En esta serie sobre EL CRISTIANO Y LA POLÍTICA vamos a ofrecer desde la palabra de Dios algo más de 30 razones que justifican y exigen el compromiso social y político del cristiano en el mundo.

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En el primer artículo vimos las primeras 12 razones, a las que luego agregamos otras tres. A continuación, vimos razones que tienen que ver con la familia y la educación y atendimos a ejemplos concretos de participación política.

Hoy continuamos considerando razones basadas en la historia de la iglesia.

24. Todos los reformadores abogaron por la separación entre la Iglesia y el Estado, pero, al mismo tiempo, todos estuvieron a favor de que el Estado se orientase conscientemente por los valores y órdenes básicos cristianos.

Tanto Lutero como Calvino y todos los demás reformadores del siglo XVI se ocuparon de los asuntos sociales. Todos ellos no quisieron únicamente reformar la Iglesia, sino toda la sociedad. Y lo hicieron sobre todo instruyendo al pueblo y a todas las personas en los valores y principios básicos de la Biblia.

Los escritos y los capítulos dentro de los escritos de todos los reformadores del siglo XVI que tienen que ver con asuntos sociales y políticos, constituyen toda una biblioteca en sí misma. El hecho de que el Estado no estuviera bajo la Iglesia y la Iglesia no estuviera bajo el Estado, nunca significó para ninguno de los reformadores que por esto el Estado pudiera proceder al margen de los valores cristianos, y que pudiera hacer lo que le viniera en gana. Entre las muchas Confesiones de Fe reformadas no hay ninguna que enseñe que los cristianos puedan perder de vista el bienestar de su sociedad.

25. Los padres del pietismo del siglo XVII no solo redescubrieron la enseñanza de la conversión personal, sino también la puesta en acción a favor de la sociedad, especialmente a favor de los débiles y los pobres.

El programa inicial de reforma del Pietismo provocó una oleada de creación de instituciones y acciones misioneras, pero también dio pie a la creación de innumerables organizaciones beneficiosas para la sociedad. Surgieron orfanatos, escuelas para niños pobres, farmacias, hospitales, centros de salud, hogares de ancianos y, más tardes, organizaciones para el tratamiento de drogodependientes. Así mismo el pietismo ejerció una poderosa influencia en la pedagogía de su época y en numerosas Universidades. Hoy los dirigentes del Pietismo continúan elaborando y ofreciendo programas y catálogos de acción para el Estado y la sociedad, y continúan publicando escritos, tanto para la población como para el Estado, de valores y trasfondo ideológico cristiano.

26. Los padres de la totalidad de las confesiones cristianas partían de la convicción de que todos los cristianos conocían normas justas para la política y la sociedad y tenían la obligación de transmitirlas a los gobiernos e inculcarlas al pueblo.

Esto vale decirlo de los padres de la Iglesia y de los teólogos desde la Reforma hasta nuestros días: de los reformadores luteranos (Lutero y Melanchton a la cabeza), de los reformadores de la Iglesia Reformada (Calvino, Bucero, Knox), de los reformadores anglicanos (Cranmer) y de los padres del metodismo (Wesley, Whitefield), así como de los bautistas (sobre todo en Inglaterra y los Estados Unidos de Norteamérica) y muchos otros.

La idea de que los cristianos deben distanciarse completamente de la sociedad y que los valores y mandamientos cristianos son exclusivamente para la Iglesia, y no valen para la sociedad, fue siempre una idea excepcional, propia de grupos radicales exclusivistas, pero nunca encontró su inclusión en ningunas de las Confesiones evangélicas. Ha sido el individualismo de los últimos 170 años quien ha contribuido a que se origine la extraña idea de un cristianismo de carácter puramente privado y sin trascendencia social y, con frecuencia, sin ninguna organización eclesial.

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27. La idea de que la fe es algo completamente privado y que no tiene ningún compromiso con la sociedad es el resultado de un moderno y exacerbado individualismo , nacido de raíces ateas y que no tiene nada que ver con una renovación bíblica.

Este individualismo propio del modernismo y la postmodernidad, y no de la Biblia ni de la historia de la tradición cristiana, es el responsable de que cada vez más cristianos se hayan apartado de la administración y de la política e incluso hayan renunciado al sencillo testimonio de los valores cristianos en el día a día.