Sabemos que los que confían en el Señor no tendrán falta de ningún bien necesario en tiempos difíciles.
“Vendré otra vez” fueron las últimas palabras de Jesús en el aposento alto durante aquella inolvidable velada con los suyos, poco antes de ser arrestado, maltratado y finalmente asesinado vilmente.
Esa noche Jesús había sorprendido a sus discípulos escenificando su extraordinaria humildad, lavándoles los pies e inmediatamente, durante algunas horas, compartiéndoles una auténtica catarata de revelaciones acerca de las moradas eternas, de la inminente venida del Espíritu Santo como vicario de Cristo en la tierra y también sobre la vida fructífera en la Vid verdadera. Luego, concluyó con una oración suplicante realmente poderosa y trascendental para la unidad de la Iglesia a través de los tiempos.
Es muy llamativo el carácter intimista de estas declaraciones tan esperanzadoras, en un ambiente de gran complicidad espiritual y emocional entre el Maestro y su equipo apostólico. Lo verdaderamente extraordinario de esa noche fueron las palabras del Señor Jesús acerca del Cielo, ese lugar tan maravilloso que nos espera a los hijos/as de Dios.
Estas revelaciones tan entrañables nos llenan de gozo y de esperanza sobre nuestro destino eterno porque nos aseguran que moraremos para siempre con el Rey de nuestras almas. En las confesiones del aposento alto, descubrimos la transmisión de un legado celestial, a la vez que el testamento vital del Maestro dirigido a los suyos para todas las generaciones. Mientras gozamos del bendito ministerio del Espíritu Santo y de las bondades de la Vid verdadera, nos quedamos, por sobre todas las verdades reveladas, con el emocionante mensaje de su anhelado retorno. (Juan 14:2-3)
Por contraste, llegan a mi mente las palabras finales del Apocalipsis: “He aquí, yo vengo pronto…”. Sesenta años después, Juan recibe la revelación más apoteósica de todos los tiempos en la soledad y el sufrimiento del destierro, mostrándole el Espíritu al Cristo glorificado en su majestad, los movimientos celestiales, la gloriosa alabanza del futuro y los aterradores acontecimientos finales de esta endemoniada y rebelde humanidad.
Esta insistente premonición acerca de la inminente venida del Señor Jesús planeaba constantemente sobre la Iglesia de los primeros tiempos. Cuando el apóstol Pedro sale al paso de quienes mostraban sus dudas por la supuesta tardanza del advenimiento del Señor, tal como se había anunciado quince años antes, presenta un argumento novedoso y concluyente con las siguientes palabras: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” 2ª Pedro 3:8-9.
La expresión “para el Señor un día es como mil años y viceversa” nos habla de la relatividad del tiempo cronos frente al tiempo oportuno en los soberanos designios de Dios. He descubierto que detrás de este aviso del inminente retorno de Cristo, hay un secreto a voces y es que la esperanza en Él, acerca de su ansiado regreso, nos santifica y nos renueva a quienes amamos su venida.
Esta bendita sinergia en el alma nos lleva a vivir cerca de nuestro Amado Jesús, tal como la sulamita anhelaba ver a su amado y escuchar su dulce voz, hablándole a su apasionado corazón enfermo de amor.
Sin embargo, hoy en día con el canon completado y la abundante información profética de que disponemos, sabemos cómo nunca antes que el día del Señor está a las puertas, como nos declarara el mismo Jesús con la parábola de la higuera y las muchas señales coincidentes en una misma generación que, por cierto, se trata de nuestra generación sin duda alguna. Estamos entrando en el principio de dolores, pero esto no tiene que asustarnos, más bien todo lo contrario, pues sabemos que los que confían en el Señor no tendrán falta de ningún bien necesario en tiempos difíciles.
Finalmente, me quiero unir al viejo himno “Cuán gloriosa será la mañana, cuando venga Jesús el Salvador…”. Me siento emocionado por esta bendita sensación de que mientras Él viene a nosotros, nosotros estamos yendo a Él. Por lo cual, recibimos las palabras del Espíritu de Jesús hablando a la Iglesia del final de los tiempos: “He aquí, yo vengo en breve”, y nosotros replicamos con fervor: “Ven, Señor Jesús, ven pronto, amén”.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o