Hasta que el amor de Jesús no esté en nosotros, podemos matarnos a trabajar y será solo trabajo, no amor. El trabajo sin amor es esclavitud.
"A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar del sufrimiento, pero el mar sería menos si le faltara esa gota”.
“Nunca sabremos todo lo bueno que una simple sonrisa puede llegar a hacer”.
“Difunde el amor donde quiera que vayas. No dejes que nadie se aleje de ti sin ser un poco más feliz”.
“Yo sola no puedo cambiar el mundo, pero puedo lanzar una piedra a través del agua para crear muchas ondulaciones”.
Teresa de Calcuta
Cuando nos bombardean con horror todas los sucesos que están ocurriendo en estos momentos y todos los medios nos ponen al día, las iglesias evangélicas oramos, ofrendamos y trabajamos del mejor modo que podemos. Hace poco recibí un vídeo privado realmente impresionante, de alguien que ama mucho la India, y ha visitado para ministrar y ayudar en diferentes ocasiones con riesgo de su propia vida. Cuando “arden” multitud de países como Colombia, Venezuela y otros lugares de América Latina, o ciertas zonas de África…. me acuerdo de una mujer, de contexto católico, por eso no la voy a llamar ni Madre ni Santa; pero que lo entregó todo por el servicio a los más necesitados. Puede que a algunos les sorprenda lo que trato de hacer; pero lo que había muy dentro de su corazón, solo lo sabe el Señor, no me toca a mí juzgarla, y es aquí cuando recuerdo las preciosas palabras de la Escritura:
“Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”. (Santiago 2:18)
No voy a entrar en ningún estudio bíblico ni en nada semejante, pero no voy a ser yo quien juzgue a nadie que tal vez por el contexto en el que nació, allí siguió y desarrolló un maravilloso servicio de amor y entrega que llega hasta nuestros días; permitidme hacer un poco de historia...
Vestida con un sari blanco con bordes azules, junto a otras misioneras, se convirtió en un símbolo de solidaridad a través de todo el mundo. Teresa de Calcuta era una ciudadana india nacida en Albania que vivió para servir a las personas más desfavorecidas. Mujer de una gran empatía, un compromiso y una fe inquebrantables, desde joven le dio la espalda a cualquier otro trabajo más placentero para ella misma, y se centró en servir a los pobres desde que tenía 18 años de edad.
Tras algunos años como maestra, cambió su curso de vida por completo, convirtiéndola en lo que fue más tarde y tal como la recordamos al día de hoy, cuando atravesamos una pandemia que cuando parece que se va ahogando, vemos con tristeza como todo se complica de nuevo.
No me interesa tocar temas que no me importan demasiado, quiero centrarme en como fue la mujer de la que quiero tratar hoy y como demostró su fe a través de su servicio a Dios, a través de dejarse la piel, literalmente, en el servicio a los demás.
Nacida de Nikolle y Dranafile Bojaxhiu en Skopje, Teresa era la hija menor de la pareja albanesa. Nació el 26 de agosto de 1910 en Uskub, Imperio otomano y falleció el 5 de septiembre de 1997 (87 años) en Calcuta, India.
A Teresa de Calcuta le pusieron por nombre al nacer, Agnes Gonxhe Bojaxhiu. La muerte repentina y trágica de su padre cuando ella tenía 8 años dejó a la joven devastada. Fue la firme creencia y actitud religiosa de su madre lo que influyó mucho en el carácter y la vocación futura de Agnes.
Cuando Agnes cumplió 18 años encontró su verdadera vocación y se fue de casa. Tras un año de formación, llegó a India en 1929 y comenzó a trabajar como maestra en la Escuela de Santa Teresa; fue allí donde aprendió el idioma local del estado, el bengalí.
Teresa comenzó a trabajar sola pero pronto se le unieron ayudantes voluntarios, la mayoría de los cuales eran antiguos alumnos y maestros, quienes la acompañaron en su misión. Con el tiempo, también llegó la ayuda financiera. Después comenzó una escuela al aire libre y pronto estableció un hogar para los moribundos y los indigentes en un hogar en ruinas, que convenció al gobierno para que se lo donara.
Comenzando con solo 13 miembros, las Misioneras de la Caridad se convirtieron en una de las congregaciones más importantes y reconocidas del mundo. A medida que las filas de la congregación aumentaron y la ayuda financiera llegó fácilmente, Teresa expandió su alcance para actividades caritativas exponencialmente. En 1952, inauguró el primer Hogar para los moribundos, donde las personas que fueron llevadas a este hogar recibieron ayuda médica y se les dio la oportunidad de morir con dignidad.
El siguiente paso fue iniciar un hogar para quienes padecen la enfermedad de Hansen, comúnmente conocida como lepra. La casa se llamaba Shanti Nagar. Además, se formaron varias clínicas en la ciudad de Calcuta que proporcionaban medicamentos, vendajes y alimentos a quienes padecían lepra. En 1955, Teresa abrió un hogar para huérfanos y jóvenes sin hogar, ella lo nombró como Nirmala Shishu Bhavan,
Lo que comenzó como un pequeño esfuerzo, pronto creció en todos los sentidos, atrayendo voluntarios y ayuda financiera. En 1960, las Misioneras de la Caridad habían abierto varios hospicios, orfanatos y casas de leprosos en toda India; más tarde se expandió su obra a otros países y llegaron voluntarios de todo el mundo, siendo innumerables las acciones dedicadas a la solidaridad con los más necesitados. También recibió decenas de reconocimientos por todo el planeta. Además, Obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1979 y el más alto galardón civil de la India, el Bharat Ratna, en 1980, por su labor humanitaria. Justo cuando ocurrió la entrega del Premio Nobel, en la ceremonia de entrega, Teresa de Calcuta dio un discurso antiabortista. Para muchos, este gesto hizo que se ganara críticas de parte de la sociedad.
David Willey, quien ha informado desde Roma para la BBC durante cinco décadas, recuerda cómo pasó una hora conversando informalmente con esta preciosa y menuda mujer en un lugar inesperado: la sala de llegadas del aeropuerto Fiumicino de Roma:
“… De inmediato supe que la mujer que entonces ya era conocida como "la santa de los barrios pobres de Calcuta”, era una persona solícita muy humilde y simple y, al mismo tiempo, una sofisticada viajera internacional………. Hubo duras críticas hacia Teresa de Calcuta de quienes cuestionaban su santidad………………… Constantemente se desplazaba alrededor del mundo, visitando a sus Misioneras de la Caridad, la orden religiosa que fundó en 1950, así que supuse que era apropiado que nos encontráramos……… Entre el bullicio de un aeropuerto………………..
La reconocí de inmediato, cuando emergió sola de las puertas de llegada abrazando una pequeña bolsa de tela blanca, vestida con el sari hindú de algodón blanco con rayas azules………..
"¿Tiene que recoger maleta aunque esté en tránsito?", le pregunté, sintiéndome algo tonto por sugerir que podría perder su etiqueta de equipaje.
"No", contestó. "Todo lo que poseo en este mundo lo llevo conmigo en esta pequeña bolsa. ¡Mis necesidades personales son muy simples!"………”
A las misioneras de la Caridad, algunos tenían el cuajo de reprocharles la atención prestada a los más necesitados, alegando que eso les mantenía en la miseria. Y alegaban la manida comparación de qué es mejor, si regalar un pez o una caña de pescar. La preciosa albanesa tenía clara la respuesta: “Lo que dicen ustedes me parece perfecto, pero los pobres con los que nosotros trabajamos están tan débiles que no tienen fuerza ni siquiera para sostener la caña entre sus manos. Si les parece, nosotras les alimentamos para que adquieran esa fuerza y luego ustedes les enseñan a manejar la caña”.
Hay unas palabras que me dejaron perpleja de Teresa de Calcuta…. Oro para que entiendas las palabras de Jesús, “Amaos unos a otros como yo os he amado”. Pregúntate, “¿Cómo me ha amado él a mí? ¿De verdad amo de la misma forma a los demás?” Hasta que este amor no esté en nosotros, podemos matarnos a trabajar y será solo trabajo, no amor. El trabajo sin amor es esclavitud.
En cierta ocasión, Teresa supo de una familia hindú con ocho hijos que no tenía nada para comer. Cogió un poco de arroz y se lo llevó; los ojos de los niños brillaban de hambre. Su madre cogió el arroz, lo dividió y salió a la calle con la mitad del recibido. Cuando regresó y Teresa le preguntó qué había hecho, contestó simplemente: “Ellos también tienen hambre”. “Ellos” era una familia musulmana vecina. Teresa comentó luego: “Aquella noche no les di más arroz, pues quería que ellos también pudiesen disfrutar de la alegría de dar“.
Y por último, en otra ocasión, cuando un periodista norteamericano la vio atendiendo a un enfermo con heridas hediondas producidas por la lepra, le dijo que él no haría eso ni por un millón de dólares. “Por un millón de dólares tampoco lo haría yo“, respondió Teresa., eso solo se hace por amor.
He intentado dar un repaso a la vida de una mujer que siempre he admirado y admiro, soy cristiana evangélica, ella era una cristiana católica; evidentemente, hay cosas con las que yo no puedo transigir del catolicismo; pero esta mujer recibió muchas críticas porque era diferente, ¡demasiado diferente!
Como he escrito más arriba, no pretendo meterme en entresijos que no me interesa tocar ahora, y simplemente quiero terminar con las palabras de Jesús:
“Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.”
(Marcos 9:41)
“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”. (Mateo 25:34--40)
Meditemos… ¡A Dios la gloria, a nosotros su bendición!
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