Dada la simbiosis Iglesia oficial/Estado, era inevitable que actos religiosos derivaran, a los ojos de clérigos oficiales y autoridades, en actos que amenazaban la unidad social y religiosa territorial.
En la redada del 8 de octubre de 1525, además de Grebel, es apresado Jorge Cajakob. Gracias a que logra escapar, Félix Mantz no corrió la misma suerte que sus dos hermanos en la fe.
Pero solamente tardaría tres semanas en acompañar a Grebel y Cajakob en la cárcel del castillo de Groningen, ya que entonces los captores no fallaron.
De nueva cuenta Grebel, Mantz y Blaurock tuvieron que defender la legitimidad del bautismo de infantes, del 6 al 8 de noviembre hubo una disputa pública en la que cada una de los bandos expresó sus conocidos puntos de vista.
El trío es llevado a juicio el 18 de noviembre de 1525, y condenado por “su anabautismo y su conducta impropia, a permanecer en la torre con una dieta de pan y agua, y a nadie, excepto a los guardias, se le permitía visitarlos”.1
Pronto les harían compañía otros anabautistas. A lo largo del gélido invierno los carceleros podían escuchar las oraciones, cánticos y predicaciones de los anabautistas presos,
A pesar de las inclementes condiciones de la prisión, Grebel se dio a la tarea de escribir un trabajo prometido a los hermanos de Groningen acerca del bautismo. Los investigadores no han localizado copias del tratado, parcialmente se conoce su contenido por lo que reprodujo Zuinglio para rebatirlo, fue publicado en 1527, con el título Refutación de las artimañas de los anabautistas.2
Conrado había afirmado antes de ser encarcelado que “si ellos [sus perseguidores] permitían que su escrito fuera impreso, él estaría dispuesto a discutir con el maestro Ulrico Zuinglio, y si el maestro Ulrico Zuinglio resultara vencedor, él, Conrado, estaría dispuesto a ser quemado; mientras que si él resultara vencedor no exigiría que Zunglio fuera quemado”.3
Tras cinco meses de encarcelamiento el osado Conrado Grebel solicita autorización para que su escrito sobre el bautismo fuera impreso. La petición, pero por supuesto, es rechazada.
Se verificó un juicio más contra Grebel, Mantz y Cajakob los días 5 al 7 de marzo de 1526, aunque no nada más contra ellos porque también fueron enjuiciados más anabautistas, cuatro mujeres y once hombres (uno de ellos era Baltasar Hubmaier).
Todos recibieron condena de permanecer bajo arresto, con dieta de pan y agua hasta que alguno(a) se retractara o muriera. Un nuevo decreto ordenaba en Zúrich castigar el acto de bautizar adultos con la pena de muerte.4
El 21 de marzo, con ayuda de simpatizantes y seguidores, los varones anabautistas presos escaparon de la cárcel.
Bajo persecución Grebel y Mantz se dirigen a otros cantones (Appenzell y Graubünden) para continuar con su ministerio itinerante. Cajakob toma otra dirección, pero igualmente insiste en predicar el Evangelio, bautizar creyentes, rechazar la unión Iglesia-Estado y en mantener una vida que reflejara la no violencia de Jesús.
Más tarde Mantz y Grebel se separan, éste se encamina a Maienfeld, en el Oberland.
Los tres principales participantes en los bautizos de aquella gélida noche en Zúrich padecieron persecuciones, castigos corporales, destierros y cárcel. Conrado Grebel se refugió en Mainfeld, probablemente en casa de su hermana Bárbara, casada con un originario de la villa, Beat Beli.
Murió en Maienfeld mientras huía de sus perseguidores, víctima de la peste en agosto de 1526, tenía menos de treinta años.5
Félix Mantz, en cuya casa se bautizaron uno a otro los anteriores discípulos de Zuinglio, fue el primer anabautista suizo ejecutado por autoridades protestantes. Lo ahogaron en el río Limmat, en Zúrich, el 5 de enero de 1527, tenía 29 años.6
Pagó con la vida el no haber renunciado a sus convicciones. Las autoridades religiosas y políticas de Zúrich lo consideraron tanto hereje como disidente político por negarse a reconocer los principios teológicos oficiales de la ciudad.
Félix Mantz nació en Zúrich en 1498. Hijo de un sacerdote católico, que llegó a ser canónigo del Grossmünster. Félix tuvo una buena educación escolar que le capacitó en el manejo del latín, griego y hebreo.
En 1522 se une al grupo dirigido por Zuinglio que estudiaba el Nuevo Testamento en griego, en la edición realizada por Erasmo en 1516. Por la renuencia de Zuinglio a poner en práctica las conclusiones a que habían llegado en el grupo de estudio bíblico, Mantz, junto con Conrado Grebel y otros, deciden comenzar a tomar distancia del reformador de Zúrich.
En diciembre de 1524 Mantz envió un escrito tanto al Pequeño Concejo como al Gran Concejo de Zúrich, donde da respuesta a las acusaciones en su contra de ser “revolucionario y bestia”.
Pero sobre todo se ocupa de explicar sus ideas acerca del bautismo de creyentes, el cual, de practicarse, no tendría por qué ser un factor desestabilizador del gobierno. Claro, siempre y cuando, se estableciera la separación Iglesia-Estado, pero mientras existiese la simbiosis necesariamente el disidente en cuestiones teológicas era, inevitablemente, también adversario político.
En su exposición escrita, Mantz cita varios pasajes neotestamentarios sobre el bautismo. De manera especial se ocupa de Mateo 28:18-20, y del caso en que Ananías bautiza a Pablo comenta:
“A partir de estas palabras vemos claramente qué es el bautismo y cuándo debe practicarse. Debe bautizarse a la persona que se haya convertido por medio de la Palabra de Dios, que haya cambiado su corazón y que, desde ese momento en adelante, desee vivir en vida nueva”.
Para Mantz la naturaleza del bautismo de creyentes excluía el bautismo de infantes.
Más o menos un año antes de ser ultimado mediante ahogamiento, Mantz escribió una carta a la congregación anabautista de Basilea. En ella la hermandad era exhortada a vivir una vida de auténtico arrepentimiento, consistente en dar frutos acordes con el ejemplo de Cristo y no nada más en un sentimiento pasajero de contrición.
Denunciaba que castigar y perseguir eran conductas contrarias al amor y misericordia de Dios. Advirtió que los hijos de Belial trabajaban por envidia “para destruir el orden de Cristo, tal como hizo Caín al asesinar a su hermano Abel cuando Dios vio con agrado la ofrenda de Abel”.7
La misiva sirvió de inspiración para un himnario de los Hermanos Suizos, llamado Ausbund, y que sigue en uso en la actualidad en las comunidades amish. Consta de dieciocho estrofas, y la primera dice: “Ahora cantaré con alegría:/ Mi corazón se deleita en Dios,/ quien me mostró tanta paciencia,/ que salvo fui de la muerte/ que nunca terminará./ Te alabo Cristo en el cielo,/ quien todas mis penas transformó”.8
Tras la escapatoria en marzo de 1526, Félix Mantz siguió desarrollando su ministerio, en algunas ocasiones junto con Blaurock y en otros momentos solo. Padeció encarcelamientos en Zúrich (La Torre de la Bruja y la prisión de Wellenberg), Chur, San Gallen y Groningen.
Fue precisamente en la región de Groningen que cayó capturado junto con Jorge Blaurock, el 13 de diciembre de 1526. Los llevaron a la prisión de Wellenberg.
A Blaurock las autoridades, al no ser ciudadano de Zúrich, le ordenaron salir. A Mantz lo condenaron a muerte.9 La Enciclopedia Menonita consigna cuál fue el motivo de las autoridades para imponerle la pena capital a Mantz el 5 de enero de 1527:
Porque contrario a la ley y las costumbres cristianas se había involucrado en el anabautismo, porque confesó haber dicho que quería reunir a los que querían aceptar y seguir a Cristo, y unirse a ellos por medio del bautismo, de manera que sus seguidores se separaron de la Iglesia Cristiana y estaban a punto de levantar y preparar una secta propia […] porque él había condenado la pena capital […] ya que tal doctrina es perjudicial para el uso unificado de toda la cristiandad, y conduce al delito, a la insurrección y a la sedición contra el gobierno[…] Mantz debe ser entregado al verdugo quien amarrará sus manos, lo pondrá en un bote y lo llevará a la cabaña más abajo; allí el verdugo meterá sus rodillas entre las manos atadas, pasará un palo entre sus rodillas y brazos y en esta posición lo lanzará al agua para que allí perezca en el agua. Con eso se habrá apaciguado la ley y la justicia […] Sus propiedades también deberán ser confiscadas por sus señorías.10
El mismo día que se dictó sentencia contra Mantz se cumplimentó la ejecución. Fue llevado desde la prisión Wellenberg al río Limmat. En el trayecto hacia el lugar donde sería cruelmente ahogado iba testificando de su fe a quienes le conducían y a una audiencia enmudecida.
Una voz se hizo escuchar, era la de su madre, que le animaba a permanecer fiel a Cristo y su Evangelio. En el bote, mientras sus verdugos le ataban manos y piernas, Mantz, así dejó constancia el cronista de Zúrich, Bernhard Wyss, iba cantando In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum (En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu).
Jorge Cajacob, el primero en ser bautizado el 21 de enero de 1525, fue expulsado de Zúrich el mismo día de la ejecución de Mantz, pero antes los verdugos le propinaron varazos hasta sangrarle la espalda.
Para cuando esto sucede había experimentado en varias ocasiones juicios, castigos y encarcelamientos junto con Grebel y Mantz.
Cajacob, más conocido en Zúrich y alrededores por el apelativo de Blaurock, era de Bonaduz, diez kilómetros al oeste de Chur en los Grisones. Estudió en la Universidad de Leipzig y, posiblemente, en 1513 recibió preparación para el sacerdocio.
De 1516 a 1518 tuvo a su cargo la parroquia de Trins, perteneciente a la diócesis de Chur. En 1523 dejó de ser sacerdote y contrajo matrimonio. Llegó a Zúrich unas semanas antes de los bautizos en casa de Mantz.11
Era impetuoso y de temperamento un tanto arrebatado. En distintos lugares y tiempos irrumpió en templos para increpar al predicador y tomar el púlpito. En el juicio que se desarrolló en noviembre, descrito antes, Blaurock afirmó que “Zuinglio, Jud, Lutero, el papa y otros de su clase, eran todos ladrones y bandidos”.12
Cuando le acusaron de querer usar la fuerza contra el Estado, él negó que los anabautistas recurrieran a la violencia para lograr sus propósitos.
Tras la expulsión de Zúrich, Blaurock hizo trabajo misionero anabautista en Berna, los Grisones, Appenzell y el Tirol. En territorio austriaco, particularmente en la región sur de Innsbruck, contribuyó para la vinculación entre los hermanos suizos y los moravos.
Trabajó junto con Hans Langegger. Autoridades de Innsbruck, bajo dominio católico, apresaron a Blaurock y Langegger hacia mediados de agosto de 1529. El 6 de septiembre del mismo año los dos fueron quemados en la hoguera, cerca de Klausen (en la actualidad Chiusi, Italia). Blaurock Tenía 38 años.13
Lo acontecido en la gélida noche invernal de Zúrich es tanto un punto de llegada como una línea de partida. Un punto de llegada porque representa la implementación de convicciones cuidadosamente construidas.
Es una línea de partida porque conociendo las repercusiones negativas que el acto celebrado pudiese traerles a los participantes en él, estuvieron dispuestos a afrontar los costos de ir a contracorriente tanto de la Iglesia católica como de las iglesias protestantes en el asunto de practicar exclusivamente el bautismo de creyentes.
Después de haberse bautizado mutuamente, los integrantes del pequeño grupo reunido en casa de Félix Mantz el 21 de enero de 1525 se comprometieron a difundir la necesidad de proclamar el Evangelio y bautizar a quienes decidieran seguir a Jesús como Salvador y Señor. Les comenzaron a llamar anabautistas.
Es importante detenerse en la explicación del vocablo anabautistas. El término les fue adjudicado desde afuera, ya que practicaban el rebautismo.
Las iglesias que bautizaban infantes, al juzgar la práctica de quienes decidieron solamente bautizar a los y las que previamente se convirtieran al camino de Jesús, consideraron el hecho como un rebautismo, dado que ya tales personas habían sido bautizadas en su infancia. Fue así que a los practicantes del bautizo de creyentes, y contrarios al paidobautismo, se les comenzó a llamar anabautistas, es decir, rebautizadores.
El mote anabautistas es reduccionista, porque sobre enfatiza una de las características de los propugnadores de la Iglesia de creyentes de tal manera que hace aparecer casi como único distintivo del grupo la oposición al bautismo de infantes.
Lo entiende bien William Estep, al referir que ya para cuando tienen lugar el 21 de enero de 1525 los bautizos en casa de Mantz “el movimiento radical enfocaba mucho más que sólo la misa, o incluso el bautismo de creyentes.
Para entonces también se incluía el tema de la naturaleza de la Iglesia. El concepto de una Iglesia de creyentes comprometidos con el Señor había sustituido al de una Iglesia compuesta por una multitud mixta”.
Al igual que en tiempos del Nuevo Testamento, “esta nueva Iglesia, como la de los apóstoles, iba a estar compuesta sólo por los que confesaran a Cristo como Señor y recibieran el bautismo de creyentes, en lugar de estar compuesta por todos los nacidos en una determinada parroquia. La Cena del Señor sería practicada por los bautizados en una forma sencilla, despojada de sus adornos medievales, como un compromiso de amor fraternal en memoria del sacrificio de Cristo, una vez hecho y más que suficiente”.14
Dada la simbiosis Iglesia oficial/Estado existente al tiempo de la rebeldía anabautista, era inevitable que actos originalmente religiosos (bautismo de adultos, la conformación de una iglesia de creyentes, forma de celebrar la Santa Cena), derivaran, a los ojos de clérigos oficiales y autoridades políticas/civiles, en actos que amenazaban la unidad social y religiosa territorial.
En este sentido, aunque “los primeros bautizos fueron actos de arrepentimiento, no llamamientos a la revolución social”,15 la simbiosis señalada no tuvo flexibilidad para concebir los retos de los anabautistas como acciones ceñidas nada más al ámbito religioso.
El círculo de Conrado Grebel siguió el camino que aquí he intentado describir panorámicamente por las convicciones bíblicas a que llegó. El proceso fue más complejo que lo apenas bosquejado.
Las convicciones fueron defendidas como principios teológicos irrenunciables, a la vez que las premisas las iba construyendo el grupo no de manera lineal y sistemática sino en respuesta a su contexto.
De todas formas parece factible señalar que el anabautismo surgido en Zúrich se caracterizó por ser “congregacional y separatista desde sus inicios, estos inicios fueron entrelazados por una continuidad teológica con los movimientos de Zollikon, la San Gallen rural y urbana, y finalmente con la Confesión de Schleitheim de 1527”.16
La de los anabautistas de Zúrich era una comprensión teológica en construcción, a la que otros núcleos y personajes le reforzaron y/o adicionaron ciertas particularidades en otras zonas geográficas en las cuales se diseminó el anabautismo.
Aquella noche en que Blaurock le pidió a Grebel que lo bautizara en casa de Félix Mantz, los tres estaban conscientes de que su acción podría repercutirles negativamente. En menos de cuatro años enfrentarían la muerte de manera trágica. Después de haber bautizado a Cajakob, el ministerio de Conrado Grebel tuvo la breve duración de un año y ocho meses.
De los tres, Grebel es el único que tuvo una muerte natural, aunque muy dolorosa.
Notas
1 William R. Estep, op. cit., p. 51. Detalles del juicio y argumentos de cada parte en “The Trial of Grebel, Mantz and Blaurock, Zurich, between November 9 and 18, 1525”, Leland Harder, op. cit., pp. 436-442.
4 “The Tenth Disputation with the Anabaptists: Their Retrial and Sentencing, Zurich, March 5-7, 1526”, Leland Harder, op. cit., pp. 443-448.
5 “The Death of Grebel, Mainfeld, August 1526”, Leland Harder, op. cit., pp. 455-456; John L. Ruth, Conrad Grebel, Son of Zurich, Wipf and Stock Publishers, Eugene, Oregon, 1999, p. 139.
7 Felix Mantz, Letter from Prison”, en Daniel Liechty (traductor y editor), Early Anbaptist Spirituality, Selected Writings, New York, Paulist Press, 1994, p. 19
9 “The Banishment of Blaurock and Execution of Mantz, Fourth Martyr of of the Swiss Anabaptists, Zurich, January 5, 1527”, Leland Harder, op. cit., pp. 473-475.
16 Es lo planteado por Andrea Strübind y glosado por C. Arnold Snyder, “Swiss Anabaptism…”, p. 47. La reunión fue organizada por los “principales grupos del sur de Alemania y los anabautistas suizos […] en Schleitheim, una pequeña ciudad en la frontera germano-suiza”, Pamela Johnston y Bob Scribner, La Reforma en Alemania y Suiza, Madrid, Ediciones Akal, 1998, p. 117. La convocatoria y desarrollo del conclave tuvieron lugar en secreto. Es necesario tener en cuenta la naturaleza de la Confesión o Siete Artículos de Schleitheim. La conversación colectiva y los acuerdos fijados en el documento redactado tuvieron lugar bajo persecución. Los reunidos carecían de condiciones para sostener largas discusiones y el tiempo era corto como para desarrollar posiciones sobre temas clásicos de la teología cristiana. El consenso alcanzado en la Confesión no significa que ésta sea una “Confesión de Fe en el sentido dogmático. Los Artículos no ofrecen un bosquejo completo de las creencias teológicas anabautistas, sino que delinean prácticas esenciales de los anabautistas”, C. Arnold Snyder, Life and Thought…, p. 156. El documento está fechado el 24 de febrero de 1527, texto completo en John Howard Yoder, Textos escogidos…, pp. 145-158.
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