El plan de Dios para el creyente no es que viva aislado rehuyendo los conflictos, sino que trabaje su carácter con la ayuda del Espíritu Santo para ser una persona cada vez más sociable.
Continuamos con el ciclo de vida del grupo. En el artículo anterior analizábamos la primera etapa, que era el descubrimiento. Ahora vamos a ver la segunda etapa:
Etapa 2. Conflictos
No te desesperes. Tal vez estés pensando: «Acabo de vencer varios conflictos, ¿y ahora voy a entrar en otra etapa con el mismo problema?». Es eso, más o menos, pero ahora vas a tener que trabajar con algunos problemas que han persistido desde la primera etapa.
La duración de esta segunda etapa oscila alrededor de los dos meses y tu objetivo es: establecer la identidad del grupo. Como ya ha pasado el tiempo de conocerse, las personas ahora se sienten más cómodas, con más confianza y tienden a querer imponer sus ideas sobre qué y cómo deben hacerse las cosas en las reuniones del grupo (y en otros aspectos también).
Al aumentar la confianza entre las personas, comienzan a surgir roces e incluso discusiones. Pero es muy importante entender que las verdaderas relaciones no son las superficiales. Es cierto que en las relaciones superficiales hay menos discusiones y roces, pero tampoco son las que realmente nos importan, ¿verdad?
No somos perfectos y, además, somos diferentes. La suma de esas dos verdades hace que en ocasiones las relaciones sean como dos trenes que van por una misma vía pero en direcciones opuestas. El choque puede ser tremendo.
En esta etapa, el líder va a tener que ejercer como pastor de forma muy intensa. Es importante que los participantes entiendan que el fruto del Espíritu en nuestras vidas debe manifestar aspectos tales como el amor, la paz, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la mansedumbre y el dominio propio. Junto con el gozo y la paz, completan el carácter cristiano, pero observemos que esa lista implica, sobre todo, atributos de carácter que tienen mucho que ver con las relaciones con los demás.
Hay cristianos que viven de manera aislada porque alguien les hizo daño en el pasado o porque tienen dificultades para relacionarse con determinadas personas (o con todas en general).
Pero el plan de Dios para el creyente no es que viva aislado rehuyendo los conflictos, sino que trabaje su carácter con la ayuda del Espíritu Santo para ser una persona cada vez más sociable, que construye relaciones firmes y que siempre busca lo mejor para los demás.
Es evidente que existen las afinidades y que dentro del grupo habrá personas que estarán más a gusto con unos que con otros. Ese no es el problema. Como diría Tim Keller: «Si amas de verdad a alguien, pronto te caerá bien».
Muchas personas tienen problemas en sus relaciones de grupo con los otros creyentes y/o con los no creyentes por cuestiones como estas:
• En cuanto a los creyentes, esperamos más y perdonamos menos.
• En cuanto a los no creyentes, sus diferencias de pensamiento (y de forma de vivir) chocan con las nuestras y eso nos desagrada.
En ambos casos, el amor es la clave. Cuando hay amor cristiano, dejamos de ver a las personas como problemas o como diferentes (porque, evidentemente, cuando hay una diferencia, siempre pensamos que el equivocado es el otro). Y pasamos a verlas como objetos del amor de Dios y a nosotros como siervos colocados en sus vidas para un propósito divino.
Debemos evitar los conflictos, pero no huir de ellos. En la medida de lo posible, lo ideal es que los valores del amor, la paciencia y la mansedumbre prevengan el surgimiento de los conflictos. Pero si estos han llegado, no podemos pasarlos por alto o esconderlos debajo de la alfombra. Con los mismos principios del fruto del Espíritu Santo, deberemos gestionarlos para el crecimiento de las personas y del grupo.
Consejo importante: Este momento es importante para que el líder comience a afirmar el propósito para que el grupo existe: Cuidar unos de los otros y cumplir la misión: evangelización y multiplicación.
Como siempre, queremos recordar que lo que presentamos es un modelo de grupos de hogar. No es el único, y quizá tampoco sea el idóneo para todas las iglesias en cualquier situación. Sin embargo, es un modelo aplicado por muchas comunidades en todo el mundo con unos resultados excelentes.
Estas informaciones así como materiales de apoyo y otras herramientas, están disponibles en www.diakonos.es. Para más información, pueden entrar en contacto con [email protected].)
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