Hazme un vaso nuevo

“El trueno asusta a los niños; las amenazas a los hombres tontos.”

“La razón, como un buen alfarero, da hermosa forma al alma.”

Demófilo

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Hace un tiempo leía un sencillo pero certero pensamiento en el grupo de mujeres de nuestra iglesia;  la hermana que compartía, comparaba como reacciona un niño cuando se hace una buena herida o se da un buen golpe; depende mucho del niño, pero la mayor parte de las veces, llora un poco y luego, si es un niño normal, sólo lo recuerda si lo mira. Después comparaba esto con el modo de reaccionar que tenemos nosotros cuando recibimos una herida o un golpe… de otro tipo. Aquel sencillo pensamiento tocó mi corazón de modo muy especial.

Los días anteriores no habían sido lo que se dice excelentes para mí, había recibido unos cuantos golpes de todo tipo, además de pasar por mucho trabajo, mucho cansancio… y también fui acumulando muchas heridas que añadidas a otras mucho más fuertes del pasado, se fueron superponiendo hasta hacerme sentir como aplastada por una enorme montaña que me presionaba inmensamente.

Justamente la noche anterior, habíamos estado meditando sobre el corto pero intenso Salmo 61, y mi corazón se retiró en la noche demasiado cansado, herido y quebrantado.

En la mañana, sin pretenderlo, mi alma unió las dos cosas; cuando en un principio no tenia nada que ver lo uno con lo otro, la persona que escribió en la mañana no había podido asistir a la reunión por  Zoom de la noche anterior… pero comprendí que algo quería hablar el Señor a mi corazón de un modo intenso, sin que nadie pudiera pensar o imaginar.

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Cuando vuelvo a un Salmo tan conocido como fuerte e intenso, me encuentro con un David completamente aplastado por la pretendida usurpación del reino por su propio hijo Absalón, y con una serie de métodos absolutamente sibilinos y devastadores. 

Simplemente al comenzar a leer, me encuentro con un hombre de Dios que en una prueba inmensa, como de costumbre vuelve el rostro hacia el rostro de su Dios y clama, clama  con fuerza envuelto en lágrimas y dolor pidiendo ayuda ante aquel que solo se la podía conceder.

Siempre me impresionó como describe el versículo 2 el modo de sentirse este hombre conforme al corazón de Dios, en la versión del 60, dice:

“Desde el cabo de la tierra clamaré a ti cuando mi corazón desmayare” y sigue diciendo algo que siempre me ha parecido maravilloso… “Llévame a la roca que es más alta que yo; porque tú has sido mi refugio delante del enemigo”.

Y después de hablar brevemente de verdades tan intensas como preciosas, termina diciendo… “Así cantaré tu Nombre para siempre…”

En ocasiones nos parece que estamos ante una simple reunión, sin embargo en aquella, con un Salmo que me hizo pensar… ¡uf, corto pero fuerte!, y un corto pensamiento al día siguiente, se juntaron dentro de mí misma, para permitir que el Dios de mi vida, aquel al que nada puedo esconder y que conoce absolutamente todo de mí, sabía lo que estaba atravesando y como me estaba sintiendo….. y ahí bajó hasta lo más profundo de mi ser y me habló de un modo directo y fuerte.

Jamás puedo olvidar algo que fue real, no importa qué, ni quien, ni nada de nada; era alguien que guardaba unas hojas completamente amarilleadas por el paso del tiempo, cuando alguien simplemente llamaba o lo que fuera, alguien que conociera las circunstancias de aquel doloroso tema, inexorablemente sacaba aquellas hojas totalmente amarilleadas por el tiempo y estoy segura que regadas por muchas lágrimas de dolor.

Yo estaba a punto de caerme por miles de motivos y creía que no podría seguir; pero unas sencillas palabras de reflexión a la mañana siguiente me convulsionaron completamente y me hicieron reaccionar.

Desperté temprano en la mañana sin demasiado ánimo, pero tras leer y meditar, tomé una decisión fuerte y profunda ante mi Señor. Tomé mis cartas amarillas acumuladas, hice un repaso rápido y medité sobre unas cuantos acontecimientos demasiados dolorosos para mí; rompí con todo aquello y dije… Delante de ti, mi Padre, fuera lágrimas, fuera cartas amarillas, fuera temor y fuera todo, y una vez más, pero con una fuerza infinita, me levanto en tu Nombre para seguir sin recuerdos dolorosos que apelmacen mi vida y me encadenen a raíces de amargura, y quiero que me comprendáis bien, fue como si le dijera al enemigo….. ¡Fuera… fuera de una vez, que estoy en la Roca más alta y más fuerte es mi Señor!

La vida continúa, y ni la vida del creyente, y mucho menos la vida de la persona quien un día ha decidido servir con todo lo que el mismo Dios le ha concedido, servirle completa y absolutamente hasta el fin, va a estar exenta de problemas y de momentos duros; pero el vaciar nuestro ”saco” cuando vemos que ante ciertas circunstancias nos puede ocurrir lo mismo, es lo más maravilloso que podemos hacer. 

Os dejo con una preciosa canción que todos conocemos, esta vez en dos preciosas voces, Alex Campos y Nena Leal, El Alfarero.

No es fácil el trabajo del alfarero divino en nuestras vidas, ni tomar decisiones firmes delante de él; pero os aseguro que es lo más precioso que nos puede ocurrir.