El Corán niega que Jesús fuera crucificado por los romanos, en base al pobre argumento de que a la gente “le pareció que había ocurrido así”.
La religión islámica enseña que Jesucristo no fue crucificado sino que fue exaltado al cielo. Existen varias versiones de esta teoría. Una de ellas afirma que el alma de Jesús abandonó su cuerpo antes de la flagelación. En el Corán, en relación al pueblo hebreo, puede leerse: “(…) Dios ha sellado sus corazones por haber negado la verdad (…) y por alardear diciendo: ‘¡Ciertamente hemos matado al Ungido Jesús, hijo de María, [que decía ser] el enviado de Dios!’ Sin embargo, no le mataron ni le crucificaron, sino que les pareció [que había ocurrido] así; y, en verdad, quienes discrepan acerca de esto están ciertamente confusos, carecen de [verdadero] conocimiento de ello y siguen meras conjeturas. Pues, con toda certeza, no le mataron: sino al contrario, Dios lo exaltó hacia Sí.”[1]
No obstante, en las notas al pie de esta misma página, el comentarista musulmán, Muhámmad Asad, escribe: “el Qur’an niega categóricamente la historia de la crucifixión de Jesús. Existen, entre los musulmanes, un gran número de leyendas fantásticas que cuentan como, en el último momento, Dios reemplazó a Jesús por otro hombre muy parecido a él (según algunos relatos, este hombre fue Judas), que fue crucificado en su lugar. Sin embargo, ninguna de estas leyendas recibe el menor apoyo del Qur’an o de las Tradiciones auténticas, y las historias que los comentaristas clásicos presentan a este respecto deben ser rechazadas sin miramientos, ya que son únicamente intentos confusos de “conciliar” la declaración coránica de que Jesús no fue crucificado con la descripción que los Evangelios dan de su crucifixión.”[2] Por tanto, el Corán niega que Jesús fuera crucificado por los romanos, en base al pobre argumento de que a la gente “le pareció que había ocurrido así”.
El principal problema de la teoría musulmana es que el Corán se escribió en el siglo VII d.C., es decir, unos 600 años después de que ocurrieran los acontecimientos históricos que pretende explicar. Sin embargo, los relatos acerca de la crucifixión de Jesús del Nuevo Testamento se redactaron durante los tres primeros años posteriores a la crucifixión. En 1 Corintios 15:3-8, texto del apóstol Pablo escrito probablemente durante esos tres años y que constituye el credo de la iglesia cristiana original, puede leerse: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.” ¿Qué relato tiene más credibilidad? ¿Un texto escrito 600 años después e influido probablemente por escritos gnósticos apócrifos o el relato bíblico que fue prácticamente coetáneo y confirmado por testigos presenciales? No hay razón para creer que las afirmaciones de Mahoma en el Corán tengan más rigor histórico que las del apóstol Pablo en el Nuevo Testamento. Por lo tanto, la teoría musulmana carece de fundamento.
A veces se dice que el Evangelio de Bernabé, un texto apócrifo escrito a principios del siglo XVII d.C. por alguna pluma islámica conocedora del cristianismo, corrobora lo que afirma el Corán, en el sentido de que Jesús no fue crucificado. Sin embargo, estamos ante la misma dificultad anterior o peor aún. Si entre el Corán y la redacción de los evangelios hay 600 años de diferencia, entre éstos y el Evangelio de Bernabé habría unos 1600 años, por lo que no hay motivos para aceptar seriamente sus afirmaciones legendarias, ni concederle mayor credibilidad que a los 27 libros del Nuevo Testamento, escritos todos en el siglo I d.C., sin contar con la multitud de los escritos de los padres de la iglesia y otras fuentes no cristianas de la época, como Flavio Josefo.
Después de analizar todas estas teorías contrarias a la resurrección de Jesús y contrastarlas con lo que dice la Biblia, nos parece que la única explicación posible y la más lógica es que realmente el Maestro se levantó de la tumba porque era el Hijo de Dios. Si esto no hubiera sido así, actualmente no existiría el cristianismo.
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