Nada podrá sustituir jamás al olor precioso de las hojas de un libro, especialmente de una Biblia.
“Una Biblia que se cae en pedazos, usualmente pertenece a una persona que no lo está.”
“Los sermones deberían estar llenos de la Biblia. Nuestras propias palabras son meras bolitas de papel comparadas con el disparo de rifle de la Palabra.”
“¿No hay Cristo en tu sermón, caballero? Entonces vete a casa y nunca prediques de nuevo hasta que tengas algo que valga la pena oír.”
Charles H. Spurgeon.
Era un domingo por la mañana, y regresábamos por primera vez a la iglesia en la que servimos al Señor junto a mi esposo, después de un tiempo de andar un poquito por diferentes lugares y recorrer un poquito el mundo. Lo cierto es que yo venía muy renovada en muchos sentidos, hacía un sol bastante inusual para mi tierra, y eso me encanta... “Me pone todas las pilas del mundo”, me apetece todo lo bueno, y estaba deseando ver a nuestros hermanos de la iglesia.
En nuestras asambleas tenemos por costumbre, y en el caso particular de nuestra iglesia, de tener el culto principal y más concurrido el domingo en la mañana… Predicación de la Palabra mientras están las diferentes escuelas dominicales, un buen tiempo de adoración libre, no organizado, y terminamos celebrando la Mesa del Señor.
En verano, igual que en todos los lados, es normal que falte bastante gente; aunque me sorprendió gratamente el poder comprobar que el templo estaba bastante lleno, y no sólo de los miembros de toda la vida, sirvo en la iglesia que me vio nacer; sino que tenemos hermanos de diferentes lugares a los que acogemos con todo el amor del mundo…. Tenemos personas de Colombia, de Cuba y de diferentes países de América Latina, una preciosa mujer de Eslovenia, entre otros. Lo cierto es que aquella mañana disfruté muchísimo de toda la reunión, de volver a abrazar a mis hermanos, de estar charlando en el atrio hasta muy tarde… Pero me ocurrió algo que no esperaba.
La noche anterior había estado preparando algo para compartir en la reunión, era una pequeña porción de la Palabra que me había estado tocando mucho el corazón en las últimas semanas, y un breve pensamiento acerca de ello.
Cualquiera que pudiera curiosear en mi escritorio, podría observar que tengo toda clase de artilugios informáticos más que necesarios. Pero nunca faltan algunos libros, unas hojas de papel, y algo que no me puede faltar, una Biblia de papel con sus tapas, sus cantos dorados…. Mi preciosa y vieja Biblia. Podéis llamarle manía, sentimentalismo, o lo que queráis; pero lo cierto es que en mi tiempo de intimidad diario con el Señor, no soy capaz de utilizar otra cosa, necesito hacerlo con mi Biblia, gastada, marcada, subrayada, llena de anotaciones … Y en la mañana del domingo tenía mi Biblia preparada para llevar al culto y compartir.
Aquel día, íbamos en la tarde a otro lugar para tener ministerio, y tenía unas cuántas cosas preparadas para llevar; y estoy tan acostumbrada a ir simplemente con mi móvil, todo está completamente informatizado, en la pantallas las alabanzas, los textos bíblicos y demás, que se me quedó la Biblia en casa.
Cuando llegué al templo, me di cuenta de lo que me había sucedido, entonces comencé a mirar por las casillas, que aun existen para las Biblias, y fui mirando por nombre, no fuera que le quitara la Biblia a alguien muy habitual. Miré y remiré, hasta que encontré la Biblia de un hermano muy amado, últimamente no está muy bien de salud y pensé que aunque viniera, no se lo iba a tomar a mal de ningún modo, siempre ha sido un precioso hombre de Dios.
Después de saludar y de cantar algo al principio de la reunión, abrí la Biblia del hermano, y mis ojos se llenaron de lágrimas; en el lugar que iba a leer, se trataba del Salmo 16, la Biblia que había tomado prestada, estaba subrayada bien a gusto y en forma de onditas, del mismo modo que lo hacía mi padre. Antes de comenzar a leer y a hablar, no pude por menos que comentar esto, y me vino a la mente la primera frase de Spurgeon que os dejé al principio.
Luego vi a un querido hermano y amigo que leyó desde un buen móvil con toda la naturalidad, y por ahí cerquita vamos en edad… Manías, costumbres, sentimientos… Podéis pensar de mi lo que queráis, ¡con lo fácil que me resultaría llevar mi Ipad!, Pero yo necesitaba mi Biblia.
Esto que os puede parecer una tontería, me hizo pensar mucho, y dio vueltas en mi cabeza durante bastante tiempo. Puede que llegue un momento en el que llegue a desaparecer lo que es un libro, para mi tristeza; pero creo que nada podrá sustituir jamás al olor precioso de las hojas de un libro, especialmente de una Biblia, es algo simplemente personal.
Hace unos días, encontré algo que me encantó, y lo quisiera compartir con todos vosotros.
EL SEÑOR ES MI PASTOR, SALMO 23
Para nuestra reflexión
“El señor es mi pastor”, esto es relación.
“Nada me faltará”, esto es suministro.
“En lugares de verdes pastos me hará descansar”, esto es descanso.
“Junto a aguas de reposo me conduce”, esto es cuidado.
“Él restaura mi alma”, esto es sanidad.
“Me guía por senderos de justicia”, esto es dirección.
“Por amor de su Nombre”, esto es propósito.
“Aunque pase por el valle de sombra de muerte”, Esto es prueba.
“No temeré mal alguno”, Esto es fe.
“Porque Tú estarás conmigo”, esto es fidelidad.
“Tu vara y tu callado me infundirán aliento”, esto es esperanza.
“Tú preparas mesa delante de mi”, esto es provisión.
“En presencia de mis enemigos”, esto es protección.
“Has ungido mi cabeza con aceite”, esto es consagración.
“Mi copa está rebosando”, esto es abundancia.
“Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida”, esto es bendición.
“Y en la casa del Señor moraré”, esto es promesa.
“Por largos días”, esto es eternidad.
Tomado de la última revista Nosotras, Revista internacional de la U.D.M.E.
Una preciosa revista impresa con la que colaboro en muchas ocasiones.
Esto lo había leído la noche anterior a mi olvido del domingo, y como os podéis imaginar, lo he tenido que escribir, a golpe de leer y luego escribir aquí frase por frase. Ni mejor ni peor, simplemente me hizo mucho bien, y estaba en papel impreso.
Esto simplemente ha sido un testimonio real de mi propia vida, una sencilla reflexión; pero quisiera terminar con dos textos que leí en aquella mañana en la Biblia de un hermano muy querido, y que estaban subrayados:
“…. Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa;
Tú sustentas mi suerte.
Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,
Y es hermosa la heredad que me ha tocado.
Bendeciré a Jehová que me aconseja;
Aun en las noches me enseña mi conciencia.
A Jehová he puesto siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;
Mi carne también reposará confiadamente;……..
…. Me mostrarás la senda de la vida,
En tu presencia hay multitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre”
Salmo 16
Para cualquiera que me conozca un poquito, sabe bien que todo aquello, terminó con una preciosa canción que recoge las palabras del último texto, en estos momentos os dejo otra preciosa canción que espero que podáis disfrutar, es Ingrid Rosario cantando, En tu presencia.
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