La bondad e inocencia es muchas veces violentada por aquellos que quieren destruir toda fe.
Si hay un tema que a todos nos toca el corazón sobre todo en estas fechas cercanas a la navidad, es sin duda todo lo relacionado con la infancia. Todos o casi todos hemos sido: primero niños o niñas, después padres o madres y en un futuro próximo llegaremos a ser abuelos, además todos tenemos una sensibilidad natural al sufrimiento infantil. Por esta razón el hecho de ver a un niño sufrir hace que algo se retuerza en nuestro interior, nos constriñe y nos indigna. Los niños merecen y deben ser protegidos a toda costa.
En cualquier catástrofe natural, cualquier guerra, cualquier crisis humanitaria, los niños siempre son el “miembro más débil” y la iglesia perseguida no es una excepción. De los 260 millones de cristianos perseguidos que hay actualmente en los 50 países de la LMP (lista mundial de persecución de Puertas Abiertas) el 50% son menores de 18, años algo alarmante sobre todo si tenemos en cuenta que, si no invertimos en los niños la iglesia perseguida no tiene futuro.
En muchos casos la mayoría de estos niños ni si quiera comprenden al 100% lo que les está sucediendo o porque son víctimas colaterales de violencia, desprecio, abusos, desplazamiento forzoso y tantas cosas como afectan hoy en día a los cristianos adultos alrededor del mundo.
Si examinamos por ejemplo los deseos navideños expresados por algunos de los niños que se criaron en medio del terror del Estado islámico, veremos que estos sacan a la luz el tipo de mundo en el que han crecido. Sam, de 10 años, dice: “Deseo que la gente pueda vivir en seguridad y en paz”; Dima (9) dice: “Le pido al Señor que proteja a mi iglesia en Irak”; Lydia (10) y Marina (8) quisieran vivir como otros niños en el mundo, en amor y en paz, Marcos (10) dice, “Deseo poder volver a mi iglesia en Mosul.”
A la vista de estos deseos navideños podeos sacar una conclusión evidente, en los niños hay una bondad innata que debemos de alimentar y cuidar, sin embargo esta bondad e inocencia es muchas veces violentada por aquellos que quieren destruir toda fe.
En cierta ocasión visité un par de Hogares Infantiles, proyectos que la organización Puertas Abiertas dirige en países con persecución, pasé varios días conviviendo con niños que habían sido escolarizados en estos hogares, puestos a salvo por sus propios padres que habían pagado el precio de llevar a sus hijos lejos de sí mismos para protegerlos de la persecución que ellos sufrían por predicar el evangelio en zonas peligrosas.
Muchos de esos niños provenían del trasfondo indígena. Estos niños me contaron historias que serían increíbles en el ámbito en el que social en el que transcurre mi vida, Algunos de ellos habían sido llevados por la guerrilla colombiana, y con apenas 7 años de edad ya habían sido obligados a presenciar e incluso a realizar ejecuciones. Otros niños y niñas habían sido obligados a formar parte de las bandas del narcotráfico como una especie de “trofeo” por tratarse de los hijos de algún pastor.
Otro año en Egipto comprobé como los niños cristianos eran relegados a las últimas filas de las aulas de sus colegios, fomentando así que acumulase un mayor índice de fracaso escolar entra los niños cristianos en un, ya de por si maltrecho sistema educativo. Muchos de estos niños contaron como también eran tratados con desprecio por sus profesores y sometidos a preguntas como, por ejemplo, ¿Por qué los cristianos adoráis a tres dioses? Y todo tipo de preguntas teológicas de ese estilo que los niños no están ni de lejos preparados para responder.
La otra cara de la moneda, la cara amable y positiva la vi en Marruecos donde un niño que entregó su vida al Señor con apenas 15 años cosió a su mochila las palabras “Jesús me ama” llevándola al colegio siempre orgulloso, incluso a la madrassa (escuela coránica obligatoria) y es que los niños tienen una fe incomparable, la clase de fe que les acerca a Jesús porque no cuestionan nada.
Jesús dijo en Mateo 19:14 Dejad a los niños venid a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos.
Lamentablemente vivimos en tiempos en los que como hemos visto a lo largo de este artículo, a los niños de muchos países se les humilla y se les obstaculiza el acceso a Jesucristo (y hay de aquellos que ponen el tropiezo). En estos tiempos más que nunca necesitamos “La oración del Justo” esa que puede mucho, porque si tú y yo, los justos, callamos cuando los niños claman por ayuda, será el final para la iglesia del futura.
Estas navidades recuerda orar por los niños de la iglesia perseguida.
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