Dios está caminando en medio de los sanitarios que se enfrentan a situaciones imponderables que desbordan todas las posibilidades humanas.
“Los que ahora tratamos como héroes y heroínas son los mismos que nos avisaron de que los recortes matan. Salieron a la calle durante años, pero no solo para avisarnos, sino para detener la catástrofe que era desmontar la sanidad pública…. (recortes en sanidad desde el año 2008) … ese desastre recayó sobre los profesionales que hoy llamamos héroes… Ellas y ellos son los únicos que pueden salvarnos en tiempos de crisis. Los han precarizado y los hemos menospreciado…. Cuando superemos esta pandemia tenemos que salir a dar la cara por la sanidad pública y pedir responsabilidades a aquellos que quisieron convertir la sanidad en su negocio”.
Este texto forma parte de un video que recibí hace unos días de mi cuñada Concha, enfermera en el Hospital Clínico de Valencia. Profesional desde hace décadas, entregada a su trabajo y arriesgando la vida dando lo mejor de si misma en la lucha contra el dolor, la enfermedad y la muerte.
Un día cualquiera. Son las 8 de la mañana. Cualquier ciudadano que se acerque a uno de los numerosos hospitales de nuestra geografía tendrá problemas para aparcar. El espacio está ocupado por los vehículos de una muchedumbre de profesionales, mujeres y hombres: médicos, enfermeros, auxiliares, celadores, personal de limpieza, etc. que ya están preparados en sus lugares para atender a la población en todas sus necesidades sanitarias.
Nadie los entrenó para esta guerra. Pero tienen que enfrentarla. No contemplan este drama por la televisión mientras comen o cenan, como la mayoría de nosotros. Luchan sin descanso en el campo de batalla. Cada día miran la cara del dolor en personas que no solo mueren, sino que son arrancadas de la vida por la violencia de la pandemia. Pero lo más difícil no es solo eso. Lo que de verdad les golpea es combatir sin los medios adecuados para vencer, por la falta de previsión de unos gobernantes que prefirieron defender entre las masas sus ideas antes que hacerse cargo del bienestar y la salud de las personas. El problema es que desde arriba, desde lejos y desde el poder sólo se contempla la realidad para perpetuarse en los privilegios que se ostentan, practicando la política de redes clientelares, estómagos agradecidos y voluntades compradas. Solo desde abajo, desde cerca y desde dentro se procesa de otro modo la realidad porque se está en la verdad de las cosas a través de la experiencia. Desde ahí y solo desde ahí se comparte de veras el sufrimiento, la soledad, la incertidumbre, la enfermedad y la muerte. Desde ese lugar trabajan todos los días aquellos a los que hemos dado en llamar héroes.
Los sanitarios no son héroes. A los héroes de ficción las balas les silban por encima de la cabeza, las flechas no les tocan y sobreviven a todos los villanos. Los profesionales de la salud, en cambio, luchan, enferman, son heridos, caen y mueren por estar a la altura de su vocación de servicio a favor de las personas que los necesitan. Ellos también son de carne y hueso, frágiles y vulnerables como todos los seres humanos. Son mujeres y hombres con familias, amigos, anhelos y sueños como todo el mundo, pero ahora se encuentran en una situación de profunda vulnerabilidad por causa de su trabajo.
La historia juzgará en su momento a los gobernantes del mundo. Pero, sobre todo, será Dios quien juzgue desde la luz de su palabra los pensamientos, las intenciones, las actitudes y los comportamientos perversos de los dirigentes de las naciones porque, como dice la Escritura:
“… La palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”. (Hebreos 4:12-13).
Toda esa inmensa nube de sanitarios entregando sus vidas por los demás, siempre cerca de los que sufren, oyendo su clamor y compartiendo sus lágrimas, recuerda de un modo muy preclaro el ejemplo de Jesús. Él jamás procesó el poder como dominio sobre los demás, sino como servicio desinteresado a favor de los más débiles. El es la imagen del Dios invisible porque nos muestra quién es Dios y cómo es Dios a partir de un modo de vivir absolutamente fuera de lo programado por los hombres. Dios no se encuentra entre los beatos, ni entre los poderosos de este mundo que se cubren de religiosidad piadosa como si fuera una crema para la piel que maquilla la injusticia, la indiferencia y la hipocresía.
Dios se hace presente y en silencio en el campo de batalla del dolor y de la enfermedad; está allí, caminando en medio de los sanitarios que se enfrentan a situaciones imponderables que desbordan todas las posibilidades humanas, cargando con su impotencia y renovando sus fuerzas cuando ya no pueden más. Al verdadero Dios se le puede sentir en los gestos, las palabras, la cercanía, la complicidad, la profesionalidad de mujeres y hombres que comparten el miedo, las cargas y la incertidumbre de muchos enfermos, al precio de arriesgar sus propias vidas. Lo que hacen y cómo lo hacen es también una forma de curar las llagas del dolor. Porque, aunque a algunos les resulte difícil de aceptar, Dios a menudo actúa y llega hasta nosotros a través de causas segundas, que en este caso son la inmensa nube de profesionales de la salud con todo su quehacer.
Nuestros aplausos dados cada día a los ocho de la tarde no se resumen en palmadas al aire. La fuerza que golpeaba nuestras manos estaba dirigida a ti que eres mi familia, mi hermano o mi hermana, mi amigo o mi amiga, mi vecino o mi vecina y que estás trabajando bajo presión para salvar vidas. A ti que tienes cara y ojos y te encuentras cansado y abatido, pero sigues en el camino. Este pequeño homenaje es un sencilla muestra de afecto y reconocimiento para acercarnos a disfrutar contigo de esas pequeñas victorias diarias en forma de enfermos que salen de la UCI o de personas que son dadas de alta para regresar a sus casas, hasta que lleguemos a la victoria final. Pero, mientras ese momento llega, aquí están las palabras de aliento más necesarias:
“No temas, porque yo estoy contigo. No desmayes, porque yo soy tu Dios, que te esfuerzo. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. (Isaías 41:10).
P.D. Nuestro reconocimiento se hace extensivo a las cuerpos y fuerzas de seguridad del estado; dependientes, cuidadores de ancianos y personas con dependencia; transportistas, empresas de servicios y muchos más que siguen en la brecha a día de hoy.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o