Seguimos en este caminar sobre los asuntos de plantación de iglesias en pueblos del interior de España. En el anterior capítulo tocamos el tema relacionado con la identidad del pueblo, lo importante que es conocer esta, lo importante que es conocer a aquellos entre los que vivimos. Hoy vamos a tocar el tema relacional con los vecinos del pueblo —aunque de este ya estamos hablando hace varios capítulos— pero lo vamos a ver hoy desde otra óptica, pues es un tema demasiado importante. Cada persona tiene sus ideas políticas, su manera de ver la economía, su forma de ver las cosas en general, yo tengo las mías, pero a lo que he sido llamado no es a exponer estas cuestiones, sino a exponer el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

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Abriendo los brazos a los vecinos

Ahora vais a entender que cuando digo «abriendo los brazos» no me estoy refiriendo de ir soltando abrazos a diestro y siniestro, sino el procurar tener cercanía, paz, empatía, simpatía con todos los vecinos, como dice la Palabra de Dios en Romanos 12:18 «Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres.»¹ Lo que quiere decir con TODOS.

Y una forma de tener paz con todos es no meterse en cuestiones que no sean favorables a la misión por la que hemos sido enviados por Dios. Y de esto hay varios campos que podemos hablar, por ejemplo, la política. Si vas a servir en un pueblo pequeño, es importante que tengas en cuenta esto, no fuiste a ese pueblo para ser activista, político, concejal o alcalde, sino para ser luz para todos por medio de la voz profética de la Iglesia que es la Palabra de Dios. Aunque esto no quiere decir que no tengas tus inclinaciones políticas personales, lo cual es muy respetable, pero si haces bandera de unas siglas políticas esto será como arrancar los raíles de una vía para que un tren pase, un completo fracaso. Posiblemente seas muy querido por una fracción del pueblo, pero serás muy odiado por la otra, y prácticamente habrás cerrado las puertas para esas personas y si alguien te tiene que odiar que no sea por cosas banales, sino por causa del Evangelio.

A mí en lo personal me gusta la política, me gusta estar informado de todo lo que acontece, de los debates en el congreso, de saber quiénes son los siguientes candidatos a cargos políticos, me gusta leer las noticias cada mañana, ver qué piensa cada partido, qué dicen, qué proponen, pero te digo por experiencia, nunca levantes la voz por unas siglas o sistema político, que tu voz sea levantada por el Evangelio. Será una pérdida de tiempo y desgaste a la vez que te enemistará con muchos vecinos si sólo quieres servir a un grupo, porque tomando esta opción es lo que estarás enseñando, que sólo te importa un partido.² Debes ser luz tanto a personas de derechas como también a personas de izquierdas, y posiblemente acabarás pastoreando personas de toda idea política.

¿Qué tiene que ver eso con abrir los brazos? Pues que te tocará tener paz con todos, tener buena relación con el alcalde es fundamental para el desarrollo de la misión en un pueblo, pero cuidado, también debes tener buena relación con la oposición, ¿y como se hace esto? Pues no significándote con ningún partido ni idea política, sino sacando solamente la bandera del Evangelio y el amor a tus vecinos.

Debes también estar dispuesto a abrir los brazos tanto a los jóvenes como los ancianos, debes ser un misionero para todos, si te solicitan debes ir a estar con ellos, no debes poner el objetivo para llegar con el Evangelio sólo en un grupo de persona determinados, debes ir a servir al anciano, al joven, al niño, al rico, al más humilde, debes estar para el empresario o para el drogadicto. Fuiste llamado para abrir los brazos para todo aquel que necesita del Evangelio. Muchas veces nos dejamos llevar por a la apariencia exterior y decimos —voy a ir a acercarme a esa familia que se mira bien, buena clase, esa, esa son la gente que quiero en «mi» iglesia—, estarás cometiendo un grave error si piensas así, por varios puntos: Primero, no es tu iglesia, es la iglesia del Señor, y menos mal que Él no pensó así, porque por tu forma de pensar no se habría fijado en ti. Dos, porque no debes hacer una acepción de personas, tu no eliges quien debe ser añadido a la Iglesia, lo hace el Señor de la Iglesia. Y, por último, si piensas así, se te olvidó el principio de la gran comisión de Mateo 28, un Evangelio para todos, ya si se añadirán o no la Iglesia eso le pertenece a Dios, nuestro deber es predicar el Evangelio a todo el mundo, a todos nuestros vecinos sean de donde sean, sean como sean, o vistan como vistan, o vivan como vivan, tu tarea es la de ser luz y mensajero de las Buenas Nuevas.

No perdamos la voz profética

Era el mes de febrero en la bella e histórica ciudad andaluza de Córdoba, cuando nos reuníamos los miembros de la Alianza Evangélica Española alrededor de celebrar el Congreso Idea donde se da lugar a la asamblea anual de dicha alianza. Recuerdo, que, desde el primer día, pasando por la predicación del día siguiente, se resaltó este concepto: Iglesia, no perdamos la voz profética.

Pero ¿qué quiere decir esto? ¿Cómo resonaban estas palabras en mi mente? En ese momento pensaba en Daniel 3, en los tres jóvenes Sadrac, Mesac y Abed-nego, que a pesar del edicto Nabucodonosor no agradaron al hombre porque esto suponía desagradar a Dios y perder la voz profética, ¡y qué voz! Cuando leemos después lo que ocurrió en el horno de fuego donde iban a ser castigados, Dios los bendijo y fueron usados por Él. Pensaba también en tantos profetas de la Biblia, hombres que se echaron en contra al mundo con tal de servir y glorificar a Dios. Pensaba en la Iglesia del primer siglo, cuando en Hechos 4, Pedro y Juan después de haber sido interrogados y amenazados para no hablar de Cristo en las calles a nadie, fueron a comunicárselo a los demás hermanos y respondieron de esta manera con la oración: «Y ahora, Señor, considera sus amenazas, y permite que tus siervos hablen tu palabra con toda confianza, mientras extiendes tu mano para que se hagan curaciones, señales y prodigios mediante el nombre de tu santo siervo Jesús.» ³ Pensaba en Esteban poco después siendo martirizado por hacer como dijo Pedro un poco antes, obedecer a Dios antes que a los hombres. Pensaba en nuestros reformadores…

Bueno, pensaba en muchos más, pero precisamente es esto lo que quiero decir, si estás siendo enviado a plantar una iglesia en un pueblo de España o donde sea, estás siendo enviado para ser luz, para glorificar a Dios, para hablar a otros del amor de Dios, para no buscar meramente el agrado de un grupo de persona, porque si te significas con alguien o grupo político siendo misionero o siendo pastor, empezarás a hablar como ese grupo de persona quiere que hables, no como Dios quiere que hables. Con esto no quiero decir que los cristianos no puedan tener un papel en la política, no, lo que estoy diciendo es que si has sido llamado a ser pastor, plantador, misionero, debes centrarte solamente en la tarea que fuiste llamado, porque de otro modo, el pueblo te verá como la «iglesia del partido de izquierda» o la «iglesia del partido de derecha» la Iglesia no le pertenece a nadie, al Único que le pertenece es al Señor Jesucristo, por lo tanto, es de vital importancia entender que nuestra misión es el ser luz en todo el pueblo y para todo el pueblo.

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Sin acepción de personas

Abrir los brazos significa esto, que eres llamado a llevar el mensaje a todos los vecinos de ese pueblo particularmente y al mundo en general. Esto quiere decir, que debes dedicar tiempo con personas de todo extracto social, ideas políticas, sexo, forma de pensar… Pues, precisamente estás para eso, para ser luz, para predicar el Evangelio a grandes y chicos, hombres y mujeres, ricos y pobres. Esto nos manda el Señor, y para eso será fundamental centrarnos en aquello que Dios nos ha llamado hacer, abrir los brazos a todos sin mirar a quien y sin perder la voz profética de la Iglesia.

Notas

1 Lockman Foundation, Santa Biblia: la Biblia de las Américas: con referencias y notas, electronic ed. (La Habra, CA: Editorial Fundación, Casa Editorial para La Fundación Bíblica Lockman, 1998), Ro 12:18.

2 De ahí la palabra, no estamos para servir a un grupo de personas, sino a servir a la comunidad, la plantación del pueblo es así.

3 Lockman Foundation, Santa Biblia: la Biblia de las Américas: con referencias y notas, electronic ed. (La Habra, CA: Editorial Fundación, Casa Editorial para La Fundación Bíblica Lockman, 1998), Hch 4:29–30.