¿Amar a nuestros enemigos?

Esta interpelación de Jesús no tiene una doble interpretación, quiere decir lo que dice y punto. Así es como lo recibimos en palabras del Maestro reflejadas en el evangelio de Lucas 6:27-36. “Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” 

Hoy pensaba en lo poco o nada tolerantes que somos en general muchos de nosotros. Por supuesto que estamos en nuestro derecho a disentir de casi todo lo habido y por haber. Debemos de reconocer que muchos de nosotros tenemos enemigos familiares, doctrinales, teológicos, políticos y suma y sigue. Amar al diferente o a cualquier persona que nos resulte antipática por cualquier cosa que nos pueda parecer incomoda no es nada fácil. Porque amar en el sentido que nos propone Jesús significa entre otras cosas, respetar, persuadir, contenerse, dialogar o callar según convenga. También significa renunciar a la venganza y por supuesto al odio queriendo destruir la reputación del contrario, del disidente o de nuestro adversario en cualquier aspecto de la vida. 

La facultad de amar lo imposible nos viene dada por el Espíritu Santo (Romanos 5:5). Cada vez me cansan más nuestras fijaciones y obsesiones personales, independientemente de nuestros diferentes puntos de vista acerca de lo que sea. Hemos de tener presente que el fruto del Espíritu en sus nueve manifestaciones son caracterizadas todas ellas por el amor. 

En cuanto a las relaciones sociales y fraternales con nuestros vecinos o miembros de nuestras comunidades cristianas deberíamos de seguir las instrucciones apostólicas y especialmente las pautas de Jesús para el mantenimiento de relaciones saludables y benignas con todas las personas de nuestro entorno. El no devolváis mal por mal y el vencer con el bien el mal es la antítesis del espíritu de este mundo caído y revanchista. Esta maldición cainita sólo podemos revocarla con el verdadero amor de Dios en acción... 

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[title]Por un año más[/title]

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