Cristo vino a romper la maldición dada a la mujer después de la caída, ¡soy libre en Cristo!
“A los hombres se les enseña a disculparse por sus debilidades; a las mujeres, por sus capacidades” (Lois Wyse).
«Sin la mujer, la vida es pura prosa» (Rubén Darío).
“Una mujer es como un saquito de té: nunca sabrás lo fuerte que es hasta que la metes en agua caliente” (Eleanor Roosevelt).
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Nunca podré olvidar una ocasión en la que una preciosa hermana ya con el Señor... era alguien realmente especial y la entrevisté cuando cumplió 100 años a través de este mismo medio... estoy hablando de una mujer que muchos conoceréis, en dos palabras: “Ruth de Villar” ¡y tanto que era especial! Conocía a medio mundo y todo el mundo la conocía a ella; sabía querer, aconsejar, servir al Señor con todo lo que tenía y era y me quería tanto como yo a ella.
En una ocasión me dijo:
“Miña nena, tés que vir a Villar e tés que cantar e tamén predicar”… ¡pero venís los dos y que Timoteo no se olvide del acordeón! Lo cierto es que me quedé paralizada, eso era inconcebible en nuestras Asambleas y más aún en aquel tiempo y en aquella amada iglesia. De modo que el día que me dijo, allí nos presentamos y casi me pierdo en como sucedió todo, creo que hubo reunión de la Mesa del Señor y supongo que mi esposo predicaría, pero todo aquello me dejó un tanto desbordada, ella ni preguntó a los ancianos, que eran como dos y por encima de todo comimos con ella y con su esposo, nos preparó una riquísima comida que daba como para diez, charlamos largo y tendido, y en la reunión de la tarde, ella llevaba la voz cantante, hablaba sin el mínimo problema... y allí me vi cantando, hablando ni recuerdo qué y mil cosas más.
Cuando hoy me viene al pensamiento e intento hilar todo lo vivido, se me escapan detalles y sólo sé que aquello era saltarse todas las normas establecidas y mucho más; pero nadie dijo nada… Era Ruth, ¡Ruth de Villar! Sólo sé que yo a lo único que tenía miedo es que hubiera algún problema, aquello era muy inusual, pero al ver que todo era como extraño y a la vez muy familiar y que nadie dijo nada, enseguida se me quitó el miedo y… ¡como en casa, de maravilla! Guardo en mi corazón todo aquello que venía de la mano de Dios a través de una mujer que dedicó su vida a servir al Señor como era ella y como sabía, era respetada por todo el mundo y sirvió con mucho amor a diferentes siervos de Dios, en especial en su Villar natal. Una mujer muy adelantada a su época y a la vez respetuosa, en mi vida he escuchado nada malo de ella y cuando tenía que decir que no a algo o a alguien, no sé cortaba ni un pelo, le plantaba cara a quien hiciera falta… y me reservo unos cuantos secretos que me contó; en su momento me hicieron abrir la boca y después reír, hoy la vuelvo a recordar y la admiro todavía más, seguro que andará por los fogones del cielo o por donde le parezca, pero allí, con el máximo respeto posible y me imagino al Señor sonriendo al verla.
¡Sí, me encanta ser mujer y lo he dicho muchas veces! Primero porque el Señor me hizo mujer, segundo porque Cristo vino a romper la maldición dada a la mujer después de la caída y tercero porque soy libre en Cristo y me siento tan amada por él, que a ver quien es el guapo que me viene a quitar la libertad que mi Cristo gano para mí a precio de sangre en la cruz del Calvario….. “Y pondré hostilidad entre tú y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Su descendiente te golpeará la cabeza, y tú le golpearás el talón». (Génesis 3: 15) fue cumplido, y con la muerte y entrega de nuestro Jesús, ni siquiera todas las potestades del universo pueden con su triunfo.
Jen Oshman nos da 10 buenas razones para estar feliz con ser mujer:
1. Creadas por Dios
2. Creadas a imagen de Dios
3. Creadas para vivir en comunidad
4. Creadas con un llamado único
5. Creadas para la redención
6. Creadas para reconciliar
7. Las hermanas que nos preceden
8. Las hermanas a nuestro alrededor
9. Las hermanas que vienen después de nosotras
10. Prosperaremos
Y termina diciendo…
“Nuestro Dios, que mora en nosotros, nos hará a ti y a mí como árboles plantados junto a corrientes de agua. Cuando permanezcamos en Él, daremos fruto a su tiempo, y nuestras hojas no se marchitarán. Todo lo que hagamos prosperará (Sal 1:2-3).
En la presencia de Dios hay plenitud de gozo (Sal 16:11), vida abundante y eterna (Juan 10:10, 28). Rechacemos las promesas vacías de nuestros tiempos y abracemos, en cambio, al Dios que satisface nuestras almas anhelantes y nos colma de bienes (Sal 107:9).
Esta es realmente la mejor historia: hemos sido creadas para mucho más.”
Totalmente de acuerdo con Jen Oshman y sigo estando encantada de que Dios me haya hecho mujer y… aunque he llevado muchos golpes por revindicar la verdad de las Escrituras y de la obra de Cristo hacia todas las mujeres, rechazo de plano lo que alguien me dijo hace unos días que me dejó paralizada: “Jesús no murió por todos, sólo por los escogidos”. Lo miré de arriba abajo y le dije ¿qué?.. entonces borramos de la Biblia Juan 3:16. A lo que me contestó ¿sabes lo que es la hermenéutica?… lo volví a mirar de arriba abajo y le dije… ¿perdón? El que me parece que no lo sabes eres tú… es que según la hermenéutica en Juan 3:16, la palabra mundo significa…. y luego intentó seguir con la mujer; ahí ya le paré los pies y como era bastante más joven que yo le hice una pregunta y me dijo ¡si! Fue entonces cuando le pasé la mano por el hombro y le dije con pena y con la autoridad que me da el Señor, me das mucha lástima, te aconsejo estudiar en algún lugar donde te enseñen una buena hermenéutica, te lo digo con el corazón en la mano. Cuando quise ver, me di cuenta que mi marido me estaba esperando y con una cara de… ¿qué le estará diciendo? Pues hice lo que tenía que hacer, como lo hubiera hecho mi amada Ruth de Villar.
Os dejó con un poema que escribí hace unos cuantos años pidiéndole al Señor que entre risas y lágrimas todo pueda bendecir vuestras vidas:
MI DIOS ME HIZO MUJER
Mi Dios me hizo mujer de ojos como estrellas,
Y entretejió mi vientre para poder crear.
Me dio pechos suaves y regazo amplio,
Para poder mecer, cuidar y amamantar.
Mi Dios me hizo mujer con fuertes alas,
Para poder volar en libertad,
Me llenó de talentos, sueños e ilusiones
Y una capacidad inmensa para amar.
Mi Dios me hizo mujer; pero vinieron hombres,
Que me pusieron yugos, yunque y un bozal,
Quisieron restringir todos mis sueños
Y me privaron de toda libertad.
Mi Dios me hizo mujer como sirofenicia,
Que se acercó sin decirlo hacía Jesús,
Con toda suavidad tocó Su manto,
Y Su poder sanó, limpió y vio la luz.
Mi Dios me hizo mujer como María,
Que se postró a los pies del Salvador.
Bebí Sus aguas y todas Sus palabras
Y me llenó de Espíritu y Amor.
Mi Dios me hizo mujer y vino Cristo,
Para morir por mi sufriendo en una Cruz.
Vivió dolores, clavos hirientes y también espinas,
Para ganar mi salvación y eterna plenitud.
Beatriz Garrido
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¡Gracias mi Señor por haberme hecho mujer, por morir por mí en la Cruz y ganar mi libertad en ti!
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