Vivimos tiempos, creo que más que nunca, en los que la mentira e hipocresía reinan a sus anchas.
“Tus peores días nunca estarán lejos del alcance de la gracia de Dios, y tus mejores días nunca serán tan buenos como para no necesitar de la gracia de Dios”. Jerry Bridges
“En ocasiones parecería que Dios nos está matando, cuando en realidad nos está salvando”. Tim Keller
El día de ayer fue uno de esos días en los que cuando llega la noche, y después de haber no parado ni un minuto ocupada en miles de cosas que necesité hacer, me senté calmadamente, repasé mi día y todo lo ocurrido, y descansé dando gracias a mi Dios por todo lo sucedido.
Por razones que no importan, llevo tiempo con mucho lío de muchas cosas, y en algo que me lleva mucho tiempo, un cambio de habitación en nuestra casa; pero un cambio complicado por mil motivos y, creo que lo peor de todo, ha sido algo precioso, pero que en esta ocasión ha dado un trabajo muy grande, la cantidad de libros que aparecieron por todos lados y el recolocarlos. Creo que ya no hay más lugar para bibliotecas en esta casa.
El primer cambio que hice fue duro en cuanto a peso y demás, pero tuve mucha ayuda; y creo que arreglé aquello rápido y muy a mi gusto. El problema de ayer requirió muchas horas de caminar, cargar y demás; pero lo peor sucedió un día cuando en un cambio de escritorios, en el que yo estuve usando durante años, había un cajón enoooooorme, en donde lo cierto es que yo iba acumulando cosas que luego no encontraba por ningún lugar, reconozco que que un tanto… cajón de sastre.
Un día aquel cajón fue vaciado por completo en un lugar, y yo sabía perfectísimamente que tenía que ponerme a ordenar todo aquello y colocarlo ordenadamente en otro sitio; así que ayer, llegó ese día.
No os podéis imaginar todo lo que llegué a encontrar, pero lo más precioso de todo fue ver a la primera algo que ya ni sabía por donde buscar, yo estaba disgustada, pero mi madre mucho más.
Se trataba de algo demasiado querido y entrañable como para que nunca lo encontrara después de algunos años. Era y sigue siendo una medalla importante de un precioso reconocimiento que la Cruz Roja de La Coruña le entregó a mi padre cuando yo era una niña. Lo cierto es que no recoge el año y eso fue un problema para mí cuando, una de las tantas veces en las que nuestro querido Gabino Fernández, querido amigo, compañero en el servicio al Maestro, y como todos sabéis bien, entre otras muchísimas cosas y mil reconocimientos y premios, como el premio ‘Jorge Borrow’ de Difusión Bíblica 2012… Licenciado en Teología, en la especialidad en Historia de la Iglesia… cuando en una de esas noches entrañables compartiendo el pan y la sal en nuestra casa, salió a relucir el tema de aquella medalla y reconocimiento. Gabino me había pedido a mí algunas cosas para algo suyo, y me pidió que le mandara una buena foto y toda la información posible sobre todo este tema para algo que estaba haciendo llamado “Efemérides”.
Y aquí comenzó el tema, mi madre guardaba la medalla como un tesoro, bien guardada y bonita en una vitrina de cristal cerrada; pero un día la cambió de lugar, y cuando por fin apareció, yo la cerré en su preciosa caja de piel color corinto y seda blanca por dentro, donde estaba guardada la medalla en cuestión. Tanto y tanto la guardé, que la metí en mi cajón de sastre, hasta que ayer apareció.
Recuerdo a mi padre cuando yo era niña y durante años, madrugar mucho para ir varios días en la semana a la Cruz Roja de nuestra ciudad a ofrecer servicios médicos totalmente gratuitos, antes de ir a su propia consulta.
En aquel tiempo, el lugar se encontraba justo al lado de nuestra antigua y amada iglesia, que sigue siendo la misma, pero que estuvo por muchísimos años en la mítica y conocida calle “Panaderas” llegando a la Plaza de España. Yo no sé que edad tenía en el momento del acto de entrega y demás; sé que vino la hermana de mi padre, y desconozco la razón por la que yo no pude ir, del mismo modo que no sé el año... aunque sí las vueltas que nuestro querido Gabino me hizo dar yendo a mil lugares para localizar la fecha; aunque no la encontré ni en la Cruz Roja actual, supongo que hace mucho tiempo.
Todo este tema que en el día de ayer me puso más contenta que unas castañuelas… y más a mi madre, por lo entrañable del significado de todo esto, me dio muchísimo que pensar en la noche.
Cuando comencé a trasladar todo lo que había en aquel cajón, que era muchísimo, y todo lo que allí apareció, comencé a pensar en lo que puede aparecer cuando está oculto, muy profundamente oculto, y ni lo sabemos; pero nada permanece oculto a los ojos de Dios.
Una de mis frases ‘top’, sino la primera, es la atribuida a Abraham Lincoln: “Se puede engañar a alguien toda la vida, se puede engañar a algunos durante un tiempo; pero no se puede engañar a todos siempre”.
Con su frase, Abraham Lincoln, nos enseña que el engaño no es eterno, sino que tiene su fin; nuestra historia está llena de episodios en los que supuestos engañadores han sucumbido delante de la verdad. Cómo un martillo implacable, la verdad, se contrapone al engaño y golpea ferozmente a quienes intentan protegerse tras el engaño. Y nosotros, los cristianos, sabemos bien quien es el padre de la mentira. Mentir no nos conduce a ningún lado, además de ser una de las cosas que más aborrece el Dios de la verdad, aquel que en día dijo: “… Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. (Juan 14; 6)
Me encanta la frase de Charles Spurgeon: “La sinceridad hace a la menor de las personas más valiosa que el hipócrita más talentoso”.
Vivimos tiempos, creo que más que nunca, en los que la mentira e hipocresía reinan a sus anchas, incluso tristemente entre aquellos que se llaman cristianos; pero el Dios de la verdad pondrá todas las cosas y a todo en mundo en su sitio, en el momento oportuno.
¿Te sientes mal por algo en este sentido? ¿Sabes lo que es pagar precios muy altos por tu sinceridad? ¿O tal vez haya algo oculto en el cajón de sastre de tu vida?
Recuerda siempre dos cosas que te he dejado antes…
“La sinceridad hace a la menor de las personas más valiosa que el hipócrita más talentoso”. Charles Spurgeon
“... Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Jesús de Nazaret
Rey de reyes y Señor de señores, Dios de mi vida que está deseando serlo también de la tuya.
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