Una exposición que hizo doña Evangelina en un foro sobre la participación política y social de los creyentes protestantes
La vida y obra de Evangelina Corona Cadena es muestra de los mejores frutos del protestantismo mexicano. Coincido con Leopoldo Cervantes-Ortiz acerca de lo que escribió sobre la muy querida Evangelina y su legado que debe ser difundido entre las nuevas generaciones del cristianismo evangélico en México.
Al finalizar este párrafo voy a reproducir la exposición que hizo doña Evangelina en un foro sobre la participación política y social de los creyentes protestantes. La reunión tuvo lugar el 25 de enero de 1992, y en la ocasión expresé unas palabras sobre ella. Entonces mencioné que la escritora Elena Poniatowska dedicó varias páginas de su libro Nada, nadie (Ediciones Era, México, 1988) al personaje y la describió elogiosamente. Nada, nadie es una crónica sobre los efectos devastadores que tuvieron los sismos del 19 y 20 de septiembre de 1985 en la Ciudad de México. Antes de consignar las palabras de doña Evangelina comento que su intervención fue seguida con particular atención por el escritor Carlos Monsiváis, quien cerró el foro y me compartió en el camino hacia su casa el respeto y afecto que tenía por la sencilla Evangelina, maestra de Escuela Dominical como su madre.
…
No esperaba que Carlos Martínez García tuviera el escrito de Elena Poniatowska a la mano, para mí fue una sorpresa. Desafortunadamente tengo muy mala memoria y a veces hablo, como dice el hermano, espontáneamente y al ratito ya no me acuerrdo qué dije. Entonces me extraña conocer lo que alguien retoma para conservarlo en forma escrita.
Yo quiero ratificar en cierta forma lo que Elena Poniatowska está diciendo en su libro. Muchos de ustedes han conocido la trayectoria del Sindicato [de Costureras 19 de septiembre] y han conocido cómo hemos enfrentado los problemas laborales, sobre todo con las diferentes empresas. Creemos que la iglesia, la fe cristiana, el cristianismo no está divorciado de la política ni tampoco de los problemas sociales que vivimos en este México nuestro. Y decimos que no está divorciado porque hemos dicho, una y otra vez, que parte de esta sociedad con la que tenemos compromiso está conformada por los que constituimos la iglesia. En determinados momentos yo les decía a las compañeras, en algunos de los discursos que hemos pronunciado, somos del pueblo, estamos por el pueblo y tenemos compromiso con el pueblo. Tengo una convicción que me ha hecho seguir adelante en este trabajo, que me hace verlo de manera diferente. Sinceramente les confieso que yo estaba acostumbrada a medir el trabajo en el aspecto de la productividad en las máquinas, donde lo importante era sacar paquetes y paquetes, montones y montones de prendas de vestir.
A raíz de que entré a la dirección del Sindicato me encontré que no era solamente amontonar paquetes de ropa lo que hace el trabajo, sino también es mucho trabajo pasearse en las calles, ir y venir, presentarse ante las autoridades y enfrentar los cuestionamientos que nos hacen esas autoridades, así como encarar las presiones de los patrones. También quiero confesarles que por mi mente jamás en mi vida, jamás, existió la posibilidad de que pudiera enfrentarme a una autoridad. Como lo dice Elena Poniatowska, mi vida era de mi casa a mi trabajo y de mi trabajo a mi casa- Soy en cierta forma negativa con relación a las diversiones, a los bailes, a las fiestas. No soy amiga de ello.
Puedo decir con toda tranquilidad, hermanos, el reto que tenemos los cristianos es emprender la lucha cotidiana fuera de las cuatro paredes de la iglesia. Concebir que somos cristianos solamente de banca, que somos cristianos dominicales es lo más absurdo que podemos pensar y practicar. No está encerrado el cristianismo en las cuatro paredes del templo. El cristianismo se empieza a vivir cuando aprendemos a estar en el fuego sin quemarnos. Esta es una frase fácil de decir. Afortunadamente contamos con algo más que nuestra propia fuerza. Les comparto que he sabido desviar todos los vicios que están cerca de mí. Desde que entré al sindicalismo he estado entre los que fuman, los que beben y afortunadamente he sabido sortear este camino. ¿Pero cuando podemos hacerlo? Cuando sabemos que no dependemos de nosotros mismos. Cuando tenemos la convicción de que existe alguien que nos vigila, alguien que nos protege, alguien que nos lleva de la mano. Esta es una convicción que debemos tener todos. Insisto en lo que dije antes, es bonito entrar en el fuego pero no quemarse.
¿Cuál es el compromiso de la vida cristiana de cinco, diez, veinte, treinta años de estar estudiando la Biblia, de estar oyendo las historias en la Escuela Dominical, de estar oyendo mensajes domingo a domingo? ¿Cuál es la producción entonces? ¿Cuál es el proceso que debemos seguir, el resultado que debemos dar? ¿Cruzarnos de brazos ante lo que están denunciando los hermanos en sus ponencias? ¿Cruzarnos de brazos y cerrar los ojos ante las agresiones que están recibiendo nuestros hermanos en los diferentes pueblos? ¿Esa es la vida cristiana? ¿Acaso para no contaminarnos es que no entramos a un orfanatorio, a un reclusorio, a un hospital? La vida cristiana, hermanos, no está encerrada en cuatro paredes. La vida cristiana empieza cuando haces un bien al pueblo, cuando haces un bien a tus semejantes, cuando haces un bien al que lo necesita.
Al formarse el Sindicato de Costureras, cuando me nombraron [secretaria general], sentí el mundo encima de mí. ¿Por qué? Porque empezaban los cuestionamientos de periodistas, de autoridades, de Gobernación. Me decían: ¿y ahora qué vas a hacer? ¿Cuál va a ser tu postura? ¿Qué va a opinar el presidente [de la República]? ¿Qué va a decir el secretario de Trabajo? Uno tenía qué contestar y saber qué contestar. Ese fue el primer problema al que yo me enfrenté, qué contestar si yo no sabía nada de política, qué responder ante la pregunta capciosa o de doble intención de un periodista que insiste en querer quemar. Sobre todo porque desde un principio nunca he negado que pertenezco a la Iglesia cristiana evangélica. Seguido buscaban la manera de que yo usara palabras inadecuadas, de que insultara o acusara directamente, o que me callara y guardara silencio frente a una realidad tan cruda como la del terremoto. Me preguntaban ¿qué le ha dado el gobierno?. Ante la crisis que se vivió, en los momentos mismos que quedamos sin trabajo, me cuestionaban: ¿qué les ha dado el gobierno? Yo creo que pensaban que íbamos a decir que el gobierno nos estaba ayudando y así realzar a un presidente [de la República] que estaba dándonos el registro del Sindicato de Costureras. Cuando yo les respondí que el gobierno no nos había dado nada, prácticamente nada. Nada más nos dieron bolsitas de agua que mandaba la CONASUPO [Compañía Nacional de Subsistencias Populares, ente gubernamental] y unas cuantas lechecitas por ahí. ¿Y toda la solidaridad que llegó de los diferentes países? No nos dio absolutamente nada.
Si el 18 de septiembre [de 1985] me hubieran dicho que yo iba a estar en la Cámara de Diputados algún día, les habría contestado que ni en sueños. Si me hubieran dicho tú vas a ir al extranjero, mi respuesta habría sido por favor no jueguen con las ilusiones de uno. Sin embargo, representar al Sindicato me ha dado la oportunidad de visitar otros países y conocer sus problemáticas, que son similares a las nuestras.
A pesar de que por mis manos han pasado millones de pesos, millones, nadie puede acusarme de corrupción. Los pastores que estaban en 1985 en la iglesia a la cual pertenezco, me preguntaban si no me daba miedo andar trayendo tanto dinero. Porque a veces andaba en mi mochila vieja y fea diez o quince millones que me daban para la guardería, para la organización del Sindicato, para el taller escuela de costura que iniciamos. Hermanos, gracias a Dios no se me pegaron, no se me pegaron, y lo digo no porque me quiera justificar sino porque los principios que tenemos los cristianos deben ser reales, no quiero presumir pero esta es una realidad.
En la vida diaria del Sindicato también nos han ofrecido dinero, en la junta local ha habido representantes de otros sindicatos que me han dicho “aquí está un cheque, por qué no desiste”. Pero no, porque no es decisión mía. Si hay un movimiento que han hecho los compañeros (los trabajadores), son ellos ellos los que deben determinar quién y cómo los representan. Aunque me ofrezcan millones de pesos no me interesa el dinero, a mí me interesa lo que piensen los compañeros.
No porque no me guste el dinero, no porque no lo necesite, definitivamente había días enteros –quiero confesárselos– que teniendo los millones en la mochila me la pasaba sin comer todo el día, pero no se me pegaba el dinero porque sabía perfectamente que no era mío. Con toda confianza yo le decía a los compañeros: si yo no me como una paleta de un dinero que no es mío, tenem os que ser conscientes de que eso es lo que necesitamos hacer de aquí en adelante.
Pude haber hecho muchas cosas, pude haberme comprado un coche, como dicen por ahí que tengo una flotilla de minibuses y peceras [camionetas de transporte publico], pude haberme hecho de una o dos casas, porque muchos de los que me conocieron como costurera y que supieron que quedaba representando al Sindicato, me dijeron “ahora sí vamos a tener dinero, ahora sí nos vamos a ir a echar las cheves [cervezas]”. ¿Por qué? Porque todos los secretarios generales [de los sindicatos] están acostumbrados a enriquecer su bolsa, que es lo mismo que hacen los presidentes de la República. Están acostumbrados a pactar entre oficiales y autoridades nada más, sin que les importe la clase trabajadora. Y con eso se han enfrentado, porque esta postura no es mía, yo les digo sinceramente: conmigo ese papel no habla.
Reitero mi postura, yo sé que lo que he podido hacer ha sido porque hay alguien que me lleva de la mano, hay alguien que me está señalando lo que es positivo y negativo, hay alguien que no te deja caminar mal porque te está señalando cuál es el camino, pero sabiendo que tenemos un compromiso. Los que conocemos la Biblia y tenemos principios cristianos, y que estamos dispuestos a obedecer al Dios de la Biblia definitivamente no nos cuesta trabajo, pero los que ya queremos depender de nosotros mismos y que ya no queremos que nos lleve de la mano fácilmente caemos. Yo le doy gracias a Dios porque no solamente mi iglesia ha orado por mí, no solamente la Iglesia presbiteriana a la que pertenezco, me he encontrado hermanos en la Iglesia pentecostés, de la Iglesia bautista y todos me dicen hermana estamos orando por usted. Esa es la fortaleza que a mí me ha fortalecido de verdad.
Hoy que comienzo una nueva experiencia en la Cámara [de Diputados], a mí me dijeron de entrada: tú no vayas a decir que eres cristiana porque la religión no se lleva con la política. Saben qué, ¿por qué tengo que ocultar que soy cristiana? Al contrario, que sepan para que tengasn toda la autoridad de que si me ven caminar mal me reclamen. Yo pienso que todos somos responsables de los que se desvían, debemos tener el valor suficiente para decirles: “estás mal”. Hay varios cristianos en la Cámara de Diputados, pero “tapaditos”, para que no los descubran. El cristiano debe levantar la frente en alto si no tiene de qué avergonzarse. ¿Qué esto te puede llevar a la cárcel como los hermanos que están presos? Pues ni modo, pero antes de que me compres, antes de que pagues un peso por mí, prefiero la cárcel. Eso que acaban de leer de los hermanos que los obligaron a firmar, ¿qué tanto es falso? ¿Qué tanto se puede poner en la balanza mi fe con mi conveniencia? ¿Qué será más pesado? Tenemos que custionarnos. Si con tal que no me corten la cabeza claudico en mis convicciones, ¿dónde está la fe cristiana? Si con tal de que no me sancionen voy a decir que no soy cristiana, quizá me cuestionen dentro de la Cámara. ¿Cuántas veces tenemos que enfrentar eso? ¿Estamos capacitados? ¿Estamos decididos? ¿Somos cristianos de esta especie?
Hay muchos cuestionamientos, y eso hermanos, no lo aprendemos en las cuatro paredes del templo, lo aprendemos cuando estamos entre ellos. A nosotros nos dicen que hay que amar a nuestro prójimo. Esto es fácil decirlo, ¿pero es cierto? ¿Lo hacemos? Nos enseñan en cada sermón que tenemos un compromiso cristiano que encierra todo, amar a nuestro prójimo y amarlo como a nosotros mismos, si todos nos preguntamos ¿nos amamos a nostros mismos como para amar al prójimo? Yo empezaría por hacer algunos custionamientos: yo me amo mucho, pero me planto en la televisión, que se me gasten los ojos, que se me enderecen las ideas y que tenga malos pensamientos. Digo que me respeto mucho pero se me hace fácil prender un tabaco que sé que me va a afectar las vías respiratorias; destapo una botella, la revuelvo con Coca y me la tomo con hielito, y que sé que me va a dañar, no solamente el hígado y el estómago, sino que también nos va rebajando moralmente. Nos va afectando porque vamos perdiendo la noción de nosotros mismos y del respeto que nos debemos tener. Me voy a trasnochar a la calle y le puedo robar la esposa a mi vecino. Con este testimonio, ¿cómo vamos a decir que queremos a nuestro prójimo y cómo lo vamos a amar si no nos amamos lo suficiente a nosotros?
Tenemos que estar conscientes de cuál es el papel real del cristiano. y no es que queramos presumir de muy santos, pero tenemos que buscar no contaminarnos con las cosas del mundo. A veces es difíci, pero no podemos decir que sea imposible porque tenemos a alguien que nos ayuda y que nos redarguye desde el interior, y ese alguien todos lo conocemos.
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