Bautismo infantil, sublime gracia

Ya avisé en nuestra conversación que el pasado domingo estaría bautizando a mi nieta, año y medio, no importan los tiempos, tiene un hermanito de un mes, ya llegaremos cuando lleguemos. Sobre el bautismo hubo desde el inicio múltiples supersticiones, una de ellas era la santidad requerida de los días que no se podían dilatar para bautizar. No estamos en eso. Mucha superstición y confusión, tanto en el bautismo de adultos como en el infantil. Eso sigue igual.

En la iglesia de Madrid donde mi hijo y su familia son miembros, se practica la doble opción del bautismo, de adultos o infantil, es la iglesia de [en el mundillo evangélico se suele decir así: “de”, y la referencia puede ser a un sitio o una persona] un pastor reconocido en su condición de teólogo, periodista y conferenciante, que aquí en este medio tiene espacio amplio, José de Segovia. Me dieron cinco minutos para explicar un poco el tema y realizar el bautismo, allí se hace al inicio del culto, pero casi acaba el servicio y todavía estoy hablando. Y es que el acto del bautismo infantil es un campo inmejorable de reflexión sobre la gracia.

Empecemos por ahí. Por supuesto eliminando tantas supersticiones sobre el bautismo que han corrompido a vida de la Iglesia. Si le quitas esa escoria, te queda el mejor momento para proclamar el poder del evangelio de la gracia. Pues ni siquiera el chiquillo puede responder a nada, ni llegar allí si no lo llevan. Se puede sacar pecho en alguna predicación de los campeones de la gracia, y preguntar a la audiencia tras escuchar que todo es obra de Dios: ¿puedes tú responder que estás totalmente consagrado?, ¿que no confías en nada tuyo? Etc. El problema es cuando eso se percibe como si esas respuestas son necesarias para que la gracia de la que se ha predicado sea eficaz. Cuidado. Pero eso no ocurre en el bautismo infantil. Ahí el niño no habla. Habla Dios, lo mismo que en cualquier bautismo. Si no, el bautismo es otra cosa, de otro evangelio. 

¡Cuánto se ha adelantado en la comprensión de la fe cuando se tiene ese discurso, de nuestro Constantino de la Fuente, cuando en su texto sobre la confesión de un pecador delante de Jesús Cristo, juez y salvador de los hombres, dice ante las posibles preguntas del juez, habla tú, mi también abogado, por mí. Lo que tú digas de mí es mi salvación, mi seguridad, mi victoria! ¿Dónde encontrar un ejemplo más vivo que en un bautismo infantil?

Lo que la iglesia antigua practicaba con el bautismo es muy esclarecedor. En el documento más antiguo, la Didajé, se menciona el bautismo de adultos y algunas formas de administrarlo. También otras cuestiones. Cuidado. Leí de un acreditado pastor de Coalición por el Evangelio que ese documento está fundamentado en la Escritura. Gran burrada, en mi opinión. Es precisamente un documento donde ya se encuentran todas las desviaciones y supersticiones que harán que la cristiandad no sea sino la corrupción del cristianismo. Si lo hubieran escrito los falsos enseñadores de las iglesias de Galacia no quedaría mejor. Representa un cristianismo judaizado. Lo que ya ocurría en tantos sitios en el Nuevo Testamento.

Que el bautismo de que habla ese documento, o lo que expone otro, ya metidos en un siglo más adelante, sea de adultos es clarísimo. Lo mismo que, a mediados del siglo IV, la gran catequesis de Cirilo de Jerusalén, 450 páginas tan ilustradoras de cómo estaba la teología en esos momentos. Cosas notables, mezcladas con desviaciones profundas. Los enemigos de la gracia a los que nuestro Pablo mete la gran bronca en Gálatas se han hecho con los púlpitos. Por supuesto hablando de la gracia, del Espíritu y todo eso. Pero no. Esos han convertido la cruz del Calvario, fuera de los espacios santos, en el fundamento de los espacios santos que ella condenó. Así seguimos.

En esos ritos del bautismo de adultos se asocian todo tipo de supersticiones. Necesidad de ayunos, obligados. Exorcismos a cada paso. Especialmente a través de la señal de la cruz. Esta señal es la señal más clara de la corrupción de los espacios cristianizados. Con ella se supone que se expulsa al demonio, y no lo dejas entrar, en el cuerpo de quien se la realiza a sí mismo, como hacen ahora, y en los espacios donde se apunta con ella, como ahora. Curiosidad si se tienen ojos para ver, una señal del demonio se pone como llave maestra en todas las circunstancias para expulsar al demonio. Con ella, que demuestra que está bien dentro, se pretende efectuar un poder para que no entre. Dios les envía espíritu de confusión para que crean la mentira.

Esos bautismos de adultos deben ser, si no hay otro remedio, por inmersión. En casos de necesidad imperiosa se podían administrar sin llegar a la inmersión en sentido pleno. Se debía procurar una fuente de agua viva; si no era posible, pues con agua de otro sitio. El modo era normalmente la inmersión desnudos, para la limpieza de la carne (ya asoman las supersticiones, sumergidas o no), y luego al salir se cubrían con túnicas blancas. Un poco bastante diferente de la manera común en nuestros días. Eso era así con hombres y mujeres. La figura de un pastor tumbando dentro del agua a un bautizado no existía. La propia persona se metía, agachándose, en el agua. Por eso los espacios eran muy cortos, no se necesita más. Se metía y salía tres veces, no por la Trinidad, sino por los tres días de la muerte de Cristo. La mujer en su costumbre mensual tenía que aplazar su bautismo para otra ocasión. Todo esto seguramente fue modificándose en el futuro, pero al principio, con la documentación que tenemos era así.

Como se suponía que el bautismo limpiaba del pecado, igual que hoy, algunos esperaban justo al momento de su muerte. Sobre todo, como siempre, los que se podían permitir el asunto con sus medios materiales.

De manera que lo que tenemos es bautismo de adultos, con exorcismos, señal de la cruz y actos litúrgicos de rechazo de las obras del demonio por un tubo. Es lo que había. Pero también existía, como algo normal, el bautismo infantil de los hijos de lo creyentes. Muchas supersticiones, pero el bautismo infantil estaba ahí.

El notable documento de Hipólito, donde tanto se puede ver de lo que había en esos momentos, siglo II, después de exponer los modos del bautismo de los adultos, indica, sin necesidad de dar explicación alguna, que antes “se procederá al bautismo de los niños”. Como ellos no pueden hablar, son sus padres o los que los presenten (padrinos) los que expresan los discursos de renuncia al demonio. Un montón de corrupciones. Bautismo de adultos por inmersión, preferente, y bautismo infantil. Es lo que había.

Liberado de la señal de la cruz del demonio, el bautismo infantil es fuente de proclamación del Evangelio que tiene poder para salvar, sin depender de voces o exorcismos.

Como la obra de redención a la que se apunta, de la que es sello o símbolo, o metáfora, el bautismo con el agua sobre el niño es el modo de explicar la obra de la cruz. Una obra que no necesita para ser eficaz nada sino su propósito. El agua, por inmersión, o un poquito rociada con la mano en la cabeza, es símbolo del agua viva de la redención. Nunca deja de limpiar en el creyente. A cada instante, ese agua limpia de todo pecado. No es un acto, como se enseña en la corrupción de la cruz, que ocurre en un momento, normalmente por mediación de lo eclesial, y luego se sigue caminando con las fuerzas de cada uno, con ayuda de lo eclesial (en esto hay consenso ecuménico, con formas un poco diferentes). 

No. El bautismo es señal de ese agua viva que siempre brota, fresca, pura, que purifica nuestro nombre. A cada instante, con ese agua, en su murmullo celestial, escuchas la promesa: ¡tus pecados son perdonados! Eso es el bautismo. Otro bautismo es otro evangelio, y existen muchos, sean de adultos o infantiles. Si el agua depende de algo para que pueda ser efectiva, es otro bautismo. Y ese agua es de Dios, toda de él. Es la obra perfecta, hecha una vez para siempre, que siempre es efectiva, cada instante. Huye de cualquier otro bautismo.

Eso es lo que predicamos con el hecho sencillo de echar un poco de agua sobre la cabeza de un chiquillo. En ese agua está contenida toda la doctrina de la salvación. Y es toda de Dios. 

Con ese agua expulsamos al demonio de la doctrina que dice que los hombres (por eso los niños en esas teologías no aparecen), los que son capaces de razonar y decidir, pueden colaborar echando un poco de su agua, sin la cual, la de la cruz no sirve. Es lo que dice el papado en su derecho canónico sobre las indulgencias. Es lo que se predica en tantos púlpitos evangélicos. Pues un acto como el bautismo de mi nieta es señal de juicio sobre esas enseñanzas. Una niña, como señal de la gracia más que todas las elucubraciones teológicas que procuran una salvación cooperante entre el pecador y Cristo.

El bautismo tiene que ver con la salvación, con la redención. Y eso está unido a lo que se dice en la Escritura. Con tu sangre nos has redimido, nos has limpiado, nos has purificado…. Te has presentado a ti mismo una Iglesia sin mancha, sin arruga… Y eso ocurre a cada momento. Como el agua viva, la sangre viva que da vida, está con el creyente a cada momento. No hay ni un instante cuando esa sangre no es eficaz en el elegido. Esto significa el bautismo. Luego habrá otros, pero tú no les eches cuenta. Todo bautismo que muestre y enseñe lo que el hombre puede hacer con ayuda de los medios eclesiales, es un bautismo del templo, de la santidad ofrecida y comprada por esfuerzo humano, no de la cruz. Es el bautismo que el diablo ofrece a la Iglesia. De adultos, de niños, por inmersión, o como les parezca, es del diablo. El de Dios, es la expresión continua de su gracia, de su poder, de la victoria de la cruz. Ese agua viva, esa sangre viva del Cristo, que te limpia y te limpió cuando empezaste a leer esto, es la misma que ha aperado en el instante, y ahora sigue limpiándote. Sigue proclamando: tus pecados son perdonados. No están en tu cuenta. Estás limpio, porque el agua viva limpia, porque la sangre viva limpia de todo pecado. Los bautismos de los hombres, con sus doctrinas, no pueden limpiar el pecado. Esa es la diferencia. Estad atentos, y al tanto, que muchos falsos bautismos han salido por el mundo.

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[title]Por un año más[/title]

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