La segunda parte de una serie sobre el libro ‘Sólo un Jesús marica puede salvarnos’.
Hoy nos toca la segunda crítica al libro ‘Sólo un Jesús marica puede salvarnos’ del escritor homosexual Carlos Osma.
La semana pasada arrancamos con una breve introducción al libro y hoy estaremos estudiando los capítulos 1-11 (redactados entre el 2007 y el 2010).
Una vez más, la meta de esta serie es ayudar a los creyentes, los estudiantes de teología y los pastores a responder ante los argumentos de Osma para el bienestar del protestantismo español. ¡Qué la iglesia del Señor salga edificada y fortalecida!
Mi modus operandi será el siguiente: en vez de evaluar los once capítulos sistemáticamente, criticaré los grandes temas recurrentes que sobresalen en esta primera parte del libro. Emplearé la misma metodología en los próximos tres artículos también.
Ahora, vamos a ver los siete grandes temas de esta primera sección del libro e iremos en orden alfabético: acusaciones, Dios, errores bíblicos, heteronormatividad, humanismo/ victimismo, Jesús y subjetivismo.
CRÍTICA A LOS CAPÍTULOS 1-11
1.- Osma y las acusaciones
“La liberación… no crea de por sí una espiritualidad positiva si el rencor se mantiene” (capítulo 9).
Interesantemente, Osma explica que la actividad más destructiva para cualquier espiritualidad homosexual es el rencor (9); no obstante, todo su libro está repleto de acusaciones agresivas e intransigentes (como algunos comentarios subidos por usuarios anónimos a esta página web también).
Su ira se dirige principalmente hacia los evangélicos porque creen que la actividad homosexual es pecaminosa.
En vez de elogiar a los protestantes por ser fieles a lo que dice la Palabra de su amoroso Dios, Osma piensa que son “sepulcros blanqueados”. Según él, no entran en el reino de Dios ni dejamos “entrar a quiénes quieren hacerlo” (6).
Se creen dioses “disfrazando sus morales conservadoras tras supuestos mandatos divinos” (3); son ninivitas viviendo sin el conocimiento verdadero de Dios (4); judíos legalistas preservando “las estructuras opresivas patriarcales” (11); expertos en dividir el trigo de la cizaña (1); su fe evangélica tiene muy poco que ver con Jesús (6); y como si fuera poco, han derramado la sangre de sus ‘hermanos’ LGTBIQ (10).
En su cólera, nuestro autor llega a nombrar a la Alianza Evangélica y a FEREDE como entidades que “no tienen ni remota idea de la vida real de todas estas personas [LGTBIQ], que ni siquiera les importan, y que únicamente quieren defender su visión patriarcal de la sociedad, su lectura fundamentalista de la Biblia, y el resto de prejuicios e ignorancias que atesoran con tanta codicia” (6).
¿Qué aconseja Osma? “Gritadles con fuerza: ¡sepulcros blanqueados!” (6).
¿Acaso no es el rencor la actividad más destructiva para la espiritualidad gay?
Algo aquí simplemente no cuadra.
2.- Osma y Dios
“Esa es la verdadera religión, la que religa al ser humano con el Dios de la libertad, del amor y la diversidad” (11).
El dios de Osma no es el Dios de las Sagradas Escrituras. Crea una nueva deidad a su imagen y semejanza, empleando lenguaje bíblico pero alterando su sentido.
Los dos verbos más relacionados con Dios en el pensamiento del español son “amar” y “liberar”. Tristemente, no tienen nada que ver con el amor y la libertad bíblicos.
La diferencia axiomática entre las Escrituras y la teología de Osma es que el amor y la libertad desarrollados en la Biblia creen en normas y santidad.
El amor bíblico, como dice Pablo, “no se goza de la injusticia” (1 Corintios 13:6). Y la libertad bíblica no fomenta libertinaje sino pasión por la santidad. No usamos la libertad como ocasión para la carne (Gálatas 5:13; 1 Pedro 2:16).
Osma cree la misma mentira sembrada por la serpiente del Edén, a saber, que si Dios de verdad nos ama, no puede imponernos normas.
Un Dios que se opone a la homosexualidad, pues, es un ser “caprichoso que juega con las personas obligándolas a cumplir leyes que les hacen sufrir” (8). Tal deidad es “ignorante y cruel” (9).
El dios fabricado por Osma juzgará al sistema de la heteronormatividad (10) por ser una “construcción humana [que] no tiene nada que ver con Dios.
Ella nos esclaviza, Dios nos libera” (7). O sea, el dios pro gay nos libera de la necesidad de ser heterosexuales. Este dios, claro está, no es el Dios del Edén.
En términos bíblicos, el dios de Osma es un ídolo. Los ídolos no aman; y tampoco conceden verdadera libertad.
3.- Osma y sus errores bíblicos
No vamos a entrar en muchos detalles en este tercer punto. Simplemente quisiera destacar para los lectores más novatos que, a diferencia de la enseñanza de Osma, el éxodo (8), la túnica de José (10), la mujer encorvada (11) y la resurrección de nuestro Señor Cristo (9) no son símbolos de la lucha pro LGTBIQ.
No pienso decir nada al respecto. Una hermenéutica ideologizada tan descarada no es digna de respuesta.
4.- Osma y la heteronormatividad
“El texto bíblico es claramente heteronormativo” (7).
La frase que más me sorprendió en los primeros once capítulos del tomo fue donde Osma, al igual que el campeón del liberalismo teológico John Shelby Spong, reconoció que la Biblia es un libro pro heterosexual.
La pregunta, entonces, sería: si la Biblia es claramente un libro heteronormativo, ¿cómo es que Osma cree que Dios apoya el movimiento LGTBIQ?
Aquí Osma va a decir más o menos lo mismo que el teólogo liberal Máximo García en su tomo ‘Redescubrir la Palabra’ (¡publicado por la casa editorial evangélica CLIE!), esto es, que la Biblia es simplemente una obra humana y que los textos que no hablan sobre el amor y la libertad no tienen nada que ver con Dios.
Esto significa que la heteronormatividad no es de Dios (11) sino una simple construcción socio-política (7). Y también quiere decir que Osma puede convertir las Escrituras en una auténtica cama de Procusto.
Aquí tenéis una sola ilustración de cómo esta filosofía funciona a nivel práctico:
En esta cita, nuestro autor está procurando explicar Levítico 20:13 desde una óptica gay. El texto se lee, “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos”.
Escribe Osma, “Una interpretación que surgiese de una experiencia homosexual no pondría la condena por encima del sufrimiento.
Más bien denunciaría la utilización del nombre de Dios por parte de la religión, para ejercer un control social a favor de los intereses de las mayorías” (7).
Esto quiere decir que la Biblia es un libro heteronormativo; pero Dios no lo es. Por lo tanto, Levítico 20:13 no es de Dios.
Los versos bíblicos que condenan la homosexualidad, según Osma, no son de Dios. ¿Cómo lo sabe? Porque Dios es, antes que nada, amor y libertad.
¿Y cómo sabe Osma que Dios es amor y libertad? Pues, no tengo ni idea. Sólo espero que no conteste diciendo, “Porque lo dice Levítico” o “Porque lo dice la Biblia”.
En el séptimo punto, propondré que la fuente de la teología de Osma es su propia subjetividad. Es decir, Osma es el verdadero dios de Osma.
Por ahora basta que nos demos cuenta de que la hermenéutica de nuestro autor determina lo que el Dios bíblico puede y no puede decirnos. Pero si el Dios de la Biblia dice una cosa y el sistema de Osma dice otra, ¿a quién hacer caso?
5.- Osma y el humanismo/ victimismo
“Se sienten… coartados en su deseo de avanzar, de desarrollarse plenamente como seres humanos, condenados en su búsqueda de la felicidad y la alegría de la vida, limitados a la hora de hacer o responder las verdaderas preguntas que se hace el ser humano” (1).
El tomo de Osma encaja perfectamente con la filosofía humanista del profesor de SEUT Juan Sánchez Núñez, el cual cree que la ética cristiana trata de alcanzar la realización personal. Uno simplemente tiene que desarrollarse plenamente como persona.
¿Y dónde queda la cruz? ¿Y el guardar los mandamientos en el temor de Dios (Eclesiastés 12:13)? ¿Y el negarnos a nosotros mismos (Mateo 16:24)? ¿Y el aborrecer nuestras vidas en este mundo (Juan 12:25)?
No hay nada en la ética de Osma que un materialista ateo no pudiese enseñarnos.
¿Qué es lo que importa para él? Autoaceptación, autorrealización, amor, diversidad, libertad personal (1, 5, 7, 8, 11). Y el reino de Dios, en términos de Osma, es meramente un mundo más justo y una vida más humana (1, 2, 8).
Todo se vuelve terrenal e intramundano. Es una esperanza humanista.
De hecho, el español llega a definir la salvación al estilo de Jon Sobrino (renombrado teólogo de la liberación), destacando que significa: vida en contra de la pobreza, dignidad en contra de desprecio, libertad en contra de la opresión, fraternidad entre todos (1).
¿Y qué pasó con el perdón de los pecados y la liberación de la ira venidera?
Ligado a este humanismo es algo que llamo ‘lagrimología’. Me explico…
Osma relata varios testimonios emocionalmente cargados para que abracemos su hermenéutica con lágrimas en los ojos. Habla de gente LGTBIQ rechazada una y otra vez, siempre con un fuerte tono de victimismo.
“¿Dónde está la fe de nuestra madre que desde hace cinco años no quiere vernos?” (6); “¿Qué destruye el orden que Dios instauró: el amor entre dos personas del mismo sexo o el trato discriminatorio que estos reciben?” (2);
“Dios está siempre al lado de la víctima, esa es la convicción profunda del cristianismo” (7), etc.
Estas frases suenan bien e incluso nos hacen llorar; pero son peligrosas porque anulan nuestras facultades críticas. Un pecador que se rebela contra la voluntad revelada de Dios no es una víctima (por más que llore y dé pena). Necesita arrepentirse urgentemente.
Los profetas, los apóstoles y el Señor Jesucristo no se dirigían a la gente como “víctimas” sino “pecadores necesitados de arrepentimiento”.
Hay que tener mucho cuidado porque existe tal cosa como una compasión satánica en las Escrituras. Jesús anunció que iba a dar su vida en Jerusalén. Pedro le dijo, “Señor, ten compasión de ti [el mensaje del humanismo]; en ninguna manera esto te acontezca”.
¿Y cómo respondió el Señor Jesús? ¿“Oh, gracias Pedro, por tu precioso don pastoral y tus palabras tan confortantes y suaves”? ¡De ninguna manera!
Respondió diciéndole a Pedro, “¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mirada en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
“Entonces Jesús dijo a los discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida [autoaceptación, autorrealización, felicidad, etc.] la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:23-25).
Cristo no se dejó seducir por la lagrimología diabólica de Pedro.
¿La ética humanista/ victimista de Osma y Sánchez? ¿O la ética cruciforme de Jesucristo? Esa es la cuestión.
6.- Osma y Jesús
“En Jesús se encuentran libertad, amor y perdón” (3).
Es cierto que los protestantes –al igual que Osma- afirmamos que Cristo ama, libera y por lo tanto, perdona; pero la diferencia reside en la definición de los verbos amar y liberar.
Como vimos en el segundo punto, el amor bíblico no se goza de la injusticia y la verdadera libertad fomenta santificación, no pecado.
Puesto que Osma promulga una cristología humanista, afirma que el Jesús de amor y de libertad relativiza la ley (5) y nos muestra a “un Dios que no era juez” (9).
¿Un Jesús que relativiza la ley? ¿Quién fue quien dijo, “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5:17)?
Si Cristo hubiese anulado la ley, no habría estado sin pecado y por lo tanto, no podría ser nuestro Salvador.
Osma justifica su planteamiento progresista apelando a la sanidad de la mujer encorvada. Jesús, según el autor, sanó a la dama porque “no interpreta [su situación] desde la ley, sino desde la mujer oprimida” (11).
Pero, ¿dónde dice la ley que no es lícito sanar a una mujer encorvada?
¿Y qué decir en cuanto a la propuesta de que Jesús revela a un Dios que no es juez?
Bueno, en un sentido Osma lleva la razón. Es cierto, por ejemplo, que la primera clausula de Juan 5:22 dice que, “Porque el Padre a nadie juzga”. Pero, ¿qué dice el verso completo? “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo”.
Dios le dio autoridad al Hijo para hacer juicio y respalda el juicio de su Hijo. Cristo explica esta realidad tres capítulos más tarde, “Si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo; sino yo y el que me envió, el Padre” (8:16).
Cristo, entonces, juzgará a los vivos y a los muertos y este derecho es algo que el Padre le ha dado.
Lo importante es reconocer que el juicio venidero sigue en pie. Y el juez supremo será el glorioso Hijo de Dios contando con el todopoderoso respaldo de Dios el Padre.
El Padre, pues, no será el juez en el sentido directo de la palabra; pero sí apoyará el juicio del Hijo. En aquel día, tanto yo como el propio Osma tendremos que rendir cuentas ante el único Soberano. Dios no será burlado.
Antes de pasar al séptimo punto, hay dos datos cristológicos más dignos de criticar. Primero, la idea de que Jesús era “amigo de gente de mala fama” (9) y segundo, la relación de Jesús con el amado discípulo Juan (7).
Con respecto a la noción de que Jesús era “amigo de gente de mala fama”, hay que tener en cuenta que Jesús comía y bebía con los pecadores con el fin de llamarlos al arrepentimiento.
Cuando se sentó en la casa de Mateo para comer con los publicanos y pecadores, dijo, “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mateo 9:13).
El sentarse con los publicanos no quiso decir que aprobase su forma de vivir. Justo anoche estuve en una cena comiendo y bebiendo con gente incrédula; no obstante, la meta de la cena fue predicarles el evangelio y llamarlos al arrepentimiento. Comer con ellos no equivale a aprobar su estilo de vida.
En lo concerniente a la relación entre Jesús y el discípulo Juan, Osma emite algunas opiniones provocativas: “Jesús no renunció a amar a las personas de su mismo sexo e incluso que a uno de esos discípulos lo amó de una forma diferente […] Jesús no ve en la afectividad entre personas del mismo sexo ninguna amenaza. Jesús vive el amor con personas de su mismo sexo de forma abierta y desinhibida” (7).
Habría que recalcar aquí que una cosa es amar a un hombre con el amor de Dios; otra cosa es entrar en una relación homoerótica con él. Amar a Juan no es lo mismo que tener una relación homosexual con Juan.
Cristo nos llama a amar a nuestros hermanos en la fe; pero se opone a las relaciones homosexuales (Mateo 19:4-5).
El Jesús de Osma –como en el caso del dios de Osma- no es el Jesús del relato bíblico porque Cristo no relativiza la ley, no anula la doctrina del juicio de Dios, no aprobó el estilo de vida de los pecadores y no tuvo ningún tipo de relación homosexual con Juan.
Y como ya hemos visto, el amor y la libertad de Cristo son definidos en términos humanistas, no bíblicos.
7.- Osma y la subjetividad
“Mi interpretación surge de un deseo de liberación” (3).
La frase más importante de esta primera sección del libro (capítulos 1-11) es la que está arriba: “Mi interpretación surge de un deseo de liberación” (3).
Es aquí donde vemos la meta de Osma a la hora de reinterpretar las Escrituras: un deseo subjetivo de liberación. A diferencia de los teólogos de la liberación, la liberación que busca Osma tiene que ver con la sexualidad.
Dado que el punto de partida de su hermenéutica es enteramente antropocéntrico, nuestro autor –como señalé la semana pasada- no es un discípulo de Lutero y Calvino sino de Schleiermacher, Hermann y Tillich.
En palabras sencillas, Osma no es un protestante sino un adepto de la tradición liberal.
A efectos prácticos, todo lo que no encaja con la cosmovisión de Osma, fundamentada en sus deseos y experiencias, queda descartado de la Biblia.
Por esta razón dice a sus lectores, “Tenemos que repensarlo [el mensaje de la Biblia] desde nuestra propia experiencia [LGTBIQ]” (2) y “Dejaos llevar por vuestra experiencia de Dios” (6).
Los reformadores no estarían de acuerdo. Resaltarían que tenemos que interpretar nuestras experiencias a la luz de la Palabra y que nos tenemos que dejar llevar por las Escrituras.
El peligro de esta subjetividad radical se puede apreciar claramente cuando Osma explica su falta de fe en el infierno.
Escribe, “Hace años pensé que ser salvo significaba no ir al infierno. Pero pronto esta idea me resultó un poco absurda, demasiado abstracta, sin ninguna conexión con la vida real.
Definitivamente tuve que abandonarla cuando mi creencia en el infierno se fue allí, al infierno” (1).
Donde Cristo el Señor habla sobre el horno de fuego, el lloro y el crujir de dientes, Osma –con base en su propia autoridad subjetiva- dice, “No, Jesús, esta idea tuya me parece absurda, demasiado abstracta”.
El escritor se deshace de la doctrina del infierno. ¡Así de sencillo! Y por alguna extraña razón, quiere seguir siendo considerado como un cristiano.
Si un cristiano es un seguidor de Cristo, ¿es Carlos Osma un cristiano?
Y ya que Osma es su propio dios y su propio mesías, inventando sus propias normas, puede afirmar categórica y dogmáticamente que los textos bíblicos que condenan la homosexualidad, “no transmiten la voluntad de Dios” (5). ¿Y por qué no? Porque lo dice Carlos Osma.
Incluso llega a aseverar cosas tan insostenibles como, “Cuando se lucha por defender una doctrina por sí misma uno se aleja de la voluntad de Dios” (5).
¡Pero sí prácticamente todas las cartas del Nuevo Testamento fueron redactadas con el propósito de defender doctrinas!
Y de nuevo, “Cuando los cristianos convertimos el texto bíblico en un texto legal, dejamos de ser cristianos” (5). O sea, si vosotros de verdad creéis que la Biblia condena la homosexualidad, ya no sois cristianos. ¿Y por qué no? Porque lo dice Carlos Osma.
Y una última cita, “Toda aquella persona, iglesia o institución cristiana que rechaza con amor a una persona por su orientación sexual, no es cristiana. Pero tampoco lo son las que, aunque dicen que no los rechazan, no se comprometen en su defensa” (6).
Primero, observad de nuevo el lenguaje victimista (el verbo “rechazar”) y segundo, la declaración fundamentalista e intransigente de nuestro autor con respecto a esos “no cristianos”.
¿Cómo es posible que la semana pasada Osma se haya presentado a sus lectores como un hombre anti-dogmático?
En suma, podemos resumir la diferencia entre la hermenéutica protestante y la de Osma con esta pequeña frase: donde la Reforma dice ‘Sola Scriptura’; Osma proclama ‘Solus Carlus Osmus’.
Conclusión
Antes de acabar, aquí tenéis una breve recapitulación de lo que hemos estudiado hoy:
¡Seguimos la semana que viene con la tercera crítica a la hermenéutica osmaniana!
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
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Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
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Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
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