La conversación colectiva y los acuerdos fijados en el documento redactado, conocido como los Siete Artículos de Schleitheim, tuvieron lugar bajo persecución.
En las semanas que Sattler permaneció en Estrasburgo estaban ahí Hans Denck y Ludwig Hätzer. Denck fue obligado a salir de la ciudad el 24 de diciembre de 1526 y Hätzer alcanzó a Denck a principios de febrero en Worms.[1]
Hans Denck, líder del anabautismo en el sur de Alemania, nació alrededor de 1500 en Bavaria. Estudió en la Universidad de Ingolstadt de 1517 a 1520, humanista con buen conocimiento de latín, hebreo y griego. A partir de 1522 se identificó con la reforma evangélica en Basilea. En 1523 obtuvo puesto de profesor en Núremberg, de donde fue expulsado por las autoridades luteranas en enero de 1525. Fue encarcelado poco tiempo en Schwyz, Suiza, por predicar contra el bautismo de infantes. En San Gallen estrechó lazos con los anabautistas. De septiembre de 1525 a octubre de 1526 residió en Augsburgo, donde fue bautizado, escribió tres obras y ocupó posición de liderazgo. Para noviembre se hallaba en Estrasburgo, donde tuvo debates públicos con Martín Bucero y el Concejo decidió expulsarlo el 24 de diciembre de 1526. Los seis meses que permaneció en Worms fueron muy fructíferos en la promoción del anabautismo. En agosto de 1527 participó en Augsburgo en el llamado Sínodo de los Mártires, tras el cual salió para Basilea, donde murió víctima de la peste a mediados de noviembre.[2]
Ludwig Hätzer, originario de Thurgau, estudió en la Universidad de Basilea latín, hebreo y griego. Recibió la ordenación sacerdotal. Se mudó a Zúrich antes de que se verificara la conocida como Segunda Disputa (26-28 de octubre, 1523), cuyo centro fue la discusión sobre la veneración de imágenes. En 1524, Hätzer incrementó sus críticas a Ulrico Zwinglio por la lentitud con la que avanzaba en hacer cambios acordes a la Reforma. El 29 de junio del mismo año publicó un tratado contra el bautismo de infantes. El Concejo de Zúrich decreto el 17 de enero de 1527 que fueran expulsados los no ciudadanos del cantón a causa de sostener únicamente como válido el bautismo de creyentes. Estuvo en Constanza y Basilea, al retornar a Zúrich restableció relación con Zwinglio e incluso testificó contra un grupo anabautista en noviembre de 1525. En 1526 estuvo en Estrasburgo, aquí hizo causa común con Hans Denck (quien como se ha visto fue expulsado de la ciudad) y lo alcanzó en Worms en febrero de 1527. Ambos tradujeron a los profetas del Antiguo Testamento y su trabajó fue publicado en abril. Hätzer fue arrestado en Constanza en 1528, bajo el dudoso cargo de adulterio lo decapitaron, tenía 29 años.[3]
A finales de diciembre de 1526 o inicios de enero de 1527 Miguel Sattler escribió a Bucero y Capito para solicitarles que correligionarios anabautistas fueran liberados de la cárcel. Se hallaban bajo encierro los extranjeros Jacobo Gross, Matías Hiller y Wilhelm Echsel; Tucher y Ziegler eran ciudadanos de Estrasburgo.[4]
Antes de hacerles llegar la carta, Sattler intercambió puntos de vista con Bucero y Capito. De la misma forma tiene base considerar el escrito a los reformadores de Estrasburgo como producto de conversaciones entre los anabautistas de la ciudad a las que Sattler dio expresión redactándolas. Miguel dirige la misiva a “sus amados hermanos en Dios, Capito y Bucero, y a otros que aman y confiesan a Cristo de corazón”.[5] Más adelante recuerda a los reformadores que les expuso con “fraternal moderación y amabilidad varios asuntos, los cuales junto con mis hermanos y hermanas hemos entendido en las Escrituras, sobre todo en el Nuevo Testamento”. Entonces, evocaba Sattler, Bucero y Capito también mostraron moderación y amabilidad, tal como Pablo escribió acerca de que el amor es el mandato principal (1 Timoteo 1:5).
Sattler expuso en veinte breves puntos, cada uno tiene máximo tres líneas, la supremacía de Cristo como Salvador, Reconciliador y Señor, el bautismo debe recibirse tras haber creído en la obra de Cristo, los creyentes deben reflejar en sus vidas que se “conforman a Cristo”, la comunidad creyente está llamada a diferenciarse de los valores mundanos, vivir de acuerdo a los principios de Cristo traerá rechazo y hasta odio de los del mundo. El punto veinte es tajante: “No hay nada en común entre Cristo y Belial”.
Les anunció Sattler a los destinatarios de la carta que saldría de Estrasburgo porque “tal y como lo entiendo, no puedo permanecer aquí sin deshonrar a Dios, por lo tanto y en conciencia debo unirme al campo de la oposición”. Aboga por los presos, que según Bucero y Capito están en error. Si fuere así, lo correspondiente, afirma Sattler, sería instruirles pero no coaccionarlos, ya que obligarlos mediante penas crueles es contrario al Espíritu de Cristo. La carta de Sattler refleja “el crecimiento posterior de la visión original de [Conrado] Grebel. El anabautismo de los separados, la minoría perseguida comenzaba a asumir contornos definitivos”.[6]
Sattler salió voluntariamente de Estrasburgo para dirigirse a Lahr, Alemania. De su paso en esta población quedó constancia en una carta (7 de febrero de 1527) del pastor Jacobo Ottelinus a Martín Bucero, en la que el primero informa sobre el crecimiento de la “amenaza anabautista” en Lahr y alrededores. Ottelinus consideraba que los anabautistas son los más perniciosos, y afirma que Sattler es “el más testarudo de todos […] Él es, de hecho, terrible, horrible y de voz impetuosa cuando se arraiga en su insolencia”.[7] Ottelinus hizo la narración de lo sucedido con un matrimonio que era de su feligresía. Menciona que el varón, un hombre piadoso, no había sido seducido antes por los impostores anabautistas. Sin embargo, por “instigación de Miguel” rechazó que su bebé recién nacido fuera bautizado. Las autoridades ordenaron que se cumpliera con la ceremonia de bautismo “de acuerdo a nuestras costumbres”.[8]
Pocos días después de la carta de Jacobo Ottelinus, Miguel Sattler emprendió camino hacía Schleitheim, es factible que le acompañara su esposa Margaretha. La reunión que tendría lugar fue organizada por los “principales grupos del sur de Alemania y los anabautistas suizos […] en Schleitheim, una pequeña ciudad en la frontera germano-suiza”.[9] La reunión fue citada y desarrollada secretamente. Se conoció de su realización mediante comunicaciones verbales, ya que los convocantes sabían que sus perseguidores andaban tras ellos. Un mes antes había tenido lugar la ejecución, por ahogamiento, de uno de los primeros líderes de los “Hermanos suizos”, Félix Mantz. Por lo tanto había que andarse con cuidado y dar pasos sigilosos para asistir a la reunión en la que se discutiría el rumbo del movimiento.
Es necesario tener en cuenta la naturaleza de la Confesión o Siete Artículos de Schleitheim. La conversación colectiva y los acuerdos fijados en el documento redactado, tuvieron lugar bajo persecución. Los reunidos carecían de condiciones para sostener largas discusiones y el tiempo era corto como para desarrollar posiciones sobre temas cásicos de la teología cristiana. El consenso alcanzado en la Confesión no significa que ésta sea una “Confesión de Fe en el sentido dogmático. Los Artículos no ofrecen un bosquejo completo de las creencias teológicas anabautistas, sino que delinean prácticas esenciales de los anabautistas”.[10]
Una vez enviados saludos a “todos aquellos que aman a Dios y con todos los hijos de la luz que están dispersos por doquier”, los congregados en Schleitheim expresan el objetivo del escrito: “Nuestra primera y principal preocupación consiste en consolaros y en fortalecer vuestra conciencia, confusa por un tiempo”.[11]
Comunican que alcanzaron unidad en cuanto a lo que van a compartir por escrito con la hermandad: “Hacemos saber –en puntos y artículos– a todos los que aman a Dios que, en cuanto a nosotros se refiere, hemos estado unidos para morar en el Señor, como obedientes hijos de Dios –hijos e hijas que han estado y estarán apartados del mundo en todo lo que hacen y dejan de hacer–, y (Dios sea alabado y glorificado) sin que ningún hermano los contradiga, completamente en paz”. Es de notar que participaron en los diálogos mujeres y colaboraron en la construcción del consenso comunitario. Por los desarrollos posteriores ellas demostrarían que no fueron meras espectadoras, sino que participaron activamente en la reunión y al salir de la misma tuvieron parte importante en la diseminación del anabautismo.
Notas
[1] John Howard Yoder, The Legacy of Michael Sattler, Herald Press, Scottdale, Pennsylvania, 1973,p. 18-19.
[2] Datos en C. Arnold Snyder, Anabaptist History and Theology: An Introduction, tercera reimpresión, Pandora Press, Kitchener, Ontario, 2002, pp. 67-69.
[3] Datos en Leland Harder (editor), The Sources of Swiss Anabaptism. The Grebel Letters and Related Documents, Scottdale-Ontario, Herald Press, 1985, pp. 543-544.
[4] C. Arnold Snyder, Life and Thought of Michael Sattler, Anabaptist, tesis de doctorado, Hamilton, McMaster University, Ontario, 1981, p. 143 y 152.
[5] Texto de la carta en John Howard Yoder, The Legacy…, pp. 21-24.
[6] C. Arnold Snyder, Life and Thought…, p. 149.
[7] Ibid., p. 150.
[8] Ibid., p. 151.
[9] Pamela Johnston y Bob Scribner, La Reforma en Alemania y Suiza, Madrid, Ediciones Akal, 1998, p. 117.
[10] C. Arnold Snyder, Life and Thought…, p. 156.
[11] El documento se encuentra reproducido en John Howard Yoder, Textos escogidos de la Reforma radical, Biblioteca Menno, Burgos, 2016, pp. 145-156.
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