Ciudadano Pérez

Este titular nos evoca la legendaria película “Ciudadano Kane” del director, actor, productor y guionista Orson Welles que, 80 años después, sigue considerándose una obra maestra del cine moderno. Ciertamente, esta obra supuso una crítica inteligente al uso de los medios de comunicación por parte de los poderosos y la reivindicación de la libertad de prensa en contra de ciertos poderes ocultos.

Hoy, con un registro diferente, quiero aprovechar este mismo encabezamiento para referirme al caso de un hombre común y corriente, se trata del ciudadano Pérez, al que podríamos considerar un desclasado social y alguien que ha pasado por la vida a trompicones que, sin darse demasiada cuenta, comenzó a tener conciencia de su verdadera identidad alrededor de los veinte años y, a partir de entonces, empezó a descubrirse a sí mismo y a darse cuenta, progresivamente, de que su persona tenía un alto valor para Dios, su creador, aunque para su entorno fuese un total desapercibido.

Ciudadano Pérez es un producto callejero de los bajos fondos del barrio chino barcelonés que apenas sabía leer y escribir, a causa de su enfermiza salud desde su más temprana infancia que le impedía asistir frecuentemente a la escuela para recibir el espíritu de la formación nacional de la época.

Estos días recordaba las meriendas que Pérez disfrutaba por valor de una peseta (dos reales para un trozo de coca y otros dos reales para una pastilla de chocolate; una peseta en total).

Pérez procedía de una familia murciana emigrante. Su padre era un republicano exiliado en el sur de Francia a causa de la guerra civil y éste pudo recoger a su familia a mediados de los cincuenta del siglo pasado para trasladarse a Nimes, realizando parada y fonda en Barcelona durante unos días, cuestión que, por los caprichos del azar, como diría Serrat, hizo que sus padres decidieran establecerse en la ciudad condal definitivamente. Pero ciudadano Pérez llegaría a descubrir que nació en esta hermosa ciudad mediterránea por los soberanos designios de Dios.

Este ciudadano de incógnito descubrió el verdadero sentido de la vida en su juventud y esto lo cambió todo, cambió su mundo y sus expectativas de vida que, por cierto, no eran nada halagüeñas. El alcohol, la droga  y la mala vida eran las propuestas que tenía a su alcance y que le brindaban su peor destino.

A partir de entonces, Pérez comenzó a experimentar cambios muy importantes en su proyecto de vida personal que le llevaron a incorporarse a la cultura tardíamente y a descubrir, en la persona de Cristo, todo su potencial para una vida de plenitud.

Pérez adopto esta nueva cultura de la vida a través de una lectura continuada del Nuevo Testamento que le ayudó a perfeccionar su deficiente lectura y a ir transformando su manera de pensar y, en consecuencia, también su manera de vivir. Esta experiencia produjo en él un anhelo de autosuperación que le llevó a diversos medios de comunicación social para compartir con el mundo entero su apasionado descubrimiento personal de una nueva vida en Jesucristo.

Hay multitud de anécdotas y episodios en estos casi cincuenta años transcurridos que demuestran que la experiencia vital y espiritual de ciudadano Pérez es una clara demostración de que los milagros se producen en la vida de cualquier persona que se acerca a Dios sinceramente.

Ciudadano Pérez no solo es un singular ciudadano del mundo, sino también y lo más importante, según sus propias declaraciones, consiste en ser un verdadero ciudadano del reino de los Cielos en esta aventura de nuestra peregrinación terrenal.

Finalmente, decir que ciudadano Pérez descubrió la bendición de los diferentes roles que podemos desempeñar en la vida, como son los de esposo, padre, abuelo, comunicador social y pastor evangélico entre otros. ¡Qué más se le puede pedir a la vida y a ese buen Dios que tanto nos ama!