Ojo a al pensamiento

El Salmo 139 exalta la omnisciencia y omnipresencia de Dios. Es decir, que el salmista se queda a cuadros al reflexionar acerca del hecho de que Dios lo sabe todo y está en todas partes. A saber, en los primeros 4 versículos leemos:

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“Oh Dios, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Dios, tú la sabes toda” (Salmo 139:1-4).

¿Impresionante? Pues bien, tú, persona moral, que no haces mal a nadie, que Dios te debiera dejar entrar en el Cielo porque eres una buena persona, debieras saber lo que dice Dios en Su Palabra antes del día del Juicio Final:

Primero: que Dios conoce tus pensamientos. 1º Samuel 16:7, 1º Reyes 8:39, 1º Crónicas 28:9, 2º Crónicas 16:9, Proverbios 15:7, Proverbios 16:2, Salmo 7:9, Salmo 94:11, Jeremías 17:10, Ezequiel 11:5, Mateo 12:14, Mateo 9:4, Marcos 2:6-8, Lucas 5:21-22, Juan 2:25, Juan 6:61, Hechos 1:24, 1ª Corintios 4:5, Apocalipsis 2:23 afirman que Dios conoce los pensamientos y las motivaciones de cada uno de nosotros. Por si te da pereza verificar tantos versículos, te dejo solo uno de ellos a modo de ejemplo:

“Dios escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos” (1º Crónicas 28:9c).

Segundo: Que Cristo avisa en Apocalipsis 2:12 que: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (comparado con Jeremías 17:10, Jeremías 11:20, Jeremías 20:12, Salmo 7:9, Proverbios 24:12).

En otras palabras, aunque nadie te vea hacer nada malo, que sepas que Dios puede leer tus pensamientos y tus motivaciones. Más te vale que todas tus cavilaciones sean puras porque Dios te recompensará conforme a tu obra. Antes de que te toque enfrentarte a Cristo, acude a Él para que te reciba en calidad de tu Salvador, no de tu Juez y lucha la batalla espiritual en tu mente pecaminosa:

“porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2ª Corintios 10:4-5).

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Si lo haces, tienes la promesa de que Dios perdonará tus pecados y limpiará tu alma:

“La sangre de Cristo {…} limpiará vuestras conciencias” (Hebreos 9:14).