La disputa entre Lutero y Eck resumida en cinco argumentos.
Hace 500 años el campeón de la Reforma protestante Martín Lutero se encontraba en la ciudad alemana de Leipzig discutiendo públicamente con el profesor católico Johann Eck.
Irónicamente, a nivel teológico la desconocida Disputa de Leipzig (1519) era mucho más importante que la publicación de las famosas Noventa y Cinco Tesis (1517).
¿Por qué?
Contesto utilizando la analogía de un árbol. En las Tesis contra las indulgencias Lutero estaba simplemente cortando algunas ramas sueltas; pero en Leipzig Lutero fue a la verdadera raíz de su desacuerdo con el romanismo, esto es, el poder papal.
El Lutero de las Tesis seguía siendo profundamente papista; el Lutero de dos años más tarde no tanto. El debate en Leipzig, pues, fue más radical que la publicación de las Tesis.
Podemos resumir el debate en torno al poder papal y la superioridad de la Iglesia de Roma en los siguientes cinco argumentos de Eck.
Argumento 1: El Papa es la Cabeza de la Iglesia
Como buen romano, Eck arrancó la Disputa defendiendo la autoridad del Papa sobre la cristiandad destacando que el pontífice de Roma es la cabeza de la Iglesia universal.
Lutero, sin embargo, respondió diciendo que, “La Cabeza de la Iglesia militante es Jesucristo mismo y no un hombre. Defiendo esto por el propio testimonio de Dios. ‘Cristo’, dice la Escritura, ‘debe reinar hasta que haya puesto a sus enemigos bajo sus pies’.
“Entonces no escuchemos a los que confinan a Cristo a la Iglesia triunfante en el cielo. Su reino es un reino de fe. No vemos a nuestra cabeza y sin embargo la tenemos”.
Argumento 2: La autoridad de los Padres de la Iglesia
Donde Lutero citó las Escrituras, Eck recurrió a la autoridad de los escritos patrísticos resaltando que Cipriano había explicado que la unidad del sacerdocio se remonta a Roma y que Jerónimo declaró que, “si una autoridad extraordinaria y universal no se le concede al Papa, habría en la Iglesia tantos cismas como pontífices”.
Pero Lutero observó sagazmente cómo la Iglesia en Roma en realidad remonta su origen a la Iglesia en Jerusalén, la verdadera madre y nodriza de todas las iglesias de Cristo alrededor del mundo.
Y en cuanto a la cita de Jerónimo, Lutero recalcó que la primacía fue dada al Papa por derecho humano, no divino y que la Iglesia Ortodoxa no reconoce la supremacía romana.
“Concedido, es decir, que si todos los demás creyentes están de acuerdo que esta autoridad se le otorgue al primer pontífice por derecho humano.
“No niego que si todos los files del mundo se uniesen en reconocer como primero y soberano pontífice, al obispo de Roma, o al de París, o al de Magdeburgo, entonces el elegido debería ser considerado como tal, pero nunca ha sido así ni se verá eso. En nuestros días, ¿no es cierto que la Iglesia Griega se niega a someterse a Roma?”
Argumento 3: Mateo 16:18
Sorprendido, Eck decidió citar el verso bíblico más conocido con respecto al supuesto poder papal: Mateo 16:18. Además de citar el texto, el católico subrayó que Agustín había enseñado que la roca de la Iglesia era Pedro.
Lutero, un monje agustiniano, no iba a dejarse engañar tan fácilmente comentado que, “Agustín ha dicho muy a menudo que por esta roca debe entenderse a Cristo y apenas en un caso dijo que a Pedro mismo”.
Y el siguiente paso tomado por Lutero en la Disputa fue trascendental en el desarrollo de su teología a partir de Leipzig. El alemán evocó el principio de Sola Scriptura.
“Pero aún concediendo que Agustín y todos los Padres dijesen que el apóstol es la piedra aludida por Cristo, sencillamente les opondré la autoridad de las Santas Escrituras, que dicen que no es de derecho divino, porque está escrito que no puede ponerse otro fundamento que el que ha sido puesto, Jesucristo”.
Metodológicamente hablando, Lutero concedió más importancia a las Escrituras que a las interpretaciones patrísticas de las mismas.
Argumento 4: ¡Eres un orgulloso!
Al no conseguir vencer a Lutero por medio de citas patrísticas y citas textuales de las Escrituras, Eck recurrió a un ataque ad hominem acusando a su interlocutor de ser orgulloso por haberse opuesto a tantos Padres, pontífices, concilios, doctores y universidades.
No obstante, Lutero negó que los Padres estuviesen en contra de su doctrina revelando que tanto Ambrosio como Agustín creían que la verdadera roca de la Iglesia universal es el Señor Jesucristo.
Argumento 5: ¡Eres un bohemio, un husita!
El último argumento de Eck fue otro ataque ad hominem. Esta vez el papista acusó a Lutero de ser un bohemio, o sea, un seguidor del reformador checo Juan Hus. Un siglo antes, Hus había puesto en tela de juicio la primacía papal y como consecuencia, fue quemado vivo por las autoridades católicas.
Lutero respondió elogiando los escritos de Hus, “Entre los artículos sostenidos por Juan Hus y los bohemios, algunos son altamente cristianos. No se puede negar esto. Como por ejemplo: que hay una sola Iglesia universal; o este otro, que no es necesario para la salvación que creamos que la Iglesia romana es superior a las demás iglesias.
“Sea Wycliffe o Hus quien lo dijo, no importa… esa afirmación es cierta”.
Según el historiador protestante d’Aubigné, esta respuesta de Lutero causó un revuelo. El duque Jorge de Sajonia gritó, “¡Este hombre está loco!”
En palabras de d’Aubigné, “La gente apenas podía creer lo que sus oídos escucharon cuando los aborrecidos nombres de Wycliffe y Hus fueron introducidos en la discusión de una forma tan elogiosa por un monje ante una asamblea católica”.
El reformador alemán no permitió que el murmullo le distrajera. Siguió diciendo que un “inmenso número de doctores griegos han sido salvos y no creían que la Iglesia de Roma fuese superior a otras iglesias.
“Los pontífices de Roma no tienen autoridad para hacer nuevos artículos de fe. La Santa Escritura es la única autoridad para los cristianos fieles. Es el único derecho divino”.
CONCLUSIÓN
Leipzig marcó un antes y un después en la carrera de Lutero.
A partir del 1519, el monje se aferraría celosamente al principio protestante de Sola Scriptura. En palabras del historiador César Vidal, “El teólogo y pastor estaba dando los pasos necesarios para convertirse en un reformador”.
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