Si las causas de esta subida, que ya afecta a millones de personas en zonas cercanas al mar, tienen algo que ver con nuestro estilo de vida, debemos reflexionar seriamente sobre lo que la palabra de Dios nos dice acerca de nuestro estilo de vida tan consumista e insostenible.
¿Tienes una casa en la albufera de Valencia, en el Mar Menor, en Doñana, o en cualquier lugar del litoral mediterráneo o playa de la Costa del Sol? ¿Te gusta el arroz de Valencia, o observar pájaros en lugares protegidos, como los humedales actuales de la costa española? ¿Sueles pasar los veranos en las playas de la costa mediterránea?
Según recoge National Geographic recientemente, un nuevo estudio realizado por investigadores de la organización Climate Central y publicado recientemente en la revista especializada Nature Communications informa que ‘en España, más de 200.000 personas estarán a mitad de siglo expuestas a los estragos provocados por el crecimiento del nivel de mar. Los científicos estiman que la población afectada podría ascender a 340.000 personas a finales de siglo, cuando, según sus cálculos, el nivel del mar podría ascender entre 0,5 y 2 metros’ (1).
Hace años me encontré en el delta del Ebro con unos ingleses aficionados a los pájaros, que venían a hacer turismo a la zona para observar a los pájaros en las zonas protegidas del delta. Hay una gran cantidad de extranjeros que viene a España para disfrutar de nuestros parajes naturales. Dentro de 50 años los humedales estarán más adentro, los actuales habiendo sido engullidos por el imparable ascenso del nivel del mar.
Volvemos a una costa parecida al de los tiempos romanos. Entonces no había delta. Amposta era un puerto romano activo, y las olas llegaban a los acantilados Valencianos donde ahora discurre, kilómetros adentro rodeado de naranjos, la autopista A-7. Los naranjos ahora crecen en una plataforma litoral que ha ido, como el mismo delta (y el del Tordera en la Costa Brava), creciendo. Cómo es posible, si el nivel del mar ha ido subiendo desde la última época glacial, hace 10000 años, que la costa del mediterráneo ha ganado tierra al mar. Pues la sedimentación en la costa, como resultado de lo que los ríos, sin presas actuales que la paraban (actualmente el delta se está erosionando y reduciéndose por ello y por la subida del mar), llevaba millones de toneladas de tierra erosionada del interior de la península a la costa, donde era removida y depositada, generalmente hacia el sur por las corrientes marinas del litoral mediterráneo, en las playas y delante de los anteriores acantilados costeros. Y esto producido por la tala de los árboles autóctonos que protegían el suelo, para crear grandes zonas de cultivo. Si vas por la AP-7, verás estos acantilados abandonados, y hacia el mar esta gran llanura costera. Pues los naranjos, y las zonas de producción agrícola de Murcia y Almería, están muchos de ello bajo plástico para maximizar la producción con varias cosechas de tomates, lechugas, frutas y otros productos.
Otras zona que será inundada es la del Mar Menor. El posible colapso ecológico (2), por la cantidad de deshechos orgánicos y alteración humana será algo del pasado, como serán las miles de casas a nivel del mar. Otra zona en peligro es Doñana, y su parque nacional, como también La Albuferra de Valencia.
El hombre se adapta a los cambios a través de la historia, pero esto cambios recientes en el nivel del mar, las temperaturas del mar y de la atmósfera, son tan rápidas que sin duda tendrán repercusiones grandes en las vidas de los actuales adultos, sus hijos y sus nietos.
El artículo del National Geographic continúa: “Incluso en el mejor de los escenarios posibles, las poblaciones que habitan en zonas costeras sufrirán en primera línea los efectos del cambio climático. A partir de 2050, según el estudio, se inundarán zonas costeras en las que hoy habitan unos 300 millones de personas, casi tres veces más de lo que se había estimado hasta la fecha con otros modelos de predicción habituales”.
Ya estamos acostumbrados a noticias alarmantes relacionadas con los cambios. Nos hemos hecho casi inmunes a ellas, porque no parece que van con nosotros. Pero hay un incremento en lo que los psicólogos llaman el ‘estrés ambiental’, producido por estas noticias.
¿Cansados de ver estas noticias? ¿Pues la única forma de actuar es tomar conciencia y ser responsables con la información que recibimos, no solo las noticias alarmantes, sino sobre las causas, el origen de estos problemas.
Pensamos que son los científicos que son los que han descubierto el origen de los problemas ambientales. Ellos los describen, y predicen sus efectos, pero las causas son más profundas. La Biblia nos enseña que el hombre está de espaldas a su Creador, y como consecuencia actúa por intereses individuales, pensando en su bienestar personal a corto plazo. Al coincidir estos intereses individuales con otros con los mismos intereses, el resultado es poderes políticos y económicos que toman decisiones para el beneficio a corto plazo, sin tomar en cuenta los efectos negativos sobre el medio ambiente.
El hombre fue creado para vivir en familia, en comunidad, y con un propósito de cuidar algo que no es suyo, que no le pertenece. Se le encomendó el trabajo de mayordomo, de ‘jardinero fiel’, pero al desobedecer al mandato y las recomendaciones para una vida equilibrada y sostenible, (Genesis 1 y 2), los desequilibrios ecológicos y demográficos comenzaron y se multiplicaron.
Los escritos de la Biblia en los libros de Levítico y Deuteronomio del Antiguo Testamento nos describen cómo el pueblo de Israel debía dar testimonio a todas las naciones del Creador, y huir del culto a dioses hechos de materia creada, pero el pueblo escogido le dio la espalda como pueblo, a pesar de las advertencias en Su palabra, y el modelo sostenible socioeconómico que Dios les dio (el jubileo y las leyes sobre el uso de la tierra). Al poner su fe lateralmente en los imperios vecinos de Mesopotamia y Asiria, o Egipto, y no poner su fe verticalmente en el Dios invisible pero creador y sustentador, que ‘trae la lluvia’ (3), los desequilibrios sociales, políticos, económicos y ambientales se sucedían.
En cuanto al nivel del mar, las referencias a las olas y las tormentas en el Antiguo Testamento se refieren muchas veces a naciones invasoras, pero en el Nuevo Testamento Jesús habla de los últimos tiempos acerca de realidades físicas cuando se refiere a los últimos tiempos, y que son avisos:
‘Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones estarán angustiadas y perplejas por el bramido y la agitación del mar. Se desmayarán de terror los hombres, temerosos por lo que va a sucederle al mundo, porque los cuerpos celestes serán sacudidos’. Lucas 21: 25 y 26.
Ya hay perplejidad en algunos lugares ahora por la subida del nivel del mar, aunque la mayoría de nosotros no le damos importancia, ya que no vivimos cerca de las costas. Pero si las causas de esta subida, que ya afecta a millones de personas en zonas cercanas al mar, especialmente en países con menos recursos, como Bangladesh y las islas del océano pacífico, tienen algo que ver con nuestro estilo de vida, debemos reflexionar seriamente sobre lo que la palabra de Dios nos dice acerca de nuestro estilo de vida tan consumista e insostenible.
Un argumento común que un gran número de cristianos usan para negar que debemos tomar medidas para cambiar nuestro estilo de vida y reducir nuestro consumismo es el texto en 2 Pedro 3:1-14, donde parece que Pedro está diciendo que la tierra va a ser destruida por Dios. ¿Para qué cuidar la creación de Dios si Él la va a destruir y crear ‘un cielo nuevo y una tierra nueva’? Esta interpretación proviene mayormente del siglo XIX, con la revolución industrial, y con los escritos dispensacionalistas del clérigo irlandés y el gran evangelista John Darby, uno de los fundadores del movimiento de las Asambleas de Hermanos, y dados a conocer en la Biblia Schofield y en Estados Unidos, teniendo una gran influencia en los círculos religiosos de ese país. Anteriormente en la historia del cristianismo este texto no se interpretaba de esa forma. Hay diferentes interpretaciones, (ver capítulo 5 del libro de David Bookless, publicado por Andamio, Sabios con el Planeta (4). Ver también lo que escribe Robert S. White, y Jonathan Moo) (5).
Sea como sea lo que significa este texto, no cuadra esta actitud hacia la actual destrucción de los ecosistemas de la tierra, que no es nuestra, con toda las enseñanzas y el ejemplo de Jesús acerca de cómo vivir la vida. Hemos recibido el mandato de regentarla, de cuidar el jardín. Jesús pide a sus seguidores a buscar el reino de Dios, o el reinado de Dios, como prioridad – ‘Buscad primero el reino de Dios y Su justicia, y las demás cosas os serán añadidas’(6), y la enseñanzas sobre nuestros tesoros (7). Una vida de servicio a los demás, vidas sencillas como el maestro, en comunidad, en entrega, en obediencia al Rey, y no conformándose a este siglo o mundo (Romanos 12:2):
‘No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta’.
Notas
2. Deuteronómio 11:14
3. https://www.publicacionesandamio.com/products-page/andamio/sabios-con-el-planeta/
4. https://www.publicacionesandamio.com/products-page/andamio/sabios-con-el-planeta/
5. ‘Creation in Crisis: Christian Perspectives on Sustainability, Ed. Robert S. White, (SPCK 2009): a) cap. 7, Robert S. White, ‘Natural Disasters and acts of God’, p 120, y Jonathan Moo, en ‘A biblical vision of the earth’s future’, cap 16, pp. 261-269.
6. Mateo 6: 33 y 34.
7. Mateo 6:19-24.
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