El lamento permanente es vivir estancado y no ver más allá de nuestras propias limitaciones.
“Quiero que arregles esto, que me des aquello”.
“Quiero algo mejor, necesito que cambies esta situación”.
“Te ruego que actúes, hazlo cuanto antes, lo necesito ya”.
No puedes más. Necesitas un cambio, que algo mejore, que algo sane. Necesitas que Dios actúe y que lo haga ya.
El lamento te invade, se hace el dueño y señor de tu mente, de cada una de tus palabras, no hay más, solo ruegos, solo un alma abatida delante de un Dios todopoderoso ¿Por qué no lo hace? Sabes perfectamente que lo puede hacer ¿Por qué no actúa? Es lícita y necesaria tu petición. El mismísimo Dios que abrió el mar en dos, le dio el valor a David para matar a Goliat, sacó del estómago de un pez a Jonás ¿Y a tí? ¿A ti no te responde? Parece no saber que estás con el agua al cuello, que la ansiedad no te deja apenas respirar y que tú solo ya no puedes.
¿No dice la Biblia que el que busca le encuentra, al que llama se le abrirá? Y ahí estás, aporreando la puerta, deseoso porque un día se abra y aparezca al otro lado esa respuesta que tanto anhelas.
Pero no, no hay respuesta. Solo el sonido de tu llanto. Solo el silencio.
Sería tan fácil pedir esos tres deseos y que el Dios del universo, nuestro creador, estuviera a nuestros pies para convertirlos en realidades con un chasquido de dedos. Seríamos nuestros propios dioses para usarlo a él a nuestro antojo y tendríamos lo que necesitamos en cada momento. Pero no, la vida no funciona así, el Dios aquí no somos ni tú ni yo, no vemos más allá de lo que está en frente de nuestras narices. Somos seres limitados. Humanos llenos de pecado que necesitamos una y otra vez ser restaurados. Fuimos una creación perfecta que fue deteriorándose, estamos en obras.
El gran error que tantas veces cometemos, revertir los papeles, creernos perfectamente capacitados para saber lo que necesitamos mejor que nadie, mejor que el mismísimo Dios. Creer que él está a nuestro servicio, a nuestra sombra, cuando en realidad eso es lo que daría realmente sentido a nuestra vida, estar a su servicio, a su sombra.
Piénsalo bien, ¿Quién debe cumplir con nuestros deseos? Dios ¿o quizás nosotros deberíamos de cumplir los deseos de Dios? Porque entonces la historia es otra, no todo gira en torno nosotros. Todo gira en torno a Dios.
¿No es lícito y necesario transmitir a nuestro Padre lo que sentimos y necesitamos en cada momento? Por supuesto, los lamentos son necesarios, son palabras que parecen rasgar la garganta cuando son pronunciadas. Los Salmos están llenos de ellos. Pero estos escritos también están llenos de contrastes. Los lamentos acaban en baile, en un baile que transforma las miserias en motivos de alabanza.
Quizás la raíz de nuestra amargura sea no dejar que arranque esa danza, tropezarnos por el camino, quedarnos abrazados a nuestras necesidades e invadidos de autocompasión. El problema es endiosar la petición más que al mismísimo Dios.
Esta es la oración de Jonás:
“Clamé a ti, Señor, en medio de mi angustia ¡y me contestaste! ¡y me escuchaste! Las aguas me envolvieron hasta el cuello, estaba cubierto de mar por todas partes; las algas se enredaban en mi cabeza.
Me hundí en el mar. Bajé al mundo de los muertos y tras de mí sus rejas se cerraron para siempre. Pero tú Señor, Dios mío, me sacaste vivo de la fosa. Al sentir que se me iba la vida, me acordé del Señor y mi oración llegó hasta ti. ¡La salvación viene del Señor!”.
Esta es la oración que haría cualquiera que ha sido liberado de las profundidades del mar, de la muerte segura, del miedo, de la soledad…
Una oración de esperanza ¿Sería una oración que haríamos en medio del caos? Jonás si la hizo, fue su oración dentro de pez, no fuera. En medio del caos, no en calma. “Por eso aunque tengamos toda clase de problemas, no estamos derrotados. Aunque tengamos muchas preocupaciones, no nos damos por vencidos. Aunque nos persigan, Dios no nos abandona. Aunque nos derriben, no nos destruyen”. 2 Corintios 4:8-10
Paralizados con la mentira de buscar y no encontrar ¿Dónde estamos buscando? Dios promete ser encontrado, pero uno tiene que tomar la iniciativa de hacerlo. El lamento permanente es vivir estancado y no ver más allá de nuestras propias limitaciones.
Pidamos los deseos de nuestro corazón, es necesario, es bíblico, pero encarguémonos de alinear esos deseos con los de nuestro Dios. Es ahí, donde después del lamento empieza el baile, la búsqueda en la palabra viva y eficaz. “Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Solamente entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas. Mi mandato es: “¡Sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está contigo dondequiera que vayas”. (Josue 1:8-13)
La fuerza y la valentía no aparecen de la nada. La fortaleza se entrena, se practica con la palabra, la Biblia, la fuente de la vida. No hay otra manera.
Solo la Palabra puede renovar nuestro pensamiento, restaurar nuestra alma herida, darle sentido a la tormenta más embravecida.
Solo la Palabra nos salvará hasta de nosotros mismos, de nuestra limitación humana, de nuestra forma de mirar y percibir la realidad.
Pidamos a Dios los tres deseos:
Mirar como tú.
Pensar como tú.
Vivir como tú.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o