Proyecciones

Por Mati Sanchiz.

Quién soy. Cómo soy. Cómo me veo. Cómo me ven.

Es bien distinto lo que sentimos y lo que pensamos de lo que muchas veces se proyecta o lo que se interpreta. Quizá no sabemos bien quién somos, o no sabemos cómo expresarnos porque en nuestro corazón hay una lucha interna entre nuestra dualidad perenne. Queremos dar excelencia y en ocasiones, sin saber cómo o por qué, se destapa lo peor de lo peor. 

No conocemos qué es lo que proyectamos, y menos aún sabemos qué es lo que otros ven cuando nos miran. Unos puede que vean lo mejor y sean tan benévolos que miren su luz reflejada en ti y otros, en cambio, que su oscuridad te apague como un pábilo sin cera.

El espejo reflejará lo mejor de uno después de un arduo aseo y arreglo personal, del interior la luz se proyectará de otra forma;  las palabras, los actos, pueden ser agua para el sediento o ser arena seca de un desierto. 

Elijamos rodearnos de aquellos que ven y valoran los brillos de los demás, los que nos provocan a ser mejores, los que ahogan penas y rescatan alegrías, los que sacan a flote los valores, los que proyectan vida, los que se curan por fuera y por dentro, los que en las luces o en las sombras serán siempre la mejor compañía. 

Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. (Mateo 5:14-16)