En este lapso se ha convertido no solamente en un espacio para adquirir libros sino también en ágora para múltiples conferencistas.
La Librería Pairo 52 celebra su quinto aniversario. En este lapso se ha convertido no solamente en un espacio para adquirir libros sino también en ágora para múltiples conferencistas, conversar y compartir la mesa acompañados de un buen café. He sido invitado a participar en el programa celebratorio por mis dos entrañables amigos Aarón Cortés Herrera, director general, y Ángel Barrón Munzuri, gerente de proyectos. Tuvieron a bien incluirme en el Coloquio La Biblia en nuestro idioma: del Papiro 52 a la primera Biblia en español, a verificarse el 19 de abril. Voy a exponer sobre Francisco de Enzinas y su traducción del Nuevo Testamento, publicado en octubre de 1543. Agradezco la invitación y el obsequio que me hizo Aarón Cortés del facsimilar del citado Nuevo Testamento. A continuación la segunda parte del escrito que utilicé como guía para la charla.
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Enzinas enumera tres razones que le llevaron a realizar la traducción del Nuevo Testamento: 1) Cita la oposición del sumo sacerdote y sus aliados a que Juan y Pedro predicaran las enseñanzas de Jesucristo. Entonces Gamaliel (fariseo, doctor de la ley, quien era maestro de Pablo) exhortó a los integrantes del Concilio para que dejaran en libertad de enseñar a Pedro y Juan ya que si diseminaban meras doctrinas humanas las mismas no fructificarían, pero si procedían de Dios entonces no había forma de ponerles alto. De la misma manera en su tiempo, consideraba Enzinas, los esfuerzos prohibicionistas contra las traducciones bíblicas no tenían éxito, sino que al contrario, más bien se multiplicaban y él quiso sumarse al esfuerzo: “me he movido yo también a hacer algo en este negocio, y aprovechar en lo que pudiera a los de mi nación; y si no cumplidamente, a lo menos algún tanto”. 2) Con la traducción buscaba honrar a la nación española, la cual carecía de las Escrituras en su propio idioma: “Es así que allende de todos los griegos y de todas las otras gentes del mundo que conocen la redención de Jesucristo, los cuales en su lengua leen la Sagrada Escritura, no hay ninguna nación, en cuanto yo sepa, a la cual no sea permitido leer en su lengua los libros sagrados, sino a sola la española”. 3) Si fuese malo hacer traducciones bíblicas a distintos idiomas entonces existiría prohibición expresa por parte del Emperador y/o del Papa. Al no haber disposiciones que vedaran la traducción, entonces, concluía Enzinas, él no estaba contraviniendo ley alguna al respecto.
En cuanto a la tercera razón esgrimida por Enzinas es necesario recordar que el Concilio de Trento tuvo su primera sesión en diciembre de 1545. En la cuarta (8 de abril de 15646) se tomó la decisión de prohibir las traducciones e impresiones de la Biblia en lenguas de los pueblos y declaró como única autorizada la Vulgata latina de San Jerónimo. Por otra parte, la cuestión “empezó a quedar clara para el mundo católico a partir del Index de Fernando de Valdés (1551), que afirmaba explícitamente la prohibición de la Biblia en castellano o en cualquier otra lengua vulgar; una actitud represiva confirmada poco después por el Index romano de 1559” (Bergua Cavero, 2006:49).
Francisco viaja de Amberes a Bruselas con el objetivo de presentarle su traducción del Nuevo Testamento al emperador Carlos V. Por intermediación del obispo de Jaén, Francisco de Mendoza, obtiene cita con el monarca, la que tiene lugar el domingo 23 de noviembre de 1543 (Sánchez Domingo; 2005:113). Enzinas le solicitó a Carlos V que protegiera la libre circulación de la obra, petición a la que accede el personaje, siempre y cuando el volumen no contuviera enseñanzas sospechosas. En el encuentro, rememoraba Enzinas, vio a “un príncipe tan grande ignorar totalmente lo que es el evangelio de Dios, el Nuevo Testamento, las santas letras y la doctrina celestial, y no solamente ignorar eso, sino también poner en tela de juicio la Santa Escritura, la Palabra de Dios” (Enzinas, 1545, t. I:100).
El Nuevo Testamento de Enzinas lo examinó el confesor del emperador, el dominico Pedro de Soto. En Bruselas acaecieron dos interrogatorios de Soto a Francisco, en el primero el trato fue amable y hasta elogioso, pero en la segunda ocasión el examinador levantó duras objeciones a lo producido por Francisco de Enzinas, le advirtió que
La sola lectura del Nuevo Testamento ha sido considerada siempre entre los católicos como la causa que ha producido todas las herejías en la Iglesia. También el único medio por el que hemos conservado a España pura y sin mancha alguna de herejía, ha sido la prohibición de esa lectura del Nuevo Testamento en lengua vulgar. Ahora bien, Francisco, os tocaba a vos haber emprendido demasiado audazmente, contra las leyes del Emperador, contra la religión, contra el amor que debéis a vuestro país y especialmente a vuestra ciudad, la cual ha sido siempre floreciente y abundante en gentes sabias, la osada publicación del Nuevo Testamento en lengua vulgar. Ciertamente es un acto digno de castigo el haber menospreciado, especialmente en ese punto, las leyes del gran monarca del mundo; es un acto intolerable, el haber procedido contra el derecho que cada cual está obligado a guardar a su país, y haber manchado su hermosura y su pureza con un mal ejemplo de novedad; pero además de haber violado la religión, es un acto execrable, que sobrepasa todas las faltas que se pudieran cometer (Enzinas, 1545, t. I:116).
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Además del “delito” cometido por Enzinas al traducir el Nuevo Testamento, Soto le reclamó haber estado en Alemania y haberse hospedado en casa de Felipe Melanchthon, así como ser el autor (en realidad traductor/adaptador) de Breve y compendiosa institución de la religión cristiana, que contenía un catecismo de Juan Calvino y Tratado de la libertad cristiana, de Martín Lutero, asunto visto anteriormente. Enzinas argumentó a favor de la lectura de la Biblia, “que podría servir para sacar a los españoles de las densas tinieblas en las que andan sumidos” El interrogatorio fue interrumpido y acto seguido, ya en el exterior, Enzinas es aprehendido y llevado a la cárcel el 13 de diciembre de 1543 ((Bergua Cavero, 2006:71).
Permaneció encarcelado poco más de un año, hasta el 1 de febrero de 1545, cuando se evadió y regresó a Wittenberg. Enzinas tradujo y publicó en 1550, en Estrasburgo, cuatro libros del Antiguo Testamento: Job, Salmos, Proverbios y Eclesiástico. Su base textual no fue el hebreo para los primeros tres, ni el griego para el caso del cuarto, sino que usó la Biblia en latín traducida por Sebastián Castellio (Enzinas, 1550; Gilly, 2018:323).
En sus Memorias, además de relatar la persecución y encarcelamiento que sufrió, Enzinas describe otros casos que las fuerzas inquisitoriales efectuaron contra quienes abandonaron la ortodoxia católica romana (Enzinas, 1545, t. II). Dedicó un volumen a narrar el asesinato de Juan Díaz, victimado por orden de su hermano Alonso. Juan se había convertido al protestantismo, viajó con el grupo que representaba a la ciudad de Estrasburgo en el Coloquio de Ratisbona, convocado por Carlos V y que inició el 27 de enero de 1546. Juan Díaz era secretario de Martín Bucero, quien encabezaba la delegación protestante para el debate con la contraparte católica romana. Durante las sesiones Alonso hizo esfuerzos por convencer a su hermano Juan de regresar al catolicismo, objetivo que no logró. El 27 de marzo un esbirro enviado por Alonso ultimó de un hachazo en la sien a Juan (Enzinas, 1546). Por otra parte la tragedia tocó su vida, y el dolor debió ser intenso, cuando Francisco recibió la noticia de la ejecución de su hermano Diego por la Inquisición en Roma en marzo de 1547. El traductor del primer Nuevo Testamento en castellano murió en Estrasburgo, víctima de la peste, el 30 de diciembre de 1552.
Enzinas combinó la tarea de traductor bíblico con la de exhibir por escrito la intolerancia y acciones persecutorias contra quienes rompieron con la pretendida unidad religiosa de España. Lo mismo harían Juan Pérez de Pineda y Casiodoro de Reina. Francisco también tradujo clásicos grecolatinos y muy probablemente haya sido el autor de un libro que se publicó anónimamente en Estrasburgo en 1550, Lazarillo de Tormes (Rodríguez-Vázquez y Rodríguez López-Abadía, 2015; Rodríguez Vázquez, 2016). Sobre la autoría de la mencionada obra distintos investigadores han señalado como posibles autores, entre otros, a Juan Luis Vives, fray Antonio de Guevara y Juan o Alfonso de Valdés. Aquí comparto que mientras investigaba para escribir mi libro Casiodoro de Reina traductor de la Biblia del Oso publicada en 1569 (que salió a la luz en 2020), conocer acerca del personaje sobre el que ha tratado esta exposición como probable autor del Lazarillo, me hizo leer la obra con mayor cuidado, tratando de relacionarla con otros escritos de Francisco de Enzinas.
Concluyo con palabras de Enzinas: “Yo no sé que es lo que consigo, pero desde luego trabajo con limpia conciencia, Dios me es testigo, de Él espero una paga equivalente a mis esfuerzos, aunque no consiga agradecimiento ninguno de la gente de esta época. Sin embargo, espero, que habrán de venir algunos hombres dotados de mejor juicio para quienes nuestro empeño no será baldío” (misiva 8 de enero de 1552, Enzinas, 1995). Y no, su empeño no fue baldío, ya que la traducción neotestamentaria al castellano realizada por él sentó escuela para las traducciones del Nuevo Testamento de Juan Pérez de Pineda (1556) y de Casiodoro de Reina (1569).
Bergua Cavero, Jorge (2006): Francisco de Enzinas: un humanista reformado en la Europa de Carlos V. Madrid: Editorial Trotta.
Enzinas, Francisco de (1545): Memorias. Historia del estado de los países bajos y de la religión de España, t. I (1960), segunda edición. Buenos Aires-México: Editorial La Aurora-Casa Unida de Publicaciones.
Enzinas, Francisco de (1545): Memorias. Historia del estado de los países bajos y de la religión de España, t. II (1960), segunda edición. Buenos Aires-México: Editorial La Aurora-Casa Unida de Publicaciones.
Enzinas, Francisco de (1546): Verdadera historia de la muerte del santo varón Juan Díaz, por Claude de Senarclens. Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Enzinas, Francisco de (1550): Sabiduría de lo alto. Cuatro traducciones bíblicas del siglo XVI, Caballero Bravo, Alba María (edición y glosario), García Pinilla, Ignacio J. (introducción) (2017). Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Enzinas, Francisco de (1995), Epistolario, edición de García Pinilla, Ignacio J. Ginebra: Librairie Droz, ep. 67, pp. 616-619. Cita tomada de Jonathan L. Nelson (2020), Francisco de Enzinas y su Nuevo Testamento, separata de la edición facsimilar del Nuevo Testamento publicado en 1543. Madrid: Sociedad Bíblica de España, p. 5.
Gilly, Carlos (2018): “El influjo de Sébastien Castellion sobre los heterodoxos españoles del siglo XVI”, en Boeglin, Michel, Fernández Terricabras, Ignasi y Kahn, David, Reforma y disidencia religiosa. La recepción de las doctrinas reformadas en la Península Ibérica en el siglo XVI. Madrid: Casa de Velázquez, pp. 305-349.
Rodríguez López-Vázquez, Alfredo (2016), “Las dos partes del Lazarillo de Tormes, la Reforma Protestante y la atribución a Francisco de Enzinas”, Janus. Estudios sobre el Siglo de Oro, núm. 5, Universidade da Coruña, pp. 49-64.
Rodríguez López-Vázquez, Alfredo, Rodríguez López-Abadía, Arturo (2015): “Problemas del Lazarillo: el falso privilegio de Martín Nucio y la atribución a Enzinas”, Lemir, Revista de Literatura Española Medieval y del Renacimiento, núm. 19, pp. 377-396.
Sánchez Domingo, Rafael (2005): “Francisco de Enzinas: entre la heterodoxia y la búsqueda de la verdad”, Revista de la Inquisición, núm. 11, Madrid: Universidad Rey Juan Carlos, pp. 107-130.
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