Algunas de las estrellas más brillantes que pueden verse a simple vista en el firmamento nocturno, nos muestran la luz que emitieron hace unos veinte, doscientos o dos mil años.
En anteriores trabajos vimos como la luz de las estrellas nos trae mensajes del pasado. Sin embargo, a pesar de viajar a la mayor velocidad conocida en la naturaleza, la información que aporta no está al día sino que proviene de soles que emitieron su luz hace muchísimo tiempo y hoy posiblemente ya no existen. Es verdad que un fotón de luz es el velocista por excelencia de la naturaleza, pues puede darle siete vueltas a la Tierra en tan solo un segundo. Nada conocido es capaz de superar esta marca en el vacío.
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Sin embargo, a pesar de ser tan veloz, no puede mantener la puntualidad cuando se enfrenta a las enormes distancias cósmicas. El universo es tan increíblemente grande que la luz puede tardar años, milenios o miles de millones de años en recorrer tan enormes distancias. De manera que al leer la información que llega a la Tierra desde lejanas galaxias, los astrofísicos están analizando la luz que dichos cuerpos emitieron en el pasado remoto. Es como un túnel del tiempo que permite a los científicos observar lo que ocurrió en tiempos pretéritos pero sin poder intervenir, ni alterarlo, como suele ocurrir en ciertas películas de ciencia-ficción.
Algunas de las estrellas más brillantes que pueden verse a simple vista en el firmamento nocturno, nos muestran la luz que emitieron hace unos veinte, doscientos o dos mil años. Otras, las que requieren potentes telescopios para observarlas, como el Hubble o el James Webb, pueden mostrar las galaxias que se formaron algunos millones de años después del Big Bang. Se cree que los astros que emitieron su luz hace tantísimo tiempo ya no existen y que de ellos solo queda la luz que actualmente nos llega. Estudiando dicha luz es como los especialistas han llegado a deducir tantas cosas sobre el universo, como que está en expansión, que tuvo su origen en el Big Bang, que poco a poco se fueron formando las estrellas, galaxias, planetas, etc. ¿Hay algún límite a este estudio retrospectivo de la luz en el cosmos o quizás podrá la ciencia entender cómo se creó todo (energía, materia, espacio y tiempo) a partir de la nada absoluta?
Existe una frontera en el estudio de la luz que actualmente resulta infranqueable para la cosmología y que se conoce como el “momento de la recombinación”. Se trata de una especie de muro oscuro (puesto que aún no había luz) que impide saber lo que ocurrió antes de los primeros 380.000 años después de la creación del universo. Se cree que fue en ese momento cuando el cosmos se volvió visible ya que los fotones empezaron a propagarse libremente. La temperatura descendió hasta permitir que los electrones se unieran a los núcleos atómicos y así se crearan los primeros átomos neutros. Entonces se hizo la luz. ¿Qué debió ocurrir antes? ¿Por qué las tinieblas dominaron durante tanto tiempo?
Según la teoría, porque la temperatura y la densidad del universo debían ser infinitas y esto impedía la existencia de la luz. De manera que la física actual es incapaz de explicar el momento cero del origen del cosmos porque todavía no había luz y las condiciones debían ser muy singulares. De ahí que se hable de la “singularidad” inicial.
Es interesante que el Génesis, en relación a la tierra primitiva, diga también que “estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo” (Gn. 1:2). Aunque, afortunadamente, “el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”.
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