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Probado y bendecido

Un estudio de Job 1.

AHONDAR Y DISCERNIR AUTOR 793/Roberto_Estevez 13 DE MARZO DE 2022 15:10 h
Job tenía siete hijos y tres hijas. / [link]Free Bible images[/link]

El patriarca se había levantado temprano como era su costumbre. Recordó  entonces que sus hijos  iban a reunirse para festejar el cumpleaños de  uno de ellos.



Entonces, de acuerdo a lo que solía, ofreció holocaustos en caso que sus hijos hubiesen pecado contra el Santísimo. La jornada iba transcurriendo como siempre.



Pero declinando la tarde sucedió algo  que nunca olvidaría. Todos los hermanos y las tres hermanas se habían reunido en la casa del primogénito.  (del mayor  hacendado de la zona) mejor omitir esto aquí.



 Los siete hijos y las hijas hablaban animadamente sobre las cosas que habían pasado en los últimos días.  El menor de ellos interrumpió para decir:



- ¡Yo voy a ser el primero de todos en casarme!



Las tres hermanas reían:



- ¡No te puedes casar antes que nosotras que somos mayores!



Las comidas eran servidas en grandes fuentes por los criados. Cordero hecho a las “brasas” era uno de los platos favoritos. Toda clase de frutas de la zona: uvas grandes y tentadoras así como higos y dátiles en abundancia.



Todo esto acompañado por el mejor vino de la región  que había empezado a hacer sus “efectos”. Las bromas, los comentarios  y las risotadas eran cada vez más fuertes.



De repente  aparece uno de los criados jóvenes:



- Patroncito, ¡parece que se viene una gran tormenta!



El cielo se había oscurecido de forma tal que parecía casi de noche. El viento que había estado soplando fuerte, ahora se había detenido por completo. Las hojas de las palmeras estaban paralizadas.



Entonces, de la parte inferior  de una de esas nubes muy amenazadoras empezó a subir y a bajar algo parecido la trompa de un elefante. La parte inferior, pequeña, y la de arriba grande como si fuera un embudo gigante.



Adentro, los jóvenes siguen su fiesta como si no pasara nada. Después de todo, ellos ya habían visto muchas tormentas y tras unos rayos, truenos y fuerte lluvia todo se aclaraba.



 El criado vuelve a entrar en la sala y  grita:



- ¡Patroncito, se viene!



- ¿Qué se viene? - pregunta el dueño de casa.



 Momentos después, grandes piedras de granizo del tamaño de una manzana empiezan a caer, haciendo tal estrépito como lanzadas por catapultas para perforar techos y paredes.



De momento, el ruido se detiene y se oye  un  sonido que ellos nunca habían escuchado antes. El chirrido  va en aumento. Hoy diríamos que parece el ruido de un antiguo ferrocarril que se está descarrilando.



El tornado hace pedazos la casa como si fuera de cartón y masilla. Las grandes vigas de madera que sostienen el techo caen sobre los jóvenes y sus criados. Los pedazos de escombros son lanzados como si fuera metralla y dan contra los cuerpos de los infortunados.  



Sólo uno de los sirvientes,  resguardado en un aljibe seco, pudo sobrevivir.



La tormenta lentamente se aleja y el sol vuelve a brillar con fuerza. Los cuervos hacen grandes círculos como si supieran exactamente lo que ha pasado.



El criado corre a la casa del padre de los jóvenes. A sus gritos sale Job, pálido y tembloroso. Viendo al mensajero exhausto y agitado atina a preguntar:



- ¿Cómo están mis hijos?



 El criado estremecido y llorando dice:



- Un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa la cual cayó sobre los jóvenes y murieron y sólo yo he quedado.



- ¡Esto es lo último que me faltaba! - dice Job y cae de rodillas.



Un rato antes había llegado un primer mensajero con malas  noticias:



- Estaban  arando con los bueyes y las asnas paciendo  cerca de ellos,



Y acometieron los sabeos y los tomaron y mataron a los criados a filo de espada, solamente escapé yo para darte la noticia.



 Unos minutos después había aparecido otro mensajero quien dijo:



- Fuego de Dios cayó del cielo que quemó las ovejas y a los pastores y los consumió; solamente escapé yo para darte la noticia.



Tras él, otro mensajero había traído la noticia de la invasión de los caldeos con el robo de los camellos y la muerte de sus cuidadores.



Aunque estas pérdidas fuesen considerables, ninguna noticia fue más infausta que la última, aunque el orden expresamente aquí hemos trastocado.



Los días pasan muy lentamente y ese cielo azul ahora parece muy gris. Llegan los tres “amigos” y Job se defiende y proclama una y otra vez su inocencia.



Es después del discurso de uno de esos “consoladores” (Bildad) que Job pronuncia una de las frases más hermosas del Antiguo Testamento.



“Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne veré a Dios” (19: 25).



 Han pasado los años, Job ha sido curado de su enfermedad.



Dios le ha bendecido abundantemente. El Eterno le ha devuelto nuevamente siete hijos y tres  hijas que son las mujeres más hermosas de la tierra.



 



La historia bíblica y nosotros



¿Por qué Dios permite que algunos  creyentes sufran tanto?



Algunos podrían insinuar que si los malos y perversos  sufrieran esto serviría como una especie de castigo.



Otros dirían  que hay personas  que viven como si Dios no existiera ni un día tuvieran que darle cuenta. En este caso quizás  el sufrimiento y la prueba tendrían  como fin que el ser humano  se acerque de nuevo a Dios.



Otros quizás se atreverían a sugerir que los creyentes “mundanos” sufren para que  como resultado se vuelvan más “espirituales”.



Pero Job es un hombre ejemplar. Es un hombre piadoso que está consciente de la posibilidad que sus hijos pequen y actúa ante esa eventualidad.



Es a través de todas esas pruebas que aprenderá principios que antes desconocía.   La última será una enfermedad muy seria de la piel, con una picazón o prurito severo que le afligirá día y noche.  



Este hombre   ha perdido mucho.  Sus hijos han muerto trágicamente. Su capital y mucha  fuente de su trabajo ha desaparecido.   Le queda esa esposa que lo irrita más con su famoso “bendice a Jehová y muérete”.



Sin embargo él sigue fiel a ese Dios que es todopoderoso



Su  cónyuge   no puede creer ni entender que Dios puede tener un plan en su vida.  Y nosotros hoy estamos en una situación similar. Puede ser que creamos que Dios no tiene nada que ver con lo que nos sucede, y por lo tanto estamos solos, y si este es el caso la única solución es “sálvese quien pueda”.



O por el contrario aceptamos lo que la Biblia enseña: que El Eterno está sentado en su trono y nada puede pasar sin su permiso.



Observamos que el texto sagrado nos dice que ese mismo día (v.5) Job ofrecía holocaustos por si acaso sus hijos hubiesen pecado contra Dios. Sin embargo, ese sacrificio no impide que la catástrofe ocurra. Nosotros nos preguntamos cómo es posible que algo malo nos pase cuando específicamente hemos pedido a Dios para que esto no suceda.



Los  ataques satánicos se parecen a esas oleadas de la fuerza aérea durante la segunda guerra mundial: viene primero una, un poco después otra y luego otra, y así sucesivamente.



En el primer “bombardeo”  pierde algunos criados,  bueyes y asnas (v.15). En la  segunda oleada  mueren  los pastores y las ovejas. Son quemados por “fuego del cielo” que el criado erróneamente atribuye a  Dios (v.16).



En el tercer asalto son los “caldeos que formaron tres  escuadrones y arremetieron contra los camellos y se los llevaron y   mataron a filo de espada a los criados”  (v.  17).



La cuarta  embestida es  brutal: us siete hijos y tres hijas mueren por lo que hoy parecería que es la descripción de un tornado.



En la quinta ofensiva pierde su salud.



También de una manera no deliberada lo atacan  sus tres amigos. Ellos son bien intencionados  y tratan de decirle  de distintas maneras que Job ha pecado y todo lo que le sucede es un castigo por esa falta.



Cuando viene  el cuarto amigo que es Eliú,  este le dice que debe arrepentirse  y someterse a Dios y que como resultado de estas tribulaciones será purificado y refinado.



Es al final del libro (cap. 38 al 40) que Dios le responde a Job haciéndole preguntas.  La argumentación divina es aplastante.



El argumento  de la existencia divina  desde la eternidad: -¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas si lo sabes? ¿O quién puso su piedra angular? (vs.4 y 5).



La prueba de su grandeza y omnipotencia: -¡Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba saliéndose de su seno…? (v. 8).



Dios en su misericordia y paciencia le explica y muestra a Job todo lo que Él hace (caps. 38 al 41).



Llegamos así al capítulo final (42) donde Job  responde con sinceridad y humildad.



Reconoce la OMNIPOTENCIA  de Dios: “yo conozco que todo lo puedes” (2)



También su OMNISCIENCIA “no hay pensamiento que se esconda de ti”.



Se da cuenta que su conocimiento de Dios era parcial e incompleto. Es así que expresa: “De oídas te había visto; mas ahora mis ojos te ven” (42 :5).



Si yo cierro mis ojos y escucho un sonido puedo tratar de adivinar de donde procede. El ruido parece venir de una máquina de cortar el césped o de una “aspiradora”. Pero al abrir los ojos es cuando muchas veces podemos darnos cuenta que era otra cosa.



Al final de la historia vemos a Job con que todas las cosas que perdió le han sido devueltas y duplicadas. El número de animales en su hacienda ha sido doblado. Tiene otra vez siete hijos y tres hijas y estos no han sido duplicados porque los otros que murieron durante el tornado estarán con él en la eternidad.



Se remarca que las hijas son las más hermosas de la tierra, destacando en esto la bendición especial del Señor.



Como un ejemplo más de la misericordia de Dios se nos dice que alcanza a ver hasta sus bisnietos.



Una de las frases más preciosas de la Biblia la pronuncia Job:



“Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo;  y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios” (19:25).



Sobre este verso se basa una de las arias más hermosas del oratorio El Mesías de Handel.



Comienza diciendo “yo sé”, es decir, tiene la certeza“que mi Redentor vive” Aquí la palabra Redentor adquiere el sentido del  que reivindica. No es un redentor o reivindicador  muerto o inexistente; es uno que tiene vida, es decir, vive.



“Y al fin se levantará sobre el polvo” nos da una imagen de la resurrección.



“Y después de deshecha esta mi piel”. Esta misma piel que le ha sido un sufrimiento severo y continuo.



 “En mi carne he de ver a Dios” ahora es la resurrección del hombre que está sufriendo, es decir, Job.



Hemos visto que hay varios “ataques”:



- El primero,  el de los sabeos y la muerte de los criados y el robo de los animales, no necesita explicación.



- El segundo es difícil de comprender. Se nos dice  en el v. 16 “fuego cayó del cielo y quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió”. Sería difícil de explicar el “fuego del cielo” como una gran tormenta eléctrica con rayos que hacen un tremendo daño, considerando lo grande del rebaño (siete mil ovejas) paciendo a cierta distancia una de otra, en un extenso campo



En el Antiguo testamento hay un relato de caída de fuego del cielo en 1ª.Reyes 18:38. En este caso Elías hace caer fuego del cielo y se consume el holocausto y la leña y las piedras del altar.



De nuevo en 2ª Reyes 1 desciende fuego del cielo que consume al primer capitán con sus cincuenta soldados  y nuevamente al segundo capitán con sus cincuenta hombres.



Es a este episodio que los discípulos se refieren cuando le sugieren al Señor Jesús que envíe fuego del cielo para consumir a los samaritanos que no han aceptado a Jesucristo y a su grupo en el pueblo (Lucas 9:54).



En la Biblia hay tres menciones sobre Job afuera del libro del propio nombre.



La primera en relación a la genealogía de los que salieron de Egipto (Gen.46:13)



La segunda es Ezequiel 14: 14 y 20: “si una tierra peca contra mi cometiendo grave infidelidad y yo extiendo sobre ella mi mano y quebranto su sustento de pan y  envío hambre y extermino en ella hombres y animales, si en medio de ella estuviesen estos tres hombres, Noé, Daniel y Job por su justicia ellos librarán sus propias vidas, dice el SEÑOR Dios”. (Ez. 14: 13 y 14).



La tercera es en Santiago 5:1: “He aquí tenemos por bienaventurados a los que perseveraron.  Habéis oído de la paciencia (perseverancia) de Job y habéis visto el propósito final del Señor, que el Señor es muy compasivo y misericordioso”.



Los expertos nos dicen que la palabra aquí que a menudo se traduce como “paciencia” realmente significa perseverancia en circunstancias difíciles.



Alguien ha dicho que Job, a pesar de la frase común “la paciencia de Job” no personifica perfectamente  esta virtud. A veces parecería que  no puede aguantar más  y dice a sus “consoladores”:   “porque ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira, sois todos vosotros médicos nulos” (Cap.13:4).



También en cap 16: 2 “Muchas veces he oído cosas como estas, consoladores molestos sois todos vosotros”.



Una de las tantas  lecciones que aprendemos de este libro, es el peligro de tratar las causas y razones de las desgracias o tragedias en la vida de otros seres humanos.



Sin duda uno de los grandes temas es el de la soberanía de Dios. El Omnipotente le permite a Satanás actuar y aún usar lo que parecen fuerzas naturales en contra de Job. Sería difícil perder tanto como este hombre de Dios.  



Antes y durante la 2ª guerra mundial muchos hebreos perdieron todas sus posesiones y muchos sus familias. Y en la historia de la humanidad esto se ha repetido especialmente durante los conflictos étnicos.



Vemos al final del libro  que el Eterno honra a este hombre piadoso y es abundantemente bendecido.



Pero en realidad, en este mundo no siempre es así. A veces la bendición no se ve en esta tierra ni en esta vida.



Pero las Escrituras siguen firmes “a los que a Dios aman todas las cosas les ayudan para bien” (Rom.8: 28).



Pero ¿qué podemos hacer nosotros cuando la tragedia nos ataca?



Puede ser la crisis económica del desempleo, problemas de familia, enfermedades crónicas o agudas, accidentes o fenómenos climáticos con sus desastrosas consecuencias.



Si tratáramos de comparar lo que le sucede a Job con las dificultades  de nuestros días podríamos ver ciertos paralelismos. El ataque de los sabeos robando los bueyes sería semejante a una crisis energética dado que estos animales se utilizaban para el trabajo incluyendo la siembra de alimentos.



El robo de los camellos que en esa sociedad eran utilizados como medio de transporte de personas  y mercancías en un golpe que hoy designaríamos como una  “Crisis en el transporte y comunicaciones”.



Cuando la situación climática cambiaba como durante grandes sequias,  los pueblos antiguos organizados como  “tribus” optaban frecuentemente por movilizarse a otro lugar. Esa posibilidad ahora no existe.



Las ovejas muertas de esa manera tan inusual, generarían una crisis en la alimentación y en el vestido.



La últimas palabras de Job (cap.42:45) son “De oídas te había oído mas ahora mis ojos te ven. Por lo tanto me aborrezco en polvo y ceniza”.



Todas estas pruebas brutales  han tenido como resultado un conocimiento profundo de la persona y naturaleza de Dios, de tal forma que Job considera que el conocimiento que tenia de la divinidad era de “segunda mano” pero ahora es real.



Termina la historia diciéndonos que “Dios quitó la aflicción de Job cuando  él hubo orado por sus amigos (42:10).  “Bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero” (42:12).



Cuando el creyente hoy va a través de las pruebas no lo hace en una situación de soledad y aislamiento. El Señor Jesús dijo “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).



Tenemos el canon completo de la Sagradas Escritura, que nos instruye y consuela, cosa que Job no poseía.



Poseemos también la guía y dirección del Espíritu Santo cuyo nombre es el Consolador enfatizando una  de sus tantas  benditas funciones.



Y nos gozamos igualmente de la obra de intercesión del Señor Jesucristo a nuestro favor. “Viviendo siempre para interceder por ellos” (Heb.7:25)



Esto no lo pudo decir ningún santo del Antiguo Testamento.



No podemos dejar de fortalecernos  en las palabras del Apóstol: “Pero fiel es Dios que no  os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (I Co. 10:13).



 



El líder que hay en cada uno



Job es un líder en o comercial y económico como lo atestigua no solamente los miles de ovejas, camellos sino que la Escritura nos declara "era aquel varón más grande que todos los orientales" (1:3)



Pero sin duda y por encima de todo era un líder espiritual. Es el mismo Todopoderoso quien le dice a Satanás: " ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal"?



Uno de los problemas que enfrenta el líder es cuando hay una crisis en su propia vida o en la familia inmediata.



Son aquellos mismos que lo admiraban y algunos que quizás lo envidiaban los que van a juzgar y deducir conclusiones erróneas.



Esto es exactamente lo que hace Elifaz en su primer discurso. "He aquí tu enseñabas a muchos, y fortalecías las manos débiles; Al que tropezaba enderezaban tus palabras, y esforzabas las rodillas que decaían. Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas" (4:3-5).



Por eso Pablo nos alerta: "sino que golpeo mi cuerpo , y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (ICor.9:27).



Nos referimos a los casos en que el líder sufre por su fidelidad al Señor y no por haber caído en pecado o su propia falta de cordura.



En estos casos como Job al final de su prueba el Eterno lo bendice por su lealtad y constancia. "Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero" (42:12).



 



Temas para discusión



a) ¿Por qué Dios permite que los creyentes sufran?



b) ¿Qué tiene un creyente hoy para enfrentar una crisis que Job no tenía?



c) ¿Qué debe hacer el creyente frente a la tribulación?



d) ¿Qué deben hacer y decir los amigos del creyente para ayudarlo durante la prueba?



Tomado del liro del libro Probados y Transformados.


 

 


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