Claudio y Alicia Good: servicio y aprendizaje entre los triquis (V)

Tuvo una visión que reorientó su vida y ministerio. Claudio Good escribió que experimentó una epifanía en una farmacia del Centro Histórico de la Ciudad de México. Supo acerca de una nueva píldora que combatía con eficacia los parásitos intestinales y, además, de bajo costo, aproximadamente diez centavos de dólar cada tableta.

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Desde que se instalaron en 1960 en Chicahuaxtla, Oaxaca, para aprender el idioma triqui, y así después traducir el Nuevo Testamento y elaborar un sumario del Antiguo, Claudio y su esposa Alicia conocieron sobre los problemas de salud que padecían los triquis, particularmente niños y niñas que estaban infestados de parásitos intestinales. Con los recursos entonces a su alcance distribuyeron medicamentos y enseñaron sobre medidas de prevención que coadyuvaban a disminuir la problemática.

Tras veinticinco años en territorio triqui, los Good regresaron a los Estados Unidos en 1985. Salieron físicamente de Chicahuaxtla pero continuaron conectados vitalmente y sus visitas anuales eran muestra de su identificación con los indígenas y sus necesidades. En una de tales visitas, en la Ciudad de México, Claudio supo de una tableta que podría ser idónea para combatir la parasitosis que aquejaba a la niñez triqui, La píldora se llamaba Zentel, cuyo ingrediente activo (Albendazole) atacaba los parásitos evitando que los mismos absorbieran la glucosa de los alimentos ingeridos por las personas, ocasionado que los parásitos se quedaran sin energía, paralizados, para finalmente morir.

Cuando sucedió la “epifanía” de Claudio, en 1992, él tenía sesenta y nueve años. Paulatinamente compartió con familiares, amistades y conocidos acerca del medicamento y sus contundentes efectos. Lo mismo hizo con iglesias de la Conferencia Menonita de Franconia. Pero fue hasta 1998 cuando inició amplia difusión de los alcances del medicamente y su potencialidad para ser usado en lugares del mundo que tenían el mismo problema, como los tiquis, con el flagelo de la parasitosis. Daba charlas en iglesias, escuelas, centros de retiro y escribió en diversas publicaciones para difundir el problema y la solución.

Las respuestas para solidarizarse con el trabajo de Claudio fueron instantáneas y con generosos ofrecimientos. Había que encauzar los apoyos y darles continuidad, entonces quedó conformado The Worm Project. El crecimiento del proyecto desbordó las expectativas de Claudio y el pequeño comité que lo respaldaba. The Worm Project trascendió más allá del circuito de iglesias de la Conferencia Menonita de Franconia cuando en el 2000 Claudio escribió un artículo para la revista Educational Concerns for Hunger Organizations, de Fort Myers, Florida, que era leída en distintos lugares de Estados Unidos. Claudio recibió amplio número de solicitudes de personas y organizaciones interesadas en tener más información y conocer formas de apoyar la causa.

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Ya fuera por mujeres y hombres vinculados a The Worm Project o mediante convenios con organizaciones interesadas en crear mejores condiciones para la niñez, las tabletas fueron distribuidas en Perú, Bolivia, Haití, Ecuador y Senegal. A estos países iban a sumarse más, como Filipinas, Nicaragua, Guatemala, Honduras, Iraq y otros. En pocos años Claudio y su grupo de “guerreros contra los parásitos” usaron sus “armas” en 70 países, beneficiando a 7 millones de niños y niñas con una tableta de Zentel cada seis meses, dosis adecuada para mantenerlos libres de parásitos.

La salud de Alicia fue declinando debido a una enfermedad pulmonar, falleció mientras dormía en abril de 2008. Claudio seguiría activo por poco más de una década. Pudo ver la consolidación de The Worm Project y cómo se involucraron en él nuevas generaciones. Desde que fue testigo de los estragos causados por los parásitos en la niñez triqui, hasta que partió con el Señor (3 de septiembre de 2019), trascurrieron cincuenta años. En varias ocasiones confió a sus oyentes/lectores que el proyecto inició cuando leyó Isaías 58:10-12: “si te dedicas a ayudar a los hambrientos y a saciar la necesidad del desvalido, entonces brillará tu luz en las tinieblas, y como el mediodía será tu noche. El Señor te guiará siempre; te saciará en tierras resecas, y fortalecerá tus huesos. Serás como jardín bien regado, como manantial cuyas aguas no se agotan. Tu pueblo reconstruirá las ruinas antiguas y levantará los cimientos de antaño; serás llamado ‘reparador de muros derruidos’, ‘restaurador de calles transitables’”.

Claudio y Alicia Good, como ellos refirieron y queda consignado por Dawn Ruth Nelson y Beverly Benner Miller en How to Change the World. One Penny at a Time: The Story of Claude Good and the Worm Project (Cómo cambiar el mundo. Un centavo a la vez: la historia de Claude Good y el Proyecto Gusano), fueron transformados en su comprensión y práctica de la fe al conocer la pobreza en la que los triquis vivían. Desarrollaron un ministerio compasivo, es decir, sintieron las ominosas condiciones de vida de los triquis como propias y dieron pasos para hacer, como dice Isaías, reparar los muros derribados y restaurar los caminos llenos de obstáculos. Entendieron y pusieron por obra lo que un predecesor confesional, Menno Simons, escribió: “Porque la verdadera fe evangélica es de tal naturaleza que no puede quedarse inactiva, sino que se manifiesta en toda justicia y obras de amor; muere a la carne y sangre; destruye todas las pasiones y deseos prohibidos; busca, sirve y teme a Dios; viste a los desnudos; alimenta a los hambrientos; consuela a los afligidos; alberga a los desamparados; ayuda y consuela a los entristecidos; devuelve bien por mal; sirve a los que le hacen daño; ora por quienes le persiguen; enseña, aconseja y reprende con la Palabra del Señor; busca a los perdidos; venda a los heridos; sana a los enfermos y salva a los débiles; se convierte en todas las cosas para toda la gente. La persecución, sufrimiento y angustia que resultan por causa de la verdad del Señor son para ella un gozo y consuelo gloriosos”.