A veces es necesario parar para poder volver con más fuerzas.
No todo es un «sí». Creo que esto debe estar presente en la mente de todo pastor/plantador. Es muy gratificante ver que vienen personas a pedirnos ayuda, y claro, que debemos ayudar, es nuestra labor. Es muy gratificante cuando alguien viene y nosotros ayudamos y vemos su sonrisa, esto está muy bien. O cuando vemos que lo están pasando mal y podemos servir como consuelo. Es maravilloso sentir como Dios te usa y puedes bendecir a otros.
Comienzo así este capítulo para que nadie malinterprete mis palabras, estamos llamados a servir, hacer morir nuestro ego, renunciar en muchas ocasiones a nuestra comodidad para la gloria de Dios y bendición de su Iglesia. Si uno quiere ser plantador/pastor y no quiere servir ni trabajar, mejor que busque otra actividad. Pues en el ministerio hay que trabajar bastante, por eso, en los anteriores capítulos hablaba sobre la importancia de medir el tempo a corto plazo y tener una agenda a largo plazo con descanso también. Porque como ya dije: El obrero es digno de su salario, pero también del descanso. Siempre la amenaza del síndrome de burnout (ver anterior capítulo) está acechando. Dicho esto, servir a Dios es maravilloso, es una autentica delicia espiritual sentirse usado por Dios, pero, comento estas cosas sobre todo a aquellos jóvenes que anhelan ser ministros y servir, plantar iglesias… no mires el ministerio como algo romántico o como una forma de ser un «influencer», irás mal. El ministerio es más que eso, nosotros no somos los salvadores, ni todopoderosos, nosotros, tenemos que mostrar a Cristo y su Evangelio a nuestra generación, a nuestros vecinos.
No quiero sonar repetitivo, pero para plantar una iglesia, pastorearla y no morir en el intento a veces tendrás que colocar líneas rojas, ajustar las prioridades, decir no siempre «si» y saber decir «no». Si esto no es una disciplina en tu vida, entonces es cuando el ministerio se puede volver una pesadilla, sí, una pesadilla que destruye vidas, matrimonio, a nuestros hijos. He visto pastores de años con familias destrozadas por no saber gestionar bien las líneas rojas, cosa que no juzgo, pues esto nos puede pasar a cualquiera. ¿Y cómo saber a qué decir «no»?
Precisamente, yo he tenido que decir «no» a este capítulo, mientras escribía las líneas del párrafo anterior, me sentía indispuesto, resultado después de una prueba de COVID, positivo. Por lo tanto, por mi salud, también para recuperarme y poder volver al 100%, he tenido que parar mis actividades por unos días, entre ellas, este artículo. Qué gran «casualidad», o como diría un buen amigo y colega, que gran «diosidad».1 Justo que me pasara escribiendo este capítulo para poder aplicar lo que trato de enseñar.
Por experiencia sé que no es fácil para un plantador que tiene tanto por hacer, quedarse un tiempo descansando por algún motivo, ya sea de salud, familiar o cualquier otro. Pero a veces es necesario para poder volver con más fuerzas.
Y dicho esto, es muy importante saber cuál es nuestra prioridad en nuestro ministerio, y esta prioridad es aquella por la que fuimos llamados a plantar una iglesia en un pueblo de España. En épocas nos sentiremos cansados, y puede ser que no veas mucho fruto, esto te lleve a la tentación de en vez de centrarte en seguir trabajando día a día en la misión en el pueblo, busques escapes, escapes como participar en conferencias, cosa que no está mal, pero que pueden cargar, apuntarte a otras actividades como cursos o participar en otros ministerios. Todo esto no está nada mal y se puede hacer, pero si empezamos a llenar nuestra agenda de actividades ajenas a la plantación de iglesia en el contexto que trabajamos, nos agotaremos y no haremos lo que realmente tendremos que hacer.
Voy a poner algunos ejemplos. Aparte de dedicarme a la plantación de iglesia aquí en Los Santos de Maimona, también me formé en historia de la iglesia más enfatizada en la Reforma Protestante Española. Esto me ha servido para poder trabajar mejor en el contexto rural, pues la historia nos da muchas claves. Pero también, he recibido algunas ofertas para participar en conferencias, dar clases en algunas instituciones teológicas, escribir artículos para algunos medios y varias entrevistas por canales de redes sociales. En muchas he dicho que «sí», pero hubo una época en el que me empecé a sentir muy cargado, y que empezaba a centrarme mucho en lo «académico» más que en la plantación de iglesia. Como he dicho en el anterior capítulo, estaba al borde del colapso. Lo peor que mi familia me veía no tan bien, la iglesia me veía de igual modo, no fue una situación agradable. ¿Sabes por qué me pasó esto? Por decir a todo «sí» y no saber decir que «no», por no tener un filtro que siempre es tan necesario para estas cosas. Con el tiempo aprendí a priorizar, y a ver lo que realmente es importante para ese momento. Claro, sigo, participando en todo lo que he comentado, pero a muchos y en muchas ocasiones he dicho «no», lo que viene a ser el caso, aplicar el filtro.
Esto es una tentación siempre presente en cualquier ministro, pronto escribiré algo que tengo en mente llamado «entre los focos y la cruz», que precisamente habla sobre este tema. ¿Por qué escribo esto? Muchas veces en el contexto de un plantador rural te vas a sentir poco visto, conocido, poco relevante. Al verte en un pueblo, al parecer que estás aislado. Pero esto es un engaño:
Porque no servimos para ser relevantes nosotros, sino para dar a conocer a Cristo. Si tu modo de servir es para que tú seas relevante, estás desenfocado.
Porque de cierta manera estás haciendo un papel maravilloso dentro de la misión de la Iglesia, llevar a una comunidad la Palabra de Dios sin adulteración.
Pero siempre está la tentación de querer ser más conocido por otros, esto puede que te lleve a provocar situaciones en las que te desenfoques de la misión que Dios te ha encomendado y te enfoques en ti más que en Cristo. Y sin medir, sin aplicar el filtro, empezarás a decir «si» a todas las propuestas que te vengan, quedándote menos tiempo para la misión. Conozco algún caso, que entró en esta espiral y acabó abandonando la obra, es esto lo que debemos evitar con una buena disciplina y un buen enfoque.
Por ejemplo, hace unos meses creé un canal de YouTube llamado «Con té de teología» en el que pretendía (bueno, y sigo pretendiendo ahora) hacer vídeos relacionados con la difusión de la Reforma Protestante Española, también algunas entrevistas relacionadas con temas bíblicos y teológicos. Ha tenido siempre buena acogida, incluso familiares míos no evangélicos lo siguen y han llegado a preguntarme ¿has dejado el canal? Pues bien, a esa pregunta tuve que responder —He tenido que decir «no» al canal por un tiempo—, no es por falta de constancia, es por salud y descanso mental, para poder centrarme más en los trabajos de la misión aquí en el pueblo, pues la iglesia va creciendo y cada vez más vienen otros retos nuevos y diferentes que superar, los cuales requieren mi «si» y toda mi disponibilidad.
Buscar la notoriedad sigue siendo una tentación en este mundo tan conectado en las redes sociales, y no me parece mal que por tu labor seas conocido en el mundo evangélico, pero si esto es a costa de tu desgaste físico y mental, acosta de dejar la plantación de iglesia, dejar la verdadera misión que Dios te ha encomendado a un lado, es mejor decir «no» a ciertas cosas. Es bueno, tener amigos, pastores, plantadores, misioneros, con mucha más experiencia que tú en el campo para saber escucharlos y poder recibir consejo cuando hay un desajuste en este campo, por ejemplo.
Este tema tratado en este capítulo es fundamental para el plantador de iglesia, obviamente, siempre hablo de mi experiencia, que a veces puede ser bastante subjetiva tratando de lo que yo he vivido, y puede querido lector, que no estés de acuerdo con todo lo que expongo. Pero, la soledad del ministro es muy mala en ocasiones, aunque a veces necesaria, la soledad del plantador en pueblos de España lo es aún más peligroso, pero a la vez necesaria, es como un arma de doble filo.
Lo primero que debo decir, es que nadie debe sentirse solo, debe tener mentores, pastores que le aconsejen, debe tener colegas que trabajen en un mismo campo, que puedan entender lo que uno está pasando. Pero dicho esto, es inevitable sentir la «la soledad del ministro», más aún de un plantador rural que a lo mejor tiene la iglesia más cercana a 40km. Hay varias maneras de encarar la soledad:
Tener ese tiempo de recogimiento, de oración con Dios, de comunión con Él, donde Él pueda tratar contigo, donde le pidas sabiduría para que te ayude en la tarea de plantador de iglesia. Suelen ser momentos muy edificantes y donde sales fortalecido. Eso sí, siempre apoyándote en tu familia, en tus colegas pastores, en tus mentores.
Buscando refugios engañosos. Quiero ampliar un poco más este punto, me refiero, a que la soledad si no la enfocamos debidamente, trae descontento, al traer descontento te llevará a buscar refugio que te anestesien más ese descontentamiento. Esto es muy peligroso, porque empezarás a decir «si» a cosa para descuidar la plantación porque ya te sientes descontento. Así han «muerto» muchas plantaciones de iglesia, que finalmente han sido abandonadas.
Si estás descontento, busca ayuda. No empieces a actuar de manera emocional, tratando de llenar un vacío. Pues irás caminando a refugios que al principio puedan parecer muy buenos y atractivos, pero que finalmente son contraproducentes pues no están en el centro de la voluntad de Dios, por mucho que al refugio que has dicho «si» sea un ministerio «x» o la red «y». Debes tener cuidado de que algo de segundo plano se convierta en algo de primer plano para ti y esto te lleve decir «si» a lo que no es voluntad de Dios, para decir «no» a la voluntad de Dios. Sus consecuencias pueden ser nefastas. Que Dios nos dé sabiduría.
Hasta aquí llega esta serie. Creo que se han sentado algunas bases de lo que es la plantación de iglesias en el contexto rural. Espero que se haya podido reflexionar sobre este asunto y que esto haya sido de ayuda para muchos. He pretendido, en base a mi experiencia en el campo de plantación de Iglesias por más de 9 años, ayudar a aquellos que quieren empezar, a animar a otros que ya están en el campo y dar respuesta a otros que tuvieron que abandonar el campo por diversas razones. Si te interesó el tema, puedes seguirme en mis redes sociales y queda a la espera de nuevos acontecimientos que vendrán sobre este tema tan apasionante. Hay 8.124 pueblos en España, el 92% de esos pueblos no tienen una iglesia evangélica.2
«Entonces dijo a sus discípulos: La mies es mucha, pero los obreros pocos.
Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.» 3
Notas
1 Una forma de decir que las casualidades no existen, todo está bajo la providencia de Dios.
2 Ministerio Decisión, una oración por España. https://www.unaoracionpor.es (30 junio 2023)
3 Lockman Foundation, Santa Biblia: la Biblia de las Américas: con referencias y notas, electronic ed. (La Habra, CA: Editorial Fundación, Casa Editorial para La Fundación Bíblica Lockman, 1998), Mt 9:37–38.
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