Sólo el realismo nos permite seguir creciendo.
León Tolstoi escribió estas palabras en su recomendable obra “El reino de Dios está en vosotros”:
“Ni el chorro más gran de agua puede añadir una sola gota a un vaso que ya está lleno; a una persona de pocas luces se le pueden enseñar las cosas más complejas si aún no tiene una idea preconcebida sobre ellas; sin embargo, resulta imposible enseñar a una persona inteligente las cosas más sencillas si está convencida de que conoce a la perfección aquello que le están intentando transmitir”1.
¿Sabemos, sin que nos quepa “una gota más”, lo que significa “Apacentad la iglesia de Dios que está entre nosotros? ¿Lo sabemos los pastores? ¿Saben las iglesias cómo tratar a sus pastores? Veámoslo contestando a estas sencillas preguntas:
1. Que aprenda a vivir en comunidad desde abajo, desde cerca y desde dentro.
Mr. 3:13-14 – “Después subió al monte y llamó a si a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él y para enviarlos a predicar”.
Los doce que Jesús elige representan de un modo visible algo que está comenzando a resurgir: La revitalización y reunión de Israel para formar la comunidad escatológica de salvación. Por tanto, el Señor no escoge “Una comunidad de líderes” sino, sencillamente, una comunidad. Porque no se trataba de aprender a dirigir, ni a buscar el primado, ni a ambicionar el protagonismo, ni a postularse para ser los más grandes. Nada de eso.
Jesús enseñó a los doce no cómo convertirse en prestigiosos dirigentes, sino cómo pasar de ser un grupo atomizado por aspiraciones inconfesadas de grandeza y poder, a una comunidad fraterna en la que no hubiera rastro alguno de primeros. Sólo cuando fueron capaces de comprender y encarnar la eclesiología de la comunión desde el modelo de Jesús de Nazaret, comenzaron a estar preparados para servir en lugares de responsabilidad. Pero no antes. Esos discípulos, sin la escuela de formación comunitaria que vivieron con Jesús se hubieran convertido en un peligro público para las comunidades del NT. ¿Qué quiere esto decir?
Cuando un pastor llega a una iglesia no lo hace desde el mundo de las estrellas ante el aplauso de los miembros de la iglesia como si fuera una especie de “satélite independiente” que viene a actuar desde arriba y desde lejos,ni ha de tener ninguna prisa en significarse como “líder”. Todo lo contrario, es necesario que aprenda a pertenecer a una comunidad que, con todos sus defectos y virtudes, posee su propio ADN (Código Genético) propio y diferencial porque allí se encuentra la presencia y la obra del Espíritu y, por tanto, existe en ella un dinamismo interno en forma de personas, dones, capacidades y servicios que interactúan y conforman su realidad existencial.
El apóstol Pedro, que fue quien más cuestionó el paradigma subversivo de Jesús, escribiendo la primera de sus cartas dijo algo que llegó a formar parte de su propia experiencia con mucho dolor:
“Apacentad la grey del Señor… no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos (modelo) de la grey” (1 Ped. 5:2-3)
El pastor no puede ser “ejemplo y modelo” desde arriba y desde lejos, sólo puede serlo desde abajo, desde cerca y desde dentro. Es decir, aprendiendo a vivir en comunidad. Porque en la medida que el pastor aprende a ser parte de la vida de la iglesia, aprende a ser pastor de la iglesia.
2. Que encarne el nuevo paradigma de Jesús: El servicio de “toalla y palangana”. Jn. 13:1-8, 12-16.
¿Qué es esto de nuevo paradigma? Un modo de entender y vivir el reino de Dios en comunidad tan provocativo, tan alternativo y subversivo, que rompe con todos los modelos conocidos porque pertenece a la esfera de la Nueva Humanidad.
El tema del cap. 13 no es la humildad, tema importante donde los haya. Pero existe demasiada “artillería teológica” en este relato para que el asunto se agote sólo en eso. Jesús se levantó de la cena, se quitó su manto, tomó una toalla, se la ciñó, puso agua en un lebrillo (palangana) y comenzó a lavar los pies a los discípulos y a enjugarlos con una toalla. Pero, al llegar a Pedro todo se interrumpe: “No me lavarás los pies jamás”. El apóstol procesa lo que allí está sucediendo con una extraordinaria lucidez. Para el apóstol autoridad y señorío se visibilizan en un código de actuación: arriba y poder. Eso es lo que tiene que ser. Así funcionan todos los modelos conocidos en este mundo. Y los que se aprovechan de ellos tienen cara y ojos: Herodes, Pilato, los fariseos, saduceos y escribas y el propio Imperio Romano. Todo servicio ejercido en este mundo por los que están arriba se encuentra condicionado por la lógica de “Los créditos y los débitos”, porque se trata de una relación contractual en la que, aquellos que ostentan el poder persiguen sola y exclusivamente obtener más poder, más prestigio, más preeminencia, más notoriedad, más reconocimiento.
Estos son los modelos sociales que forman parte del imaginario del apóstol Pedro. Por eso no le cuadra que Jesús, el Señor y Maestro señale un contra modelo tan subversivo y revolucionario. Lo que en realidad hace Jesús en este episodio es enseñar que el verdadero poder se encuentra en el servicio entendido como autodonación a fondo perdido. Porque el servicio impulsado desde el marco ético del amor, del que hablará Jesús inmediatamente (Jn. 13:33) es el único contrapoder que nos saca de nosotros mismos y nos envía a los demás para construir la comunidad del reino.
La palabra moviliza. El ejemplo arrasa. No existe más reivindicación pastoral que esa porque nos lleva a entender y vivir lo que significa apacentar la grey de Dios que está entre nosotros.
1ª Tes. 5:12 – “Requerimos de vosotros hermanos que apreciéis a los que trabajan entre vosotros y os presiden y amonestan y que los tengáis en sobreabundante estima amorosa a causa de su obra”.
¿Cuál es la obra de los pastores?
“Trabajar”. El término se podría traducir así: “Tarea hecha hasta el cansancio con lágrimas”.
“Presidir”. En Rom 12:8 se usa este mismo término con el sentido de “preocuparse por”, “ofrecer auxilio o ayuda”, “ocuparse en”.
“Amonestar”. Poner sentido en la mente de las personas. Hacer entender.
Nadie que no sea pastor sabe lo difícil que resulta hacer esto bien. La tarea del pastor sólo se puede defender y acreditar con el ejemplo de un servicio perseverante y eficaz en estas cosas, porque sabe que la voluntad de Dios no le llevará nunca donde su gracia no le pueda sostener. Si la iglesia aprecia, estima y ama a su pastor con hechos y palabras, haciéndose cargo de la enorme complejidad de su tarea, le está poniendo “alas” a la gestión pastoral. Un pastor que se sabe y se siente amado mejora sus prestaciones, optimiza sus recursos y experimenta en la práctica que su trabajo merece la pena. Es el amor y la estima de la iglesia lo que nos hace mejores pastores y no nosotros mismos.
Si, además de todo esto, el pastor entiende y practica su papel como miembro de la iglesia y se entrega a un servicio de “toalla y palangana”, la suma de todos esos compromisos dinamiza los recursos humanos y contribuye a liberar todo el potencial espiritual que la iglesia lleva dentro construyendo “La paz social” (vs. 13 - “Y la paz reine en vosotros”). Sólo desde la “paz social” la iglesia se convierte en la práctica en una comunidad pastoral sanadora, donde todos se preocupan por todo lo que les sucede a todos y se crean los espacios para que reinen el bien, el gozo y la acción de gracias porque no se apaga al Espíritu. Está dicho en las palabras del apóstol:
Vs. 14 –19 “… Que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. Seguid siempre lo bueno unos para con otros y para con todos…Estad siempre gozosos.. Dad gracias en todo… No apaguéis al Espíritu”.
Es mucho más fácil pensar en las cosas que pensarnos a nosotros mismos. Pero, cuando lo hacemos, nos sumergimos en la verdad de la realidad y mejoramos nuestra dosis de comprensión y discernimiento.
Una sencilla pregunta para finalizar: ¿Cómo serían la iglesia y el pastor de nuestros sueños? ¿Cómo serían la iglesia y el pastor de nuestros sueños si esa iglesia y ese pastor fueran como nosotros somos? Sólo el realismo nos permite seguir creciendo.
Iglesias: Reconoced, estimad y amad a vuestros pastores.
Pastores: Apacentad el rebaño de Dios que está entre vosotros.
Notas
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