Miro hacia el frente confiada, serena y calmada, sabiendo que el precioso Señor de nuestras vidas me va a ayudar en una nueva etapa en la que ya sólo estamos mi esposo y yo.
“La muerte será un adorno que pondré al legado de mi vida”.
Enrique Bunbury
“Cuántos corazones tocaste, ese será tu legado en esta Tierra”.
Patti Davis
“El legado será la prueba de la vida que viví”.
Nicola Yoon
Ayer, cuando creí que ya estaba terminando de replantearme multitud de cosas en mi vida a partir de ahora y de recoger para diferentes fines todo lo que tengo de mi madre, estaba realmente contenta. ¡Por fin había concluido la difícil y primera parte!… La habitación de mis padres, todo lo que guardaban cajones y armarios... Realmente me había visto tan paralizada por las circunstancias, que lo que me esperaba por hacer se me representaba como una montaña demasiado grande para escalar. Pero ya todo estaba lavado y planchado, ideado como iba a realizar las cosas y como iba a quedar cada rincón, cuando me di cuenta de que al ir a ver dos cajoneras que me faltaban, que yo creía que estaban medio vacíos, comencé a observar que allí había un montón de cosas que no había visto antes y me puse a la tarea.
Cuando comencé con ello, no podía dar crédito a todo lo que escondían aquellos dos cajones, ¿cómo no me había dado cuenta? Entonces saqué todo y lo metí en bolsas para poder revisar cada cosa con mucha calma y pasaron un par de días. Ayer en la tarde me puse con todo aquello deseando acabar de una buena vez, y jamás imaginé la de cosas preciosas y especiales que encontré.
Todo estaba tan cubierto por el polvo de los años como nadie se puede imaginar, parecía sacado de una especie de película. Entre algunas otras cosas encontré muchos jabones de un olor delicioso, algo que se utilizaba mucho hace años para meterlos entre la lencería y ropa fina, los había de todo tipo, hasta uno especial del Mar Egeo, después había ropa muy suave y muchos pañuelos preciosos de ella y de mi padre, y algo por lo que las dos compartíamos un gusto muy especial, perfumes, buenos perfumes que me apropié de inmediato. En un rincón, dentro de una caja, encontré con gran sorpresa, mi primer sonajero; ¡lo reconocí al instante! Era de plata y de nácar y era inconfundible aquel dibujo y aquel sonido… y más tarde comencé a ver cajas separadas con mucho cuidado, una contenía una polvera dorada preciosa que recordé inmediatamente, era deliciosa y la recuerdo dentro del bolso de mi madre cuando iba a alguna boda, y seguí hasta que encontré un punzón para repujar y al lado varios trabajos hechos por ella misma, entonces recordé sus “manos de plata”, eran hábiles para todo y la recuerdo confeccionando fundas para Biblias cuando había “Dorcas” o algún evento en el que podía participar con el grupo de mujeres de la iglesia. No pude evitar derramar lágrimas entremezcladas con muchos sentimientos.
Luego comencé a ver fotos dedicadas y enviadas por personas muy amadas; y casi al final, encontré lo mejor, una caja especial en la que conservaba maravillas realmente, la esquela de su padre y muchas poesías para dar en Navidad en nuestra niñez, y abajo… cartas de siervos de Dios muy conocidos y queridos por mí, hoy en la presencia del Señor, agradeciendo su preciosa hospitalidad y otras muchas cosas.
Ni sé los años que todo aquello llevaba allí, porque el olor a añejo y el polvo que desprendían comenzaron a irritarme los ojos de un modo muy fuerte y me sentí mal por muchas partes. Pero aquello aún no había terminado, luego comencé a encontrar hojas llenas de versículos y más y más hojas de himnos que se habían cantado en el coro de la amada iglesia de Ares, uno, era una preciosa traducción y adaptación de Jorge Davis hijo…… “Es mi canción el nombre más hermoso el de Jesús mi salvador y rey, el que pagó el precio del rescate, cuando en la cruz, su vida dio por mí”. Lo que más me emocionó fue una especie de poesía o himno escrito en una hoja de lo más delicado y con una letra inglesa finísima, estaba firmado por Eloísa Ginnings, y la fecha era del año 1957. Yo no había nacido y no la llegué a conocer, pero la marca de los Ginnings permanece indeleble hasta el día de hoy en la iglesia y la “Villa Marinera” de Ares.
Al lado de todo aquello y entre otras cosas guardaba infinidad de bolígrafos y plumas de mi padre y muchos papeles en blanco con el sello suyo….. Creo que si me dieran a escoger el legado más hermoso que mi madre me dejó, estaría entre todas aquellas cosas, que tal vez no tuvieran valor para otros; para mí, ¡el más grande!, porque eran huella inextinguible de su esencia, la de una mujer de Dios que le siguió hasta su último día de vida en esta tierra.
Amó a su esposo hasta su último suspiro, crió a dos hijas en los caminos del Señor con sus enseñanzas y su ejemplo. Cuidó y vivió desde siempre con mis abuelos paternos, y nunca puedo olvidar una frase que siempre repetía mi abuela: “Si tuviera que elegir entre mi propia hija y ella, tendría que hacerlo con los ojos cerrados”.
Mi madre me ayudó a criar a mis propios hijos. Tengo un sofá pequeño que tendré que dar, lo recuerdo desde que era una niña y ella lo tenía en su habitación; muchísimas veces arrimaba aquel sofá a su cama y preparaba una camita para que cualquiera de mis hijos pudiera dormir allí y no caer.
Esta noche ha sido muy corta y me espera mucho por hacer, y colocar todos estos tesoros. Pero mi alma late de gratitud al Señor por todo ese precioso legado y recuerdos; representaban del mejor modo que nadie pueda imaginar como era la mujer que el Señor me concedió como madre. Ahora parto sola en muchos sentidos, pero sus enseñanzas, ejemplo y oraciones siguen conmigo, las oraciones, en realidad, las guarda nuestro Dios… y miro hacia el frente confiada, serena y calmada, sabiendo que el precioso Señor de nuestras vidas me va a ayudar en una nueva etapa en la que ya sólo estamos mi esposo y yo; pero tal y como aprendí, en unos días estará llena de toda nuestra familia, con Dios presidiendo la mesa y nuestras vidas.
Si tuviera que elegir una poesía que le escribí y dediqué cuando cumplió 80 años, sería la que os dejo a continuación, fue publicada en este mismo medio y en unos cuantos más…
Mis primeros recuerdos de ti son suaves,
de tiernas caricias y preciosa piel,
tus brazos me arrullaban entre cantos,
Y jamás olvidaré aquel querer.
Pasaron años y seguiste cuidando,
Jamás faltaste si necesité.
Tu cariño constante fue muestra indeleble,
de madre abnegada en todo su hacer.
Aprendí a amar a Dios con tu vida y tu ejemplo,
con prudencia, silencio y profunda humildad.
La Palabra Divina leída en tus labios,
quedó en mis oídos por siempre jamás.
Hoy llega el momento de cuidarte y amarte;
Ayudarte en tus años y debilidad.
Y estoy a tu lado, dispuesta a ayudarte,
con amor devuelto, sólo eso, nada más.
Tu cara de ángel sigue igual de hermosa;
aunque tus andares no son los de ayer.
Pero aquí me tienes con los brazos amplios,
hasta que el buen Padre venga a recoger.
Lo he cumplido y no fue fácil, pero sólo tengo recuerdos hermosos, aún en los tiempos más difíciles; y si tuviera que escoger un texto de la Palabra de Dios, no lo dudaría ni un instante…
“Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme al Señor, esa será alabada.
Dadle del fruto de sus manos,
Y alábenla en las puertas sus hechos.”
Proverbios 31: 29 – 31
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