¿Cómo distinguir entre las teologías del alemán y el suizo?
Existen grandes similitudes entre Lutero y Zwinglio.
Ambos reformadores defendieron el gran principio protestante de Sola Scriptura y por lo tanto, se apartaron de varias enseñanzas romanas extra bíblicas (la idea de que hay siete sacramentos, la convicción de que los clérigos no pueden casarse, la doctrina de la transubstanciación, etc.)
Pero, ¿cómo diferenciar entre los dos hombres? ¿Cómo podemos distinguir entre las teologías del alemán y el suizo?
Hoy os compartiré diez breves respuestas.
1.- La adoración
Donde Lutero abrazó el principio normativo de la adoración; Zwinglio optó por el principio regulativo. ¿Qué quiere decir?
El principio normativo excluye de la congregación aquellas cosas que están expresamente prohibidas por las Escrituras; mientras que el principio regulativo solamente acepta aquello que está explícitamente ordenado en la Palabra.
Por ejemplo, ¿qué pasa con los órganos? Una catedral luterana, en base al principio normativo, ve bien la presencia de los órganos en la iglesia; pero las iglesias reformadas dicen todo lo contrario.
A efectos prácticos, pues, los templos luteranos emiten una sensación más romana y tradicional que las congregaciones reformadas.
En este sentido, Zwinglio era más iconoclasta y radical que Lutero.
2.- Doctrina versus ética
Fundamentalmente, Lutero –a diferencia de Zwinglio- estaba preocupado por la renovación doctrinal dentro de la Iglesia Romana.
Quiso fomentar una reforma teológica y redescubrir la potencia del evangelio apostólico que proclamaba la suficiencia de Cristo para justificar al pecador por la sola fe.
El interés de Zwinglio, como buen humanista al estilo de Erasmo, se centró en la ética. Soñaba con una iglesia fiel a los principios de discipulado y de moralidad de Cristo.
Para él, la Reforma trató principalmente de vidas cambiadas y no tanto de precisión teológica.
Por consiguiente, la teología de Lutero hizo hincapié en Cristo el Redentor y Salvador mientras que Zwinglio aludió a Cristo principalmente como el Ejemplo a seguir y el Maestro moral.
Lutero leyó la Biblia a la luz de las promesas de Dios; y Zwinglio a la luz de los mandatos.
3.- Hoc Est Corpus Meum
¿Cómo interpretar las palabras “Esto es mi cuerpo”?
En la famosa Disputa de Marburgo (1529), convocada por el destacado protestante Felipe I de Hesse, Lutero y Zwinglio no consiguieron ponerse de acuerdo en cuanto a cómo interpretar las palabras sacramentales de Cristo, “Hoc est corpus meum”.
Lutero estaba convencido de que las palabras de Cristo se tenían que interpretar literalmente, dando a entender estaba presente –de manera física- en los elementos del pan y del vino.
En otras palabras, Lutero creyó en la llamada presencia real de Cristo en la Cena.
Zwinglio, por su parte, interpretó las palabras de Cristo simbólicamente enseñando que el verbo “es” quiere decir que el pan y el vino “simbolizan” el pan y la sangre de Cristo.
Zwinglio no creyó en ningún tipo de presencia real. Para él, la eucaristía es una celebración puramente conmemorativa.
4.- La Transubstanciación
Es cierto que tanto Lutero como Zwinglio rechazaron la doctrina romana de la Transubstanciación. Pero la rechazaron por razones distintas.
El alemán se opuso a la Transubstanciación porque estaba basada en la filosofía de Aristóteles. Según la teología del Vaticano, el pan y el vino se convierten literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo.
Permanecen los ‘accidentes’ de los elementos pero en realidad su ‘sustancia’ es otra.
Lutero sí creyó en la presencia real del Salvador; pero no por su base en el aristotelismo sino por la omnipresencia de la naturaleza corporal del Señor (una doctrina luterana conocida como la ubicuidad de Cristo).
Esto quiere decir que el pan sigue siendo pan y el vino sigue siendo vino, pero que juntamente con el pan y el vino, el creyente recibe el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Cristo.
Algunos han tachado esta perspectiva de Consubstanciación.
Zwinglio, sin embargo, negó por completo cualquier idea de la presencia real y creyó que Cristo está ausente en la Cena porque está, actualmente, sentado a la diestra del Padre.
No puede estar en dos lugares diferentes a la vez porque tiene un cuerpo glorificado.
5.- El término ‘misa’
Lutero, como conservador, no tenía ningún problema con el uso del vocablo ‘misa’ en los cultos cristianos. Simplemente quería enseñar bien a los feligreses en cuanto al verdadero significado de la ‘misa’.
Mantendría las formas tradicionales con un contenido distinto explicando que la Cena del Señor no es un sacrificio.
Pero Zwinglio, más radical, quiso deshacerse de la terminología tradicional utilizando términos menos romanos tales como la Cena del Señor o el partimiento del pan y del vino.
6.- ¿Cuántas veces hay que celebrar la Cena?
Se puede apreciar otra diferencia tocante a los enfoques distintos de Lutero y Zwinglio sobre la Cena del Señor.
Lutero quería mantener la costumbre tradicional de celebrar la Cena (o la ‘misa’) todos los domingos. Y abogaba por una renovación en la predicación dominical dentro del contexto de la eucaristía.
En la mentalidad de Lutero, la Palabra y el sacramento andan juntos.
No obstante, Zwinglio defendió la idea de que la Palabra tenía que ejercer dominio sobre cualquier ordenanza y consiguientemente, quiso conceder la supremacía a la Palabra predicada en la congregación.
Esta convicción condujo al suizo a celebrar la Cena solamente tres o cuatro veces al año.
Lutero veía la Palabra y la Cena como los dos ingredientes esenciales de una celebración dominical, iguales en importancia. Pero para Zwinglio, la predicación fue exaltada a expensas de la Cena.
7.- La relación entre la Palabra y los sacramentos
Las diferentes teologías de Lutero y Zwinglio con respecto a la Cena del Señor se pueden comprender contra el telón de fondo de su entendimiento en cuanto a la relación que hay entre la Palabra y los sacramentos.
Según la cosmovisión tradicional de Lutero, es imposible separar la Palabra de Dios y el Espíritu Santo de los sacramentos.
De acuerdo al alemán, las ordenanzas median el poder y la presencia de Cristo y son capaces de crear fe.
De hecho, cuando Lutero se sintió bajo ataque, siempre le respondía al diablo diciendo, “Baptizatus sum” (“Soy bautizado”). El alemán ubicó el origen de su salvación en las aguas del bautismo.
Sin embargo, Zwinglio pensó que la Palabra y el Espíritu no dependen de los sacramentos para obrar con poder. El suizo creyó en la soberana libertad de Dios para moverse con poder.
De ninguna manera pueden los elementos de los sacramentos (agua, pan, vino) crear fe. La única creadora de fe es la santa Palabra de Dios.
8.- El bautismo
Los dos reformadores creían en el bautismo de los infantes; pero con matices bien distintos.
Lutero, en su Catecismo mayor (1529), escribe que, “El bautismo obra perdón de los pecados, redime de la muerte y del mal y da la salvación eterna a todos lo que lo reciben y creen tal como se expresa en la Palabra y las promesa de Dios”.
A la luz de esta teología, es fácil entender la razón por la que Lutero se dirigió al diablo diciendo, “Baptizatus sum”.
Zwinglio tenía una forma de pensar muy diferente porque veía el acto de bautismo como un simple acto de incorporación visible en la comunidad de la fe. Zwinglio no creyó que el bautismo pudiera perdonar ni redimir ni otorgar salvación eterna.
9.- El monje y el humanista
Lutero y Zwinglio llegaron a la Reforma por medio de dos vías diferentes.
Aunque es verdad que ambos hombres eran estudiantes de la Biblia, Lutero era antes que nada un pecador luchando para “encontrar a un Dios misericordioso”.
De allí su entrada en el monasterio agustino. El alemán estaba principalmente preocupado por la salvación eterna de su alma y vivía en un estado constante de anfechtung (desesperación).
Esta dimensión existencial no está presente en los escritos de Zwinglio, el humanista. El suizo se enfocó más bien en cómo relacionar la fe cristiana con las tendencias intelectuales de su época, en mejorar el nivel de moralidad entre sus compatriotas y en otras preocupaciones socio-políticas.
Lutero era el hombre del monasterio; Zwinglio, el reformador de la calle.
10.- El papel de la Ley
La última divergencia entre Lutero y Zwinglio tiene que ver con una diferencia de énfasis.
Puesto que Lutero quiso acentuar la obra salvadora de Dios en Cristo por medio de su muerte expiatoria y resurrección, recalcó la liberación que experimenta el cristiano de la ley de Dios.
En realidad, la hermenéutica luterana de evangelio-ley divide toda la Biblia en dos partes: las promesas de Dios (evangelio) y sus mandatos (ley).
Al reaccionar contra el Catolicismo Romano -el cual había convertido el asunto de la salvación en una mezcla de gracias más obras- Lutero subrayó la liberación de la ley que experimenta el cristiano.
No obstante, Zwinglio resaltó más la necesidad de la ley divina en la vida cristiana para estimular la vida moral de los suizos.
No es que no creyera que el cristiano esté libre de la ley en cuanto a su justificación; simplemente optó por exaltar el papel de la ley en la santificación.
Donde Lutero habla de la liberación de la ley; Zwinglio destaca su naturaleza santificadora.
Conclusión
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