El secuestro: un arma en la persecución

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Sin duda alguna, todos hemos escuchado o leído alguna vez sobre las muchas formas en las que se persigue, se extorsiona, se merman los derechos o incluso se quita la vida a los cristianos en determinados países alrededor del mundo. Pero hoy me gustaría hablar sobre el secuestro, una práctica que ha ido tomando fuerza en los últimos años y que se ha convertido en una palabra que leemos, cada vez con más frecuencia, entre los titulares de las noticias de la iglesia perseguida.

Y es que en la última década hemos podido ver como con cada vez más frecuencia el secuestro se ha convertido en un arma en la lucha contra el cristianismo. Casos como el secuestro de las chicas de Chibok en 2014, el pastor Raimond Koh en 2017, o Leah Sharibu en 2018, han resonado y se han hecho eco incluso en los medios de comunicación seculares y confirman una clara tendencia al alza de esta forma de persecución cada vez más habitual.

Pero, ¿qué se pretende al secuestrar a un cristiano o cristiana? En muchas ocasiones la erradicación de la fe del individuo mediante conversión forzosa, en otras se usa para sacar provecho de su indefensión por pertenecer a una minoría con pocos o ningún derecho, y en otros casos, sobre todo los secuestros de líderes cristianos, para tratar de cobrar jugosos rescates puesto que en muchos lugares, los cristianos suelen ser vistos como personas respaldadas por occidente y, por lo tanto, con muchos recursos. 

El reciente estudio de la Lista Mundial de la Persecución 2022, nos muestra que, en 23 de los 50 primeros países de la lista, esta práctica es habitual. En países con perfiles de comunismo, suele darse la desaparición durante varios días de líderes cristianos que posteriormente reaparecen en un extraño estado de arresto domiciliario.

En los países con perfiles islámicos el secuestro se da en su mayoría en niñas y mujeres que son posteriormente violadas o casadas a la fuerza con maridos musulmanes, poniendo fin así a toda esperanza de poder continuar practicando la fe cristiana salvo de manera clandestina.  Pero también se da el secuestro de hombres que en algunos casos nunca vuelven a aparecer.

También es habitual en algunos países el secuestro y posterior reclutamiento de cristianos para alimentar las filas de determinados grupos armados, esto se da mayormente en países como Colombia y la República Democrática del Congo, mientras que en Mozambique o Camerún muchas veces se dan casos en los que los cristianos son secuestrados de sus lugares de origen para posteriormente ser vendidos como esclavos. 

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Los cristianos y cristianas que han experimentado secuestros a menudo sufren durante años las secuelas físicas y mentales y necesitan de mucha oración, atención y cuidados postraumáticos, pero no solo son ellos los que sufren dichas secuelas también lo hacen sus familias. 

Hace poco leí sobre cómo el pastor Steven David, de Nigeria, y su mujer sufrieron el secuestro de sus cinco hijas a manos de los pastores Fulani, tras varios días de negociación con los secuestradores que les pedían sumas de dinero irracionales, consiguieron llegar a un acuerdo que les trajo de vuelta a sus hijas, en el camino de regreso a casa Faith la mayor fue violada dos veces.

Afortunadamente la organización Puertas Abiertas pudo ofrecer los cuidados necesarios y la atención postraumática en uno de sus centros a esta familia que poco a poco se ha ido restaurando y recobrando su confianza en sí mismos y en Dios.

Lamentablemente son muchas más las familias que experimentan secuestros y extorsiones traumáticos y en algunos casos no llegamos a tener conocimiento de lo que les ha sucedido, pero eso sí, contamos con un arma infalible que no puede ser detenida, la oración, no siempre podremos evitar que nuestros hermanos y hermanas sean secuestrados, pero sí que podemos hacer nuestro su dolor y acompañar a víctimas y familiares por medio de la oración.

Hoy quiero invitarte a tomar las cargas de los que han sido secuestrados y de los que esperan el regreso de un ser querido, sobre todo a buscar información para orar de forma más eficiente y poner sus situaciones en tus rutinas devocionales, si eres una persona de oración, no ignores su dolor.