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Cuando la fe y las obras se besan

Sólo Dios puede hacernos ver con otros ojos lo que se cuece a nuestro alrededor, sólo Él puede hacernos emitir algo de ese amor que nos lanza a raudales.

MUY PERSONAL AUTOR 8/Jacqueline_Alencar 06 DE MARZO DE 2021 21:00 h
Foto de Jacqueline Alencar.

Reflexionaba hoy sobre cómo sería mi andadura durante las 24 horas de este día de marzo, cuando he aquí me asaltaron las últimas imágenes que he visto debajo del sol. Y pensé en la pequeñez de mis problemas al ver tanta sinrazón y miseria.



Y vi la pequeñez de lo que yo tengo como grandes problemas: que si me persiguen sin causa; que si todos lanzan contra mí sus afiladas lenguas murmuradoras; que si me dejan entrar, que si no me dejan; que si la foto que me pusieron es mala porque aparece un diente sucio de carmín; que en pago de mi amor ahora son mis adversarios; que pelean contra mí sin causa o con ella; que si palabras de odio me rodean; que si me publican, que si no; que si me censuran, que si no; que si voltean la cara y hacen mohines, que si no; que si lo que hago es un fraude, que si no; que si tengo muchas ideas, que si no; que si dicen que soy orgullosa, que si no; que si trabajo, que si no; que si me saludan, que si no; que si piensan que soy más de obras que de fe, que si no; que si hablo poco, que si no; que si hablo mucho, que si no; que si me recortan, que si no;  que si me dan me gusta, que si no; que si me felicitan por Facebook porque si no no vale, que si no; que si me llaman, que sino; que si me critican por no poder estar en todas partes como antes, que si no; que si me dicen que ando ando con las ONGs de mi época, que si no; que si se acuerdan de lo bueno que he hecho que si no; que si me persigue Iberdrola, que si no; que si me persigue el gobierno, que si no; que si me persiguen las mujeres más que los hombres, que si no; que si que… Y he aquí que vi que el listado podría continuar y continuar, pues me encontraba todavía en este mundo, donde todos como yo aún se dejan llevar por las debilidades propias del ser humano, que lucha por trascender la carne para ser más hombre nuevo, que se estremecen ante la llamada retadora de Jesús; pero resulta que el proceso va lento estés en la esfera que estés.



Y seguí mirando debajo del sol y debajo de mi techo para ver que sólo Dios puede hacernos ver con otros ojos lo que se cuece a nuestro alrededor, sólo Él puede hacernos emitir algo de ese amor que nos lanza a raudales, pero que apenas logramos coger una ínfima parte, pues queremos coger también un poco de todo lo que cae debajo del sol. Quiero coger amor, pero también quiero agarrar pelea, revancha, venganza, ojo por ojo, diente por diente, dinero, ambición, opresión, envidia, chisme...



Todos estos pensamientos se apoderaron de mí cuando, como decía anteriormente, imágenes de la realidad de estos tiempos estuvieron delante de mí: un hombre lloraba porque ahora sus exiguos ingresos lo llevaban a engrosar las colas del hambre, que hoy por hoy son una realidad en nuestro país. Se ofrecía a trabajar catorce horas a cambio de lo que sea. Al ver su situación, me sentí como farisea de esta época, tentada a preguntar si la culpa la tenía él o sus padres, pero un atisbo de ese Jesús al que tanto leo en teoría se agolpó en mí en forma de lágrimas para conmoverme y ver cómo ayudar a los que no son tan privilegiados como yo. Como tantos que miramos desde el sofá. Recordé que Jesús, al ver las multitudes, que iban como ovejas sin pastor, les dio de comer, porque los vio tan cansados y cargados y hambrientos. Entendía que el hambre espiritual iba acompañada por hambre de pan, que también es terrible. Que se lo digan a los esqueletos vivientes de Etiopía o de tantos países del tercer Mundo, que ya se va instalando también en los suburbios de nuestras ciudades del progreso y desarrollo.



Y me acordé de Santiago, el hermano de Jesús, cuya palabra fue denostada por nosotros mismos durante mucho tiempo, que dice: “Supongamos que un hermano no tiene con qué vestirse y carece del alimento diario, y uno de vosotros les dice; ‘que os vaya bien; abrigaros y comed hasta saciaros’, pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por si sola, si no tiene obras, está muerta”. (Santiago 2.15-16 NVI)



Me pregunté si cuando voy pareciéndome más a Cristo, si esto va pasando, claro, no se me va notando también un poquito de su misericordia, compasión, paciencia, mansedumbre, amor, ese sentimiento de congoja al ver tanta dispersión...



Y he aquí que mirando a mi alrededor vi que había mucha fe; yo misma decía que tenía fe y que sabía de un Dios poderoso en otro tiempo, pero que hoy me abrumaban e impedían los obstáculos del mundo mundial. Y recargué la culpa en todos mis gigantes, quizá fabricados para impedir una carrera intachable y agradable al Señor. Para tener más comodidad y que no se altere mi rutina. Me di cuenta que mi cansancio, mis responsabilidades, mi agenda, mi cuidado sólo de mí misma se vuelven nada ante la situación del otro. Claro que le doy importancia al estrés y al reposo necesario, pero en eso me olvido del reposo de otros; cederle, aunque sea un poquito del mío, pues sé que en otros lugares para salvar el día a día, dar un poco de pan a la familia, significa no descansar ni un solo día del año, no hay tiempo para duelos o fatiga, o tener unos días de llanto tan necesario muchas veces, pues hay que buscar el pan a la mañana siguiente. Yo, incluso me enfermo y no tengo que hacer cola, ni vender mi casa, que no vale grandes sumas, para pagar médico y medicamentos. Descanso e incluso me comunico con otros, tecleo libremente, y aun tengo tiempo para sentirme perseguida, entre comillas, pues no me amenaza la cárcel ni me tirotean las bandas tribales, ni los gobiernos dictadores, ni la CIA, ni la KGB. Y tengo Esperanza, lo cual me da tranquilidad y descanso; y duermo y como y me levanto cantando, aunque el día esté nublado. Todo un lujo. Y sé que hay problemas.



Y si el amanecer augura pleitos y peleas, y se me quiere nublar el día, tengo el privilegio de levantarme otra vez como las águilas cuando leo palabra fresca, como recién hecha para mí. Por ejemplo en el libro de Isaías, que aún hoy me grita bien fuerte, tan fuerte como necesito:



“Porque día tras día me buscan,



y desean conocer mis caminos,



como si fueran una nación que practica justicia,



como si no hubieran abandonado mis mandamientos.



Me piden decisiones justas, y desean acercarse a mí,



y hasta me reclaman: ¿Para qué ayunamos si no lo



 tomas en cuenta?



¿Para qué nos afligimos, si tú no lo notas?



Pero el día en que vosotros ayunáis,



hacéis negocios y explotáis a vuestros obreros.



Vosotros sólo ayunáis para pelear y reñir,



y daros puñetazos a mansalva.



Si queréis que el cielo atienda vuestros ruegos,



¡ayunad pero no como hasta ahora lo hacéis!



¿Acaso el ayuno que he escogido es sólo un día



para que el hombre se mortifique?



¿Y sólo para que incline la cabeza como un junco,



haga duelo y se cubra de ceniza?





El ayuno que he escogido,



¿no es más bien romper las cadenas



de injusticia



y desatar las correas del yugo´,



poner en libertad a los oprimidos



y romper toda atadura?



¿No es caso el ayuno compartir tu pan  



con el hambriento



y dar refugio a los pobres sin techo,



vestir al desnudo y no dejar de lado



a tus semejantes?



Si así procedes, tu luz despuntará como la aurora,



 y al instante llegará tu sanidad;



tu justicia te abrirá el camino,



y la gloria del Señor te seguirá.



Llamarás y el señor responderá;



pedirás ayuda, y él dirá: ‘Aquí estoy’.



 



Si desechas el yugo de opresión,



el dedo acusador y la lengua maliciosa,



si te dedicas a ayudar a los hambrientos



y a saciar la necesidad de los



desvalidos, entones brillará tu luz en las tinieblas,



y como el mediodía será tu noche.



El Señor te guiará siempre;



te saciará en tierras resecas,



y fortalecerá tus huesos.



Serás como jardín bien regado,



como manantial cuyas aguas no se agotan...”. (Isaías 58 frag., NVI)



Y tengo la oportunidad de un día más de vida, en el que puedo recapacitar y ponerme a restaurar las ruinas antiguas, los muros y las calles de un mundo que no debe serme indiferente. ¿Que no puedo salir por la puerta? Pero entonces veo que puedo salir con la palabra regularona que tengo, y otros medios que pone el Señor delante nuestro para no tener excusas. ¿Debo temer lo que me pueda hacer carne y sangre, y potestades, y lo que sea que apareciere? Pues va a ser que no. Que no. Que no. Y que no… Tengo a alguien poderoso cuya fidelidad es grande e incomparable. Nadie como Él, bendito Dios. Y me vuelvo más valiente porque hay una esperanza duradera que ya podemos experimentar desde aquí y ahora, una esperanza que no se basa en una simple emoción y que puede desaparecer en un momento nebuloso y oscuro en el decorrer de los días; no, es una esperanza con garantía de seguridad que proviene de la fe en Cristo, quien venció a la muerte, si no, vana sería nuestra fe, si todo hubiese acabado con la muerte en la cruz y nada más. Y eso puede ser de estímulo para otros, como dice Pablo en su Carta a los Filipenses: “… las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio”. “Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor” (RV).



Un abrazo fraternal. Paz.


 

 


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COMENTARIOS

    Si quieres comentar o

 

Galo
12/03/2021
14:07 h
2
 
No existe la fe sin las obras, al menos si uno lee a Santiago (la carta que alguna vez Lutero quiso eliminar del canon). De otro modo es fe multiplicada por cero. Es decir, nada
 

Alfredo
07/03/2021
22:49 h
1
 
", y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy"...Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. "El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene"; "Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras (de la gracia), y no solamente por la fe- La Biblia no se equivoca.
 



 
 
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