El juicio de Dios.



3) La mano de Dios.



4),La sabiduría del siervo de Dios.



5) Los dedos o la mano del Señor



Los dedos divinos escribieron las dos tablas de la ley “Tablas de piedra escritas con el dedo de Dios” (Exo.31:18).



Los dedos del Señor escribieron en Juan 8 en el suelo y “salían uno por uno, comenzando por los más viejos” (Juan 8:9)



Los dedos del Señor haciendo barro para usarlos en los ojos del ciego(Juan 9:6).



Los manos del Señor con autoridad y al mismo tiempo belleza. “Sus manos son como barras de oro engastadas con crisólitos”. Cant. 5:14)



Las manos que fueron heridas “en la casa de los amigos”. Zac. 13:6)



Las manos invencibles y todopoderosas: “nadie las puede arrebatar de mi mano” Juan 10:28.



Tomado del libro CUANDO DIOS HACE MARAVILLAS Autor: Dr Roberto Estévez Editorial Mundo Hispano Casa Bautista de Publicaciones


 

 


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