Puede soplar sobre mi el viento más extremo, pero el Dios de mi vida será para mi lo que yo necesite.
“El viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.
Quiere llevarme: escucha
cómo recorre el mundo
para llevarme lejos.”
Pablo Neruda
Vivo en una preciosa ciudad donde una de las marcas más distintivas es un viento que parece que nunca cesa, y lo cierto es que por alguna razón, llevo mucho tiempo pensando en el viento, en el viento que sopla en la vida, en el viento de mi Dios, en el viento que me envuelve, en el viento cuando se agita con demasiada fuerza, o en ese viento que acaricia el rostro y el alma en forma de una suave y cálida brisa… Y pensando y pensando, hoy me vienen al recuerdo aquellos tiempos en los que aun no tenía a mis propios hijos; fue entonces cuando mi vena y estudios en la docencia, me hicieron pasar por distintos grupos de edades de niños; pero cuando eran los chiquitos... Por unas cuantas veces me vi a mi misma, frente a un nutrido grupo de niños con caritas expectantes y sus ojos clavados en mi, hablándoles y enseñándoles de todo…. Incluso… Contándoles un cuento para luego aplicar
¿Queréis ser mis alumnos infantiles por un ratito? ¡Dejad que os traiga un precioso cuento sobre el viento!
“¡Socorro! Que me lleva el viento…”
“Inés es una niña de unos seis años, a la que le encanta jugar con sus amigos en el parque todas las tardes.
Hoy le ha dicho su madre que no podrán bajar porque en las noticias han avisado que están en alerta naranja por el viento que se espera y han aconsejado que no salgan de sus hogares para evitar caídas o golpes de cosas que puedan desprenderse por la fuerza del viento.
Inés se enfada mucho, muchísimo. Cree que es una tontería que por algo tan simple como el viento pueda quedarse sin jugar en el parque como lo hace siempre.
La niña insiste e insiste, pero de nada le vale porque la decisión de su madre es firme y ni siquiera funciona su cara de pena, que utiliza siempre que puede para salirse con la suya.
-Mamaaaa, ¿por qué no podemos salir? Podemos irnos un ratito y si empieza a soplar el viento fuerte nos volvemos a casa. – le insiste Inés.
-¿Cómo tengo que decírtelo? No se puede, es muy peligroso y además hace mucho frio. Dudo que alguno de tus amigos vaya al parque.
-Anda, por favor… – suplica Inés – sólo un ratito.
– Mira, podemos hacer una cosa – dice su madre intentando convencer a su hija. .- podemos sacar un juego o tus colores y pintar o jugar en el suelo, o bien ver tu película favorita. Si luego vemos que no hace tanto aire como han dicho, podemos bajar un ratito.
– Vale, vemos mi película. Pero en cuanto termine, si no pasa nada ni sopla el aire, nos vamos. –dice la niña convencida.
A Inés le ha parecido una buena idea y corre a su habitación a por su película favorita “Mary Poppins”, le encanta ver a la niñera volar con su paraguas y piensa que no hay día mejor que ese para verla.
Le da el Dvd a su madre y al ver el que ha elegido, sonríe por la ocurrencia de su hija. Las dos se sientan en el sofá y se envuelven en su manta, a pesar de que todavía no sopla el aire con fuerza, hace mucho frio tanto fuera como dentro de la casa. Pone el termostato de la calefacción a los grados suficientes para que se caliente un poquito la casa y se disponen a ver la película.
Con el calorcito que le da la manta y lo calentita que está por la calefacción y por estar acurrucada con su madre, Inés se queda dormida al poco de comenzar la película.
De repente, se da cuenta de que hace frio, mucho frio y que va vestida como la protagonista de su película, sólo que su paraguas no lleva un pájaro como el de Mary. Lleva la cabecita de su querida Hello Kitty, pero aún así no le impide que, con una fuerte ráfaga de aire golpeándola se le levanten los pies del suelo y comience a volar. Inés se asusta, piensa que jamás volverá a pisar el suelo y mucho menos, llegar a su casa. Piensa que ha sido una tontería salir a la calle a pesar de las advertencias de su madre y comienza a llorar, al mismo tiempo que su cuerpo se eleva más y más hacia el cielo
-¡¡Socorrooo!! ¡¡Auxiliooo!! ¡¡Que alguien me baje de aquí!! – grita la pequeña sin parar.
– ¿Es que no me veis? ¡Aquí arriba, estoy volando! – insiste desesperada, sin que nadie pueda oírla.
Poco a poco se va calmando, sabe que llorar no le va a servir de nada y que ahora mismo, con la altura que está tomando, sería peligroso soltarse del paraguas. Así es que decide dejarse llevar y al momento comienza incluso a disfrutar de las vistas que tiene desde su posición.
Ve como las casas de sus amigos se ven más y más pequeñas, los parques completamente vacíos, tal y como le había dicho su madre y papeleras y demás objetos rodando y dando vueltas como locos por el viento que, de repente se ha levantado. También, desde donde esta, se une al vuelo de una bandada de gorriones que huyen del fuerte viento, buscando un lugar donde guarecerse de tan mal tiempo.
Cada vez su vuelo toma más altura y pronto ve que su ciudad va quedando atrás. Preocupada y emocionada al mismo tiempo, mira con curiosidad todo lo que hay a su alrededor y observa que pequeñito se ve todo, a medida que su paraguas le eleva aún más y más rápido y alto.
Casi sin darse cuenta, ve como a su paso surgen monumentos que ha visto sólo en los libros que le han enseñado su madre y su maestra. La Cibeles, La Sagrada Familia e incluso la Torre Eiffel se ven pasar pequeñitas, como si fueran las maquetas que construye su padre junto a ella.
A punto esta de ver de cerca el Big Ben, cuando oye una voz llamándola cariñosamente.
-Inés, despierta. Si quieres, aún podemos ir al parque creo que lo peor ha pasado.
Es su madre, enseguida reconoce su voz, pero ¿cómo va a volver si está volando? Es prácticamente imposible y la pequeña Inés, comienza a desesperarse de nuevo.
Y nuevamente, vuelve a oír la voz de su madre y, como por arte de magia, el aire se detiene y vuelve a estar en el sofá, junto a su madre. La pequeña, no cabe en sí de alegría y abraza a su madre con tanta fuerza que casi la deja sin respiración.
Todo había sido un sueño, jamás se había movido del sofá; pero ha sido tan real que sabe que nunca podrá olvidarlo. Por una vez, Inés se había convertido en su personaje favorito y había surcado el cielo con su paraguas de Hello Kitty.
Mientras su madre le prepara la merienda para bajar al parque, Inés le cuenta con pelos y señales todo lo que en su sueño ocurría y todo lo que veía mientras el viento la llevaba de un lado a otro. Eso sí, nunca jamás volverá a pedirle a su madre salir cuando haga viento. ¿Y si la próxima vez sale volando de verdad? Como sueño, no está nada mal, pero mejor que en su casa no se está en ningún sitio, ni siquiera convertida en tu personaje preferido, piensa Inés”
¡Me fascina este cuento infantil! Y podríamos extraer unas cuantas lecciones de el; Me encantan los niños, me encantan los sueños, me encantaría poder volar y vivir ese sueño entre angustioso y fantástico….. Pero volvamos al viento, en ocasiones en alerta naranja o roja, y en ocasiones cuando es tan suave y dulce que acaricia todo el ser.
Permitidme recoger algunas textos importantes de viento en la Biblia…
Éxodo 14:21-22…
“Extendió Moisés su mano sobre el mar; y el SEÑOR, por medio de un fuerte viento solano que sopló toda la noche, hizo que el mar retrocediera; y cambió el mar en tierra seca, y fueron divididas las aguas. Y los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, y las aguas les eran como un muro a su derecha y a su izquierda.
Salmos 78:26...
“Hizo soplar en el cielo el viento solano, y con su poder dirigió el viento del sur...”
Amós 4:13...
“Pues he aquí el que forma los montes, crea el viento y declara al hombre cuáles son sus pensamientos, el que del alba hace tinieblas y camina sobre las alturas de la tierra: el SEÑOR, Dios de los ejércitos, es su nombre.”
Génesis 8:1….
“Y se acordó Dios de Noé y de todas las bestias y de todo el ganado que estaban con él en el arca; y Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y decrecieron las aguas.”
Éxodo 10:13-14…
“Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y el SEÑOR hizo soplar un viento del oriente sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana, el viento del oriente trajo las langostas. Y subieron las langostas sobre toda la tierra de Egipto y se asentaron en todo el territorio de Egipto; y eran muy numerosas. Nunca había habido tantas langostas como entonces, ni las habría después.
Jonás 1:4…
“Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, se alzó una furiosa tormenta en el mar y la nave estaba a punto de naufragar”
Acabamos de ver, tan sólo una pequeña muestra de textos que hablan de viento, incluso escenas de viento en las Escrituras, podríamos tomar muchísimos más…. Ir a la mítica cueva de Elías y el viento allí en distintas maneras; pero hay un texto extremadamente importantes para mi en este tema…
Isaías 32: 2
“Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa.”
Cada vez que mi Señor trae a mi mente y a mi corazón este bellísimo texto de su Palabra, mi alma se llena de la gratitud más profunda y de la seguridad y confianza más plena. Puede soplar sobre mi el viento más extremo de igual modo que otro tipo de cosas muy fuertes como acabamos de ver; pero el Dios de mi vida será para mi… Escondedero… Refugio… Sombra… Y todo lo que yo necesite ¡es mi Señor!
Desconozco frente a que tipo de viento te encuentras tú en estos momentos, un viento físico cara al mar, un viento muy doloroso dentro de ti, o si estás soñando con el viento igual que Inés…
En este momento y en esta mañana sobre mi precioso y bravo mar, creo que siento una mezcla extraña de todo tipo de vientos, pero tomo mi paraguas de Mary Poppins. ¡Incluso el de Hello Kitty! Y sobrevuelo todo lo que haya que sobrevolar, sin miedo y disfrutando de mi vuelo; porque en medio de cada circunstancia de mi vida, sea como sea…
¡El viento sobre mi vida lo controla mi Señor, el creador y el precioso sustentador de mi existir!
Os dejo con una preciosa canción de Miel San Marcos, “Viento recio” y aquí ya entramos en un bellísimo tema … Pero es que yo…. Quiero volar, sobrevolar mecida en su precioso viento, también en su “Viento recio”
¡¡Mi amor en Cristo junto a mil bendiciones!!
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