Un estudio novelado de Juan 2:1-12.
La vida está llena de contrastes. Hay ricos y pobres. Hay amor y odio. A los jóvenes les gustaría tener más años y los ancianos quisieran ser jóvenes. Hay vida y hay muerte. Hay salud y enfermedad.
En Juan 2 tenemos un casamiento en Caná de Galilea. En Juan 11 tenemos la muerte de un hombre llamado Lázaro. Es que en aquellos días como ahora hay períodos de alegría y tiempos de pesar.
En los Evangelios vemos al Señor Jesús sanando a los enfermos y en forma continua recibiendo el ataque de los fariseos. Pero en este capítulo lo contemplamos en un aspecto bien distinto.
Lo observamos en una celebración a la cual él y sus discípulos fueron invitados. No vemos al "varón de dolores experimentado en quebranto" participar de muchas celebraciones de gozo, pero esta es una de ellas.
Pensamos que las visitas a la casa de Lázaro, Marta y María eran verdaderos momentos de descanso y comunión en las verdades espirituales. Esta es la única ocasión en que la Biblia nos dice que el Señor Jesús está en una celebración de bodas. Sí, estuvo en otras cenas, como la descrita en Juan 12.
El capítulo 2 comienza diciendo: "Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús". El hecho de que José no se mencione nos hace pensar que probablemente ya había fallecido.
Versículo 2: "Fue invitado también Jesús con sus discípulos a la boda". No sabemos si esta invitación fue por una amistad directa, o como diríamos, de compromiso. Pero de todas maneras, quienquiera que haya decidido invitar a Jesús de Nazaret hizo bien.
¡Qué bueno es cuando invitamos al Señor Jesús a participar en las actividades de nuestra vida! ¡Qué triste es cuando no hacemos participar al Señor Jesucristo en las cosas más importantes de nuestra existencia!
Pero, ¡qué bendición hay cuando el Señor Jesús es invitado a la fiesta familiar! Quizás a la pequeña reunión en relación con la graduación del hijo, o sea cual sea la razón.
Versículo 3: "Y como faltó el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino". Hasta aquí Jesucristo y sus discípulos habían estado en la fiesta probablemente hablando en forma espontánea con personas que quizás eran conocidos o familiares distantes.
María de alguna manera se enteró de que había un problema. No sabemos si erraron el cálculo pensando que llegarían menos personas o qué fue lo que pasó, pero la realidad es que en medio de la fiesta faltó el vino. ¿Qué se puede hacer en esa circunstancia?
Parecería que a nosotros los seres humanos siempre nos falta algo. A algunos les falta la salud, y qué privilegio es el estar sano; no nos damos cuenta hasta que la salud se pierde. A otros les falta dinero, a otros trabajo, a otros disciplina, a otros tiempo y a otros les falta energía y la lista podría seguir.
Miremos la respuesta de Jesucristo: "¿Qué tiene que ver eso conmigo y contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora". El término "mujer" aquí no significa falta de respecto. Todo lo contrario. Sería el equivalente al término "señora" que nosotros usaríamos.
Nos preguntamos: ¿Qué es lo que tiene de especial la solicitud de María que evoca esta respuesta del Mesías? Diríamos que nos damos cuenta de que esto afecta de una manera especial el corazón de Jesús de Nazaret.
Pero notemos esta pequeña pero muy importante frase de (Jn 2:4): "todavía no ha llegado mi hora". El santo Hijo de Dios siempre estaba consciente de "su hora".
Una y otra vez leemos en el Evangelio de Juan estas palabras, y la importancia de esto es que cada momento de la vida terrenal del Señor Jesucristo estaba absolutamente planeado por Dios, y el Señor Jesús cumplió en cada minuto y segundo lo que debía cumplir. Nosotros vivimos nuestra vida en general en relación con los acontecimientos.
Puede que haya algunos planes pero en general reaccionamos a las circunstancias. Si nuestro automóvil se descompone lo llevamos al taller mecánico, y eso nos va a quitar una parte del día. Pero el Hijo de Dios nunca se llevó la sorpresa de que le pasara algo inesperado.
Nunca hizo al día siguiente lo que su Padre le determinó que hiciera en ese mismo día. Él fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Jn 7:30) (Jn 8:20) (Jn 12:23,27) (Jn 13:1) (Jn 17:1).
Versículo 5 de Juan 2 dice: "Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que él os diga". Y este consejo de María sigue teniendo toda su actualidad: "Haced todo lo que él os diga".
Quizás de ningún ser humano se podría decir que podemos hacer todo lo que nos diga sin temor a equivocarnos o fracasar. Pero es muy distinto en cuanto a la persona del Señor Jesús, cuando hacemos lo que él nos dice (Jn 14:21) (Jn 15:10,14).
(Jn 2:6): "Había allí seis tinajas de piedra para agua, de acuerdo con los ritos de los judíos para la purificación. En cada una de ellas cabían dos o tres medidas". De acuerdo con los expertos estas tinajas tendrían una capacidad de unos 60 a 100 litros.
Versículo 7: "Jesús les dijo: Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta el borde". Las tinajas vacías son inservibles.
Las tinajas con agua sirven para algo. Las tinajas con el agua convertida en vino por el Señor es algo que nos habla de las bendiciones sobreabundantes.
Versículo 8: "Luego les dijo: Sacad ahora y llevadlo al encargado del banquete. Se lo llevaron". Observemos cómo el Señor Jesús cumple con las reglas de orden y disciplina.
Dado que había alguien encargado de las provisiones para la fiesta, lo correcto era que esta misma persona determinara si el vino nuevo se podía toar. Cuál sería la sorpresa del maestresala al probar ese vino.
Versículo 9: "Cuando el encargado del banquete probó el agua ya hecha vino, y no sabía de dónde venía (aunque los sirvientes que habían sacado el agua, sí lo sabían), llamó al novio".
Es que el encargado del banquete nunca en su vida había probado un vino de tanta calidad. Sin duda que en su experiencia en las fiestas de la zona había probado una gran variedad; unos mejores que otros; pero éste era insuperable.
Creo que esta es la lección espiritual para nosotros, que el Señor Jesús quiere darnos lo mejor. Él quiere cambiar nuestra vida, que empezando como tinajas vacías, han de contenerlo expresando su gloria.
Quizás el lector de estas páginas ha probado de los, por llamarlos de alguna manera simbólica, "buenos vinos de la vida". Pero no hay comparación con el conocimiento de la persona del Señor Jesucristo.
Por eso el apóstol Pablo dice en (Fil 3:7-8): "Pero las cosas que para mí eran ganancia, las he considerado pérdida a causa de Cristo. Y aún más: Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi Señor. Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura, a fin de ganar a Cristo".
A mí me llama la atención el hecho de que hay varias clases de personas en la fiesta. Primero, estaban los que sabían que había un problema que era la falta de vino. Y por supuesto María, Jesús de Nazaret y los sirvientes lo sabían.
Segundo, estaban los que tendrían que saber que había un problema y no lo sabían. Y aquí ponemos al esposo y al maestresala o mayordomo de la fiesta. Tercero, estaban los sirvientes que sabían algo de lo que estaba pasando.
Tenían un conocimiento parcial, incompleto. Sabían que Jesús de Nazaret les había dicho que echaran agua en las tinajas y ellos lo habían hecho. A veces pienso que en la iglesia del Señor en la Tierra en el día de hoy pasa algo así.
Estamos todos aquellos que no sabemos lo que está pasando a nuestro alrededor, quizás por falta de interés. Después de todo, estamos tan ocupados con tantas cosas importantes que apenas reparamos en las cosas de Dios.
En cuarto lugar tenemos a los discípulos. Ellos lo sabían todo desde el principio. Ellos habían oído la conversación de Jesucristo con su madre. Desde que habían estado con el Mesías lo habían escuchado hablar y él enseñaba como ninguno antes lo había hecho. Pero nunca lo habían visto hacer un milagro.
Miremos ahora nuevamente a María. Ella era la persona que sabía que cuando había un problema se lo debían llevar a Jesucristo. En las palabras del apóstol Pedro en su primera epístola (1 P 5:7): "Echad sobre él toda vuestra ansiedad, porque él tiene cuidado de vosotros".
(Jn 2:10): "Todo hombre sirve primero el buen vino; y cuando ya han tomado bastante, entonces saca el inferior. Pero tú has guardado el buen vino hasta ahora".
Yo considero que los invitados tomaron tres clases de vino: En primer lugar el buen vino, después el vino inferior, y luego el vino absolutamente superior. Para mí estas palabras son muy preciosas: Pero tú has guardado el buen vino hasta ahora.
El mundo tiene la tendencia a dar primero a los jóvenes las cosas que parecen buenas y al pasar de los años las cosas que no son tan buenas. El Señor Jesús opera de una manera absolutamente distinta. Cada vez da las mejores cosas.
En las palabras de la reina de Saba en (1 R 10:6): "Entonces dijo al rey: ¡Era verdad lo que había oído en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría! Yo no creía las palabras hasta que vine, y mis ojos lo han visto. Y he aquí que no se me había contado ni la mitad. En sabiduría y en bienes tú superas la fama que yo había oído".
Estudiemos el milagro en relación con las bodas.
1) La transformación de agua en vino.
2) Observemos la calidad del producto. No es un vino barato o regular sino de excelente calidad, lo cual significa un vino con tiempo de preparación. ¿Cómo es posible hacer en pocos minutos un vino que hasta parece añejo? Aquel para quien mil años es como un día, no tiene problema alguno.
3) La creación química de átomos de carbono empezando sólo con hidrógeno y oxígeno. Sabemos que una molécula de agua tiene dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. En el vino se tiene dos átomos de carbón, uno de oxígeno y seis de hidrógeno. Hasta ahora no hay una manera sencilla de transformar hidrógeno en carbono.
Nos preguntamos: ¿qué hubiera pasado si el Señor Jesús no hubiera hecho el milagro?.
Creo que en primer lugar, lo obvio es que los visitantes a las bodas no hubieran podido beber el líquido que les era necesario. Quizás muchos habrían vuelto a sus casas, algunos a largas distancias, acordándose por el resto de sus vidas del fracaso de la fiesta.
El tomar agua que muchas veces podía estar contaminada era un peligro para la salud. En segundo lugar, si la gente que concurrió a la fiesta se hubiera quedado sin nada para beber, creo que habría representado un juicio sobre la falta de responsabilidad del desposado y su obligación de proveer lo suficiente para la fiesta.
En tercer lugar, el encargado del banquete habría quedado en evidencia pues no había previsto la cantidad de invitados y sus necesidades.
Pero el énfasis de este milagro lo notamos en las palabras del versículo 11: "Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él".
Cuando la fiesta ha concluido y el Señor con los discípulos vuelve a Capernaum, un cambio se ha operado en ellos. El Señor manifestó su gloria y los discípulos tienen una fe más profunda en su Maestro.
Es que ellos que seguían a Jesús de Nazaret lo hacían por fe, pues todavía no le habían visto hacer un milagro. Sin duda que se han de haber sorprendido cuando el famoso predicador Juan el Bautista pasó cerca y dijo: "¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!" (Jn 1:29).
Nos volvemos a preguntar: ¿Cuáles son las enseñanzas de este milagro?
En primer lugar, vemos a Jesús de Nazaret como el Creador, al hacer un compuesto orgánico partiendo de elementos inorgánicos. Él convierte o transforma algo de relativamente poco valor en algo de mucho valor: el "buen vino".
Espiritualmente hablando, él quiere hacer el milagro de transformar a un pecador en camino a la condenación eterna en un heredero de las glorias del cielo.
En varios milagros que Jesús de Nazaret hizo hubo creación de materia. Por ejemplo, en los milagros de sanidad como en el caso del paralítico hubo creación de músculos, huesos y tendones.
En la multiplicación de los panes y los peces creó materia, pero a diferencia del milagro en Caná de Galilea, era del mismo tipo, con diferencia en cuanto a la cantidad.
Aquí vemos al Hijo de Dios como el solucionador de todos los problemas. Soluciona el problema en las bodas de Caná; resuelve la dificulta en la casa de Pedro con su suegra que estaba enferma, y anula la tragedia en la casa de María y Marta con la resurrección de Lázaro.
Pero volvamos al milagro. El contenido total de los cántaros sería de unos 500 litros de agua, es decir una media tonelada que hay que llevar de un lado al otro. No sabemos cuántos sirvientes había.
Si eran cuatro, cada uno tendría que transportar unos 125 kilogramos. Queremos enfatizar que todo trabajo en la obra del Señor es de importancia y que no hay trabajos menores. Por eso la Escritura nos dice en (1 Co 15:58): "...vuestro arduo trabajo en el Señor no es en vano". Compárese con (Mt 10:41-42).
Termina la historia diciendo en el versículo 12: "Después de esto, él descendió a Capernaum con su madre, sus hermanos y sus discípulos; y se quedaron allí no muchos días".
Muy pronto iban a regresar a la actividad pública, pero ese pequeño descanso les permite a los discípulos meditar en lo que vieron. "Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él" (Jn 2:11).
El Señor Jesús como el proveedor de todas nuestras necesidades.
La divinidad de Jesucristo demostrada en la transformación de materia.
Los que no saben lo que está pasando.
Jesucristo manifestando su gloria.
Del libro Un Médico Examina los Milagros de Jesús. Autor: Dr. Roberto Estévez. Publicado por la Casa Bautista de Publicaciones – Editorial Mundo Hispano
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