La de los Bruderhof es una comunidad cristiana pequeña, “de más de 2,900 personas viviendo en veintitrés asentamientos en cuatro continentes”.
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Creer en Cristo y seguirlo son indisociables para las enseñanzas del Nuevo Testamento. Relacionado con lo anterior las comunidades Bruderhof, desde su nacimiento en 1920, tienen como meta encarnar los principios del Evangelio y hacerlos contrastantes con la incesante competencia y egoísmo característicos de las sociedades contemporáneas.
En 1920 Eberhard Arnold, junto con su esposa y un pequeño grupo de amigos, fundaron una granja comunal en Sannerz, Hesse, Alemania, con la intención de poner en práctica su entendimiento del socialismo cristiano. El grupo, atraído por una de las ramas del anabautismo del siglo XVI (los hutteritas), se organizó bajo el principio de la comunidad de bienes. Basaron lo anterior en Hechos 2:41-47 y 4:32-37, y comenzaron a llamarse Bruderhof (lugar de los hermanos).
El auge del nazismo significó persecución para los Bruderhof. Y cómo no, ya que las creencias y practicas de éstos iban radicalmente en contra de la megalomanía de Hitler y su dictadura racial. Así narran la historia de lo entonces acontecido: “Después que Hitler subió al poder en 1933, debido a su objeción de conciencia, la comunidad se convirtió en blanco de opresión de los nacional socialistas. Por ejemplo, los miembros se negaron a usar el saludo «Heil Hitler», servir en el ejército alemán, o aceptar un maestro del gobierno en su escuela. En 1937, la policía secreta disolvió la comunidad a punta de fusil, confiscando las posesiones, encarcelando a varios miembros y dándole al resto cuarenta y ocho horas para irse” (ver aquí). La comunidad debió exiliarse en Inglaterra y tiempo después emigró a Paraguay. A principios de los 50´s del siglo pasado la hermandad se mudó al estado de Nueva York.
Los Bruderhof mayormente tienen sus asentamientos en comunidades rurales. Sin embargo, también comenzaron a llevar su vida comunitaria a grandes urbes, como Nueva York. En 2006 fundaron la Harlem House, localizada a pocos minutos del Central Park. Expresan que al “vivir juntos en paz, pureza y amor en medio de la Ciudad de Nueva York, tratamos de demostrar el amor de Jesús a todo el mundo. Nos gusta darle la mano a los vecinos y explorar la ciudad. Viviendo en una sola casa urbana, somos un pequeño grupo de familias jóvenes y estudiantes asistiendo a varias universidades en la Ciudad de Nueva York. Por ejemplo, el City College de Nueva York está a solo quince minutos caminando. Algunos miembros de Bruderhof tienen empleos afuera para ayudar a apoyar a la comunidad”.
La de los Bruderhof es una comunidad cristiana pequeña, “de más de 2,900 personas viviendo en veintitrés asentamientos en cuatro continentes”. Manifiestan ser “una hermandad de familias y personas solteras viviendo un discipulado radical en el espíritu de la iglesia primitiva en Jerusalén. Con gozo renunciamos a la propiedad privada y compartimos todo”. En febrero del 2019 conocí a una comunidad Bruderhof conformada por aymaras, en la Paz, Bolivia, encabezada por Braulio Condori. El grupo tenía muy claro el significado e implicaciones de compartir vida y bienes. Fue una experiencia aleccionadora compartir festivamente con ellos y ellas la mesa, conversación y cantos acompañados de guitarras, charango y quenas.
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A la muerte de Eberhard Arnold, le siguió en el liderazgo su hijo Johann, quien ocupó el cargo de 1962 a 1982. Una selección de sus escritos publicada en inglés 1994, y después ampliada en 2011, fue traducida al español bajo el título Discipulado, vivir para Cristo en la lucha cotidiana (Plough Publishing, Walden, Nueva York, 2021). Un muy buen amigo, Raúl Serradell, es el traductor y sugirió a la editorial que me fuese enviado un ejemplar de la obra, la cual llegó a mis manos por cortesía de Coretta Thomson.
El volumen contiene un prólogo de Henri J. M. Nouwen, quien escribió que “Jesús, el Cristo, está en el centro de todas las sugerencias, consejos y amonestaciones que se expresan en estas reflexiones, ete es verdaderamente un libro centrado en Cristo […] Arnold no es un guía sentimental y moralizador. Cada palabra que pronuncia proviene de su experiencia en comunidad, donde se vive el discipulado. En comunidad es donde se nos prueba y purifica. En comunidad es donde aprendemos lo que significa el perdón y la sanación. En comunidad es donde aprendemos quién es nuestro prójimo. La comunidad es la verdadera escuela del amor. Arnold vivió en comunidad toda su vida. Conoció sus demandas y sus recompensas. Pero, por encima de todo, supo que es en comunidad donde encontramos al Cristo del evangelio”. Las líneas anteriores me hicieron recordar lo desarrollado por Dietrich Bonhoeffer en su libro Vida en comunidad.
Hela Ehrlich y Cristopher Zimmerman, en la presentación, resaltan que J. H. Arnold no era teólogo, su cuerpo de creencias necesariamente tenía que ser validado por la puesta en práctica del Evangelio y el punto de partida era, como ha sido sostenido por las iglesias de creyentes, “conocer a Cristo personalmente” ya que “sin ser confrontado por su mensaje de arrepentimiento y amor no hay posibilidad de una fe cristiana viva”. En la próxima entrega voy a referir y comentar las reflexiones del autor sobre las tres secciones que componen su obra: el discípulo, la Iglesia, el Reino de Dios.
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