Invisibles

Por Mati Sanchiz

Hoy me duele la invisibilidad. Algunas veces me duele más que otras. Hay ocasiones que me abate profundamente y me sumerge en un puro gemir. En otras ocasiones, como es dolor crónico al que me acostumbré, lo puedo sobrellevar. Me coloreo un poco la cara, me maquillo con mi sonrisa y hasta pareciera que no me duele nada. Pero hoy me duele mucho. Me duele mucho. De niña ya aprendí el arte de la invisibilidad, como un fantasma me desplazaba por los lugares, por la casa, por el colegio, por las calles… daba igual, un ser etéreo no se ve. Supongo que mi diminuto tamaño y mis largos silencios ayudaban a que pasara siempre desapercibida. Al ir creciendo, una se habitúa, se adapta y se acepta lo que se es. Ya no me molestaba ser un holograma. Y llegado el momento de la madurez, es una ventaja caminar como un espectro, siendo un observador de la vida, absorviendo belleza por el camino, gozando de cosas sencillas que otros no ven, porque solo están a la vista de las hadas. Pero, no me duele mi invisibilidad, ¿por qué habría de dolerme tal cosa? Me duele la invisibilidad de las injusticias, de la pobreza, también la pobreza del corazón. Me duele la  invisibilidad de las guerras y de sus muertes inútiles, también de esas guerras que nos rompen por dentro y nos secuestran la paz. Me duele la invisibilidad del hambre que mata vidas, que rompe familias, también esa hambre de trascendencia. Me duele la invisibilidad que nos hace mirar para otro lado cuando hay una necesidad para no ver, para no ayudar. Me duele la invisibilidad de las carencias de los que tienen menos, de los que no tienen nada. Me duele la invisibilidad de la avaricia que me lleva a tener más, a querer más, a desear más, a consumir más, a degradar más… Me duele la invisibilidad de mi abundancia, de mi comodidad, que me aleja del sufriente. Me duele la invisibilidad de la falta de afecto, de cariño, de cercanía, de ternura, de alegría…

Hoy debo estar más sensible de lo normal, porque hoy me duele mucho la invisibilidad.

Mati Sanchiz

El ayuno que he escogido, 

¿no es más bien romper las cadenas de injusticia

y desatar las correas del yugo,

poner en libertad a los oprimidos

y romper toda atadura?

¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento

y dar refugio a los pobres sin techo,

vestir al desnudo

y no dejar de lado a tus semejantes? (Isaías 58:6-7 NVI)

Entonces el Rey dirá… «Venid… Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí». Entonces los justos le responderán, diciendo: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?». Respondiendo el Rey, les dirá: «En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis».(Mateo 25:34-40 LBLA)

Desde Kalei2Kopio recomendamos el trabajo de ongs y entidades como Dtproject, Compassion o Apadrina Demade. Son personas de fe que ayudan al desfavorecido, al pobre, y luchan contra las injusticias y contra… la invisibilidad en sus múltiples formas.