Cuatro historias reales de cristianos clandestinos de Asia que representan el viaje de la fe de un creyente.
En muchas partes del mundo, seguir a Jesús es un crimen. En algunas ocasiones, está penado con duros castigos. No obstante, alrededor del mundo hay millones de cristianos clandestinos, y muchos de ellos viven en Asia Central. Para estos creyentes, compartir su fe en Jesús puede ser una misión imposible.
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“En el mundo musulmán, que alguien exprese su fe no es tan simple como parece, puesto que esto puede conllevar repercusiones extremadamente perjudiciales para el creyente”, dijo un líder creyente de trasfondo musulmán, quien es también colaborador local de Puertas Abiertas.
“Por ello, siempre necesitamos pedir sabiduría a Dios a medida que caminamos con estos creyentes y confiar en que el tiempo de Dios siempre es perfecto. Sin importar lo que finalmente escojan, discipulamos a estos creyentes para que crezcan en su fe y un día puedan cumplir con los propósitos de Dios para sus vidas”.
A pesar de los retos, muchos creyentes son lo suficientemente audaces para compartir su fe en Jesús abiertamente.
Morium* es una cristiana clandestina de 19 años de la parte suroccidental de un país de Asia Central. Ella proviene de una familia musulmana muy conservadora. Todo con respecto a la vida de Morium está controlado por su familia. No se le permite tener un teléfono móvil, y sus amigas son algunas chicas que han sido seleccionadas y aprobadas por su familia.
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Un día, por casualidad, Morium conoció a una chica cristiana con la que rápidamente entabló una bonita amistad. Entre ellas podían hablar de cualquier cosa, incluso sobre Jesús. Morium se interesó más y más en este hombre llamado Jesús, quien estuvo en la tierra hace más de dos mil años. A menudo quedaba con su amiga cristiana, sin que nadie se diera cuenta, para hablar sobre Jesús y el cristianismo, hasta que finalmente aceptó a Jesús no mucho tiempo después de conocer a esta chica.
Morium mantuvo en secreto su amistad con esta chica porque sabía que no sería lo mejor para ella o para su amiga si su familia se enteraba. “Si mis padres se enteraran, no me dejarían volver a salir de casa nunca más”, dice Morium, temblorosa y aparentemente inquieta.
“Es imposible para mi compartir mi fe con mi familia. No pueden saber lo que estoy haciendo (seguir a Jesús). Vine aquí para aprender sobre Jesús y sobre la fe cristiana”, dice Morium a sus compañeros en un campamento de jóvenes financiado por los colaboradores de Puertas Abiertas al que asistió en secreto. “Nadie lo sabe, ni mis padres ni mis hermanos. Creo que nunca podré hablarles sobre esto. Mentí a mis padres para poder venir. Me encanta saber más de Jesús y poder asistir a este tipo de eventos, pero no sé cómo hacerlo”.
Morium no está segura sobre cuánto tiempo más podrá mantener su fe en secreto, pero, de momento, es lo que seguirá haciendo.
Kabir* ha sido un cristiano clandestino de Isa Almasih (Jesucristo) durante cuatro años. Él mantuvo su fe oculta de su familia y amigos porque viene de una familia musulmana muy devota y de una tribu conocida por su orgullo islámico.
Cuando Kabir se encontró con el amor y la paz de Isa Almasih fue consciente de los peligros de ser reconocido como un cristiano en su comunidad. Lo mantuvo en secreto por un tiempo, pero después encontró valor en los brazos de Dios. Lentamente, con la ayuda del entrenamiento brindado por los colaboradores locales de Puertas Abiertas, se fue sintiendo contento de enfrentar la persecución como un cristiano porque sabía que sería algo inevitable.
“Crecí en mi relación con Cristo y pensé: ¿Por qué no debería contarle algo tan asombroso como esto a mis seres queridos?”, comparte Kabir.
Como resultado, decidió contarles a su familia y amigos la buena noticia poco a poco. La gente en su comunidad ha empezado a aprender sobre su fe; al principio quedaron en shock, pero después de escuchar su testimonio, se calmaron e incluso comenzaron a escucharlo.
Algunos de sus hermanos también han escuchado sobre esto, y a pesar de que se enojaron con él por hacerlo, decidieron mantenerlo en secreto de sus padres para proteger a su hermano.
Los padres de Kabir, que viven lejos, aún no saben sobre su nueva fe, pero él ora para que Dios abra puertas y provea una oportunidad para que su oración sea contestada: que su familia al completo pueda recibir el mismo regalo que él ha recibido, a Jesucristo.
“Nadie entendió mi situación. Sentí que no había esperanza. Quería suicidarme. Lloré mucho, y luego sentí una paz en mi corazón y una voz que me dijo: ‘Necesitas paz, no tienes que llorar. Dios te acepta tal y como eres. Él sabe lo que está pasando en tu vida. Significas demasiado para Él. Eres valiosa’”, dice Ruti*, una cristiana clandestina que fue perseguida por su familia.
Cuando tenía 17 años, Ruti jamás habría pensado que enamorarse de una persona cristiana sería considerado como enamorarse de “la persona equivocada” para su familia.
Cuando Ruti le dijo a su familia que era una seguidora de Jesús, ellos casi no le creen; pero cuando descubrieron que el novio de Ruti era un cristiano, enloquecieron. Hicieron todo lo que estuvo en sus manos para separarlos; incluso le trajeron un chamán, que trató de convencer a Ruti de que su novio cristiano la había hechizado, y esa era la razón por la que ella ya no era musulmana. Ellos incluso la hicieron tomar una poción para sacarle el “espíritu cristiano” que tenía por dentro. La familia abusó físicamente de ella en nombre de la espiritualidad. Tomaron todas sus pertenencias relacionadas con la cruz y las rompieron frente a ella. La obligaban a que negara a Cristo, pero Ruti valientemente les gritó: “¡Solamente creo en Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!”
Un golpe, luego otro, y otro… la golpearon e intentaron estrangular.
“También me agarraron del cabello y lo cortaron; sostenían mis manos firmemente, y se me empezaron a caer las uñas, con el tiempo ya no sentía ningún dolor”, indica Ruti, “solamente dejaron de estrangularme porque pensaron que clamé a Allah, y entonces se dijeron el uno al otro ‘ya ha vuelto en sí, no volvamos a hacerlo. El islam es hermoso’”.
Unos meses después, Ruti encontró su oportunidad. Se las arregló para subirse a un bus que la llevó a una ciudad lejos de su familia. Ella nunca había viajado a ningún lugar sola, y mucho menos a una ciudad en la que nunca había puesto un solo pie. Cristianos locales que conocían a Ruti pidieron algunos favores para ella y fue llevada a salvo a una casa dirigida por nuestros colaboradores locales.
Hoy en día, Ruti vive con sus mentores, quienes la están discipulando y cuidando. Los colaboradores locales de Puertas Abiertas la apoyan también financieramente hasta que ella pueda hacerlo por sí misma. Después de haber experimentado tal trauma, y haber sido hostigada por su familia, Ruti sueña con convertirse un día en una maestra cristiana que enseñe sobre el amor y la paz de Jesús, quien salvó su alma.
Katharina* era la hija de un muy aclamado líder religioso. A lo largo de toda su vida, fue obediente en seguir los caminos del islam sin cuestionarlos. Solamente hasta después de casarse con su esposo, que era ateo y había nacido en una familia católica, ella empezó a cuestionar su fe.
Su esposo era bastante escéptico cuando se acercó a la religión. Cuando fue forzado a convertirse al islam para casarse con Katharina, él empezó a hacerse muchas preguntas que desencadenaron otras cuestiones también para ella.
Así fue que Katharina empezó a formularle a su padre estas preguntas, quien las respondía todas, y le presentó a Katharina a otros estudiantes religiosos que también respondían sus cuestionamientos. Pero sin importar cuantas respuestas recibía, las respuestas nunca la satisfacían.
Su experiencia la llevó a investigar por su propia cuenta. Katharina se unió a diferentes grupos de discusión, algunos de los cuales eran controversiales con su visión del islam, como un grupo antiyihadista. De alguna manera, después de meses de investigación y búsqueda del alma, Katharina terminó con una Biblia en sus manos. Desde el minuto en el que ella comenzó a leer la Biblia, todas las preguntas contestadas y no contestadas que ella tuvo al inicio fueron verdadera y satisfactoriamente respondidas.
Katharina compartió sus hallazgos con su esposo, y muy pronto, él también aceptó a Cristo en su vida a pesar de haber tenido una visión tan escéptica hacia la fe. Empezaron a compartir el amor de Cristo a todo el que podían, y muchas personas han llegado a conocer al Señor por su testimonio.
A lo largo de sus vidas, Katharina y su esposo han enfrentado persecución tanto por parte de su familia como en su vida laboral. La persecución fue tal que llegaron al punto de tener que abandonar el país. Sin embargo, después de unos pocos años de estar lejos, decidieron volver a casa para continuar con el trabajo que Dios ha puesto en sus manos.
La familia de Katharina la ha desheredado y no volvió a tener ningún contacto con ellos. Ni siquiera la dejaron despedirse de su padre después de haber fallecido a pesar de saber lo mucho que ella lo quería.
Katharina mantiene firme su fe en Jesús y continúa orando por la salvación de su familia. Ella y su esposo son los anfitriones de una iglesia en casa en su región, un lugar en el que se reúnen con cristianos clandestinos y creyentes marginados para adorar a nuestro Dios.
Estas cuatro historias no son casos aislados. Representan el viaje de un cristiano clandestino desde su conversión hasta la madurez. En muchos casos, no es un viaje lineal; tampoco es posible definir la duración del mismo, pero sí hay algo de lo que podemos estar seguros: con tu apoyo, ellos pueden marcar la diferencia en los lugares en los que Dios les ha puesto.
*Nombres cambiados por motivos de seguridad.
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