El Nuevo Hospital Evangélico, con más de 140 años de historia en la ciudad condal, crece para seguir sirviendo a la gente de Barcelona.
Por Benji Gálvez
Mis padres estaban preocupados por su benjamín, llamado por cierto Benjamín. Al pequeño le había salido un “bultito” en la zona de la garganta. ¿Bultito? Pues a mí me hacía gracia mi bola, le iba tomando cariño. Parecía que se inflamaba cuando me ponía a llorar. Así que mis padres querían llevar a su pequeño al mejor sitio para la operación. Mi madre condujo su Seat 124 desde Terrassa hasta la Calle Camelias. Transcurrida una media hora más o menos estábamos entrando por las puertas del Hospital Evangélico de Barcelona. Íbamos de la mano. Notaba la mano de mi padre, dura como la piedra, producto de toda una vida trabajando sin tiempo ni para ir a la escuela. La de mi madre, tierna, pero con callosidades, coser era lo suyo. Mis padres hablaron un momento con el Dr. Urrutia, que salió a recibirles. Mientras tanto yo me puse a curiosear por allí. Unos libros azules en una mesa bajita me hicieron gracia. Eran un par de ejemplares del “Nuevo Testamento – Salmos – Proverbios – Este libro no será vendido”. En medio había un dibujito que no logré comprender. Alguien me explicaría después que eran Nuevos Testamentos de los Gedeones, y que el dibujito representaba un cántaro de los que usaron Gedeón y sus trescientos (Jueces 7). Después me trasladaron a una habitación pulcrísima. Allí, una enfermera muy amable me habló con dulzura, según mis débiles recuerdos, me puso una vía, creo que en la mano. Luego cortésmente me pidió que contara hasta 10.
“¡Ese examen sí que iba a ser capaz de pasarlo con buena nota!” —pensé… pero, ¡ay de mí! Cuando llegué al 7 entré en un profundo sueño, la anestesia cumplió su cometido.
Desperté en otra habitación, en una buena cama, toda limpia. Allí había una enfermera, pero también estaban mis padres, que rápidamente intentaron abrazarme con mucho cuidado.
—¡No te muevas! ¡No gires la cabeza! ¡No hables! ¡No comas! —exclamaba la que me trajo al mundo.
“¡Pues vaya, no puedo hacer nada!” —pensé, preocupado sobre todo por lo de no poder comer.
Mientras tanto, el Dr. Urrutia, les explicaba a mis padres que la operación había sido un éxito. Los mayores iban hablando y yo intentaba disimuladamente palpar la gasa que me protegía la herida abierta de donde extirparon al patógeno bulto. No notaba nada. Entonces escuché a los adultos que decían que había que esperar a no sé qué de los puntos.
¿Habría ganado algunos puntos por contar por lo menos hasta siete? Mis cejas se arquearon y mis labios también. No había llegado a 10, eso sí que lo recordaba. ¡Pero un 7 era por lo menos un notable! Y si esa era mi nota… ¿qué me iban a regalar a cambio de los puntos?
No tardé en averiguar que los puntos eran el “recosido” de la herida que me habían hecho al extirparme “la bola”. En pocos días me dejaron salir y me despidieron con sonrisas. No recuerdo sus caras, pero sí la dulzura de sus sonrisas. ¡Qué personas tan especiales! Ya en la calle, recuerdo toparme con una librería evangélica frente al hospital, y quedarme embobado mirando un juego de reportero. Lo poco que sabía de los reporteros me gustaba, viajaban, contaban historias, eran gente inteligente. Así que me llegué a plantear en serio ser algún día un intrépido reportero. Le pedí el juego a mi madre y creo que se hizo la sorda. Las madres son ninjas, manejan técnicas ancestrales, como el silencio, ¡y vaya si lo hacen bien! Nunca supe si aquel juego me habría gustado de verdad. Pero bueno, volvía a casa, con mis padres. Podía estar pero que muy feliz. ¡Ahora tocaba jugar a lo que fuera!
Al poco de iniciarse el Estado de Alarma debido a la pandemia (marzo 2020), desde Editorial CLIE pudimos echar una mano al Nou Hospital Evangèlic, que emprendió una campaña para conseguir fondos y material sanitario para superar la crisis del coronavirus. Fue fenomenal, muchos hermanos y hermanas trabajando juntos con un mismo objetivo. Un buen número de ministerios se sumaron y quisieron apoyar la campaña. Llegaron ofrendas de diversos países. El pueblo evangélico y personas altruistas respondieron con magnanimidad. La satisfacción de todo el equipo per la feina ben feta (por el trabajo bien hecho) fue mayúscula.
Pero como por oleadas, el virus se volvía altamente agresivo y se hizo extraño encontrar una familia donde no hubiera habido pérdida de alguno de sus miembros. Vecinos y desconocidos, amigos y no tanto, nadie parecía librarse. Y nos tocó esta extraña lotería. El virus entró en nuestra familia, nos golpeó con dureza. Sin perder los nervios, con paciencia, poco a poco, todos logramos superarlo… con excepción de mi padre. El mismo Dios que da y que quita, decidió que había llegado el momento de llevárselo. Me los imagino charlando como viejos, muy viejos amigos. Todavía hoy cuando estoy orando… le mando un saludo, un beso, a mi padre. Al Todopoderoso no le será difícil hacérselo llegar. Me consuela saber que un día le veré de nuevo, le abrazaré otra vez. Le tomaré de la mano y caminaremos por una nueva tierra.
De nuevo me encuentro colaborando con el equipo del Nou Hospital Evangèlic de Barcelona. Han comenzado las obras de la nueva sede. El próximo día 17 de junio a las 12 del mediodía tendrá lugar el acto de colocación de la primera piedra. Conste que no me repito, el Nuevo, Nuevo Hospital Evangélico, con más de 140 años de historia en la ciudad condal, crece para seguir sirviendo a la gente de Barcelona. Ahora serán 10.000 metros cuadrados en un nuevo emplazamiento, la Calle Ciutat de Granada nº 108-110, donde el Nhe cubrirá asistencialmente una zona con especial déficit de infraestructura sociosanitaria. El Nhe mantiene sus valores evangélicos fundacionales como seña de identidad. Me encanta su lema: “Un lugar donde personas sirven a personas”. Es un lema bonito, pero cuando recuerdo mi paso por allí creo que en realidad no eran personas, sino ángeles… con batas blancas cubriendo sus grandes corazones, con mascarillas intentando tapar sus dulces sonrisas, pero no lo consiguen, sus latidos todavía los escucho muy dentro de mí.
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. (Col 3:23).
Nota
- El acto de colocación de la primera piedra, el jueves 17 de junio 2021 a las 12 del mediodía, podrá verse en directo a través de streaming desde la página web del Nhe.
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