Dios lidera a su pueblo no solo desde un alto y sublime trono, sino cerca, allí, ante ellos, caminando solo unos pasos por delante para mostrarles la senda a seguir.
Un gran desafío para quien quiere liderar es seguir el modelo vivido y enseñado por Cristo. Como ya hemos visto anteriormente, Jesús tiene un concepto de liderazgo diferente del nuestro, pero esa divergencia va más allá del concepto, es decir, su forma de liderar; también va por otro camino muy distinto del que solemos recorrer. Veamos lo que nos dice Juan:
De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños […] Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. (Juan 10:1-5 y 11-15).
Aprendemos con Cristo lo que es realmente ejercer el liderazgo. Él nos muestra que es mucho más que ocupar un lugar destacado entre las personas. Es servirlas, entregando por ellas, si es necesario, hasta la propia vida.
Es maravilloso leer en el texto bíblico citado que Jesús nos conoce por nuestro nombre y nos llama así. Esta es la empatía del liderazgo de Cristo hacia sus ovejas. Nosotros, como líderes, debemos buscar esa misma empatía con las personas que el Señor coloca bajo nuestra responsabilidad.
Según la lectura del texto, vamos a encontrar al buen pastor yendo delante de sus ovejas. Ese es otro papel fundamental del liderazgo cristiano: conducir a personas mostrándoles el camino y no solo diciéndoles por dónde andar. Muchos líderes se equivocan cuando buscan una preparación especial, llena de contenido y técnicas innovadoras para conducir a sus rebaños, pero normalmente no consiguen grandes resultados porque son solamente excelentes «señaladores» de dirección mientras dejan que las ovejas del rebaño intenten recorrer el camino propuesto por sí mismas.
Dios siempre fue por delante de nosotros. Fue Él quien tuvo la iniciativa de crearnos. Cuando el pueblo de Israel estaba saliendo de la esclavitud de Egipto, la nube de humo y la columna de fuego iban delante de ellos. En la cruz, Cristo llevó sobre sí en primer lugar todos nuestros pecados para darnos así la salvación. Primero nos perdonó nuestros pecados para que nosotros también perdonásemos a los que nos ofenden. Estas son apenas algunas de las situaciones en las que podemos ver cómo Dios lidera a su pueblo no solo desde un alto y sublime trono, sino cerca, allí, ante ellos, caminando solo unos pasos por delante para mostrarles la senda a seguir, a fin de que no se pierdan en esta andadura.
Así debe ser nuestro liderazgo. No debemos ocupar solo una posición de destaque, sino que debemos usarla para ser una luz que ilumine el caminar. Tenemos la responsabilidad de mostrar, con la práctica, lo que es vivir con Dios y tener una vida de santidad en su presencia.
El liderazgo es entonces la tarea de señalar la dirección a ser seguida y debe ser desarrollada siguiendo el ejemplo de Cristo yendo al frente del rebaño.
Como siempre, queremos recordar que lo que presentamos es un modelo de grupos de hogar. No es el único, y quizá tampoco sea el idóneo para todas las iglesias en cualquier situación. Sin embargo, es un modelo aplicado por muchas comunidades en todo el mundo con unos resultados excelentes.
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