El buen pajarito

Érase una vez un pajarito que vivía feliz en una jaula dorada que siempre estaba abierta, pues carecía de puerta. El colorín, a su antojo, entraba y salía con frecuencia, y revoloteaba de una esquina a otra de la casa de sus dueños, quienes procuraban cerrar todas las ventanas para que el animalillo no huyera del hogar.

Un día, estos se marcharon de vacaciones y como no podían llevar consigo al pequeño Arcoíris, se lo dejaron a una amiga para que lo cuidara. El pajarín cambió de casa pero no de jaula. A la voz extraña de su cuidadora, retrocedía y se apoyaba sobre el fondo de su dorada jaulita, sin querer abandonarla. Entonces, su cuidadora se apartaba y lo llamaba en la distancia para ver si así la avecilla salía a revolotear un rato, pero nada.

[photo_footer]Imagen de @ArteMagaral.[/photo_footer]

Cuando ella desaparecía, el bichillo piaba un par de veces, como diciendo “que voy”, y al comprobar que no aparecía nadie por allí, de un salto aterrizaba sobre el acceso de la jaula, que seguía abierto invitándole a salir; pero entonces, ante cualquier mínimo ruido, vuelta para atrás, hasta el fondo de las rejas, lleno de inseguridad.

Los días pasaban y el pajarillo creció en atrevimiento. Por fin salió, aunque solo para caminar dando saltitos de dos en dos por el exterior de aquellos barrotes de metal. La cuidadora, que seguía empeñada en verlo volar, continuó llamándolo desde la distancia, pero él no abría las alas. La jaula abierta. Él encerrado. Arcoíris solo se sentía protegido en el interior. 

Jaulas dentro de otras jaulas. Ventanas. Ruidos. Miedo a la libertad. Felicidad. (In)Seguridad. Protección. Aletear, alzarse, volar, planear, revolotear. Circunvolar. Dueños… Cada cual que aplique su metáfora.