Imágenes de la diversidad anabautista mundial

El Congreso Mundial Menonita reúne a comunidades identificadas con el anabautismo. Lo integran iglesias y organismos que reivindican el movimiento de la Reforma radical, particularmente en su faceta constructora de paz y seguimiento de Cristo Jesús.

La semana pasada tuvieron lugar en Heredia, Costa Rica, reuniones de la directiva, staff, representantes regionales, comisiones y comité ejecutivo del mencionado Congreso. La composición de los equipos que se dieron cita es diversa y evidente al mirar los rostros de los presntes, al escuchar los distintos idiomas en que se expresan, cuando en las conversaciones cada quien comparte los retos de encarnar la fe cristiana en su contexto, al intercambiar perspectivas sobre los horizontes visualizados. Los rostros y voces predominantes han dejado de ser los provenientes del norte global y la mayor presencia es la que surge del sur global, sobre todo de mujeres, quienes, como sus antepasads del siglo XVI, ejercen liderazgo cotidiano y son ejemplos de perseverancia en tiempos y lugares riesgosos.

A diferencia de otras familias confesionales, el anabautismo tiene pocos documentos doctrinales que normen sus creencias y prácticas y sean de carácter obligatorio para la familia global afiliada al Congreso Mundial Menonita. Sí hay principios comunes que se consideran centrales para el movimiento, los cuales aglutinan creencias identitarias de iglesias de creyentes que en el siglo XVI hicieron frente a las iglesias territoriales defensoras de la simbiósis Estado-Iglesia, y ahora llaman a vivir cotidianamente las enseñanzas de Cristo y no meramente a sustituir una religiosisdad desencarnada por otra.

La familia anabutista/menonita global afirma siete convicciones, que son: 1) Conocemos a Dios como Padre, Hijo, y Espíritu Santo, el Creador que tiene el propósito de restaurar a la humanidad caída convocando a un pueblo y llamándolo a ser fiel en fraternidad, adoración, servicio y testimonio. 2) Jesús es el Hijo de Dios. Por medio de su vida y enseñanzas, su cruz y su resurrección, nos mostró cómo ser discípulos fieles, redimió al mundo, y ofrece vida eterna. 3) Como iglesia, somos una comunidad de aquellos a quienes el Espíritu de Dios llama a abandonar el pecado, reconocer que Jesucristo es Señor, recibir el bautismo previa confesión de fe, y seguir a Cristo en la vida. 4) Como comunidad de fe, aceptamos que la Biblia es nuestra autoridad para la fe y la vida, interpretándola juntos bajo la guía del Espíritu Santo a la luz de Jesucristo, para discernir la voluntad de Dios y obedecerla. 5) El Espíritu de Jesús nos llena de poder para confiar en Dios en todos los aspectos de la vida, de manera que lleguemos a ser hacedores de paz que renunciamos a la violencia, amamos a nuestros enemigos, procuramos justicia, y compartimos nuestras posesiones con los necesitados. 6) Nos reunimos regularmente para adorar, para celebrar la Cena del Señor, y para escuchar la Palabra de Dios, dispuestos a dar cuenta unos a otros de nuestros actos. 7) Como comunidad mundial de fe y vida trascendemos fronteras de nacionalidad, raza, clase social, género e idioma, y procuramos vivir en el mundo sin conformarnos a los poderes del mal, dando testimonio de la gracia de Dios por medio del servicio a los demás, cuidando de la creación, e invitando a toda la humanidad a conocer a Jesucristo como Salvador y Señor.

Cada una de las convicciones anteriores ha sido explicada bíblica y teológicamente por el teólogo y profesor Alfred Neufeld Friesen, del Paraguay, en el libro Lo que juntos creemos (CEMTA, Asunción, 2007). Alfred también es autor del volumen Vivir desde el futuro de Dios; introducción a la teología cristiana (Ediciones Kairós, Buenos Aires, 2006). La obra “busca proveer una síntesis de lo que últimamente se ha llamado "meta-teología, es decir, perspectivas teológicas globales que sirven para construir teologías locales”.

Tuve la oportunidad de aprender y estar en Costa Rica durante las reuniones señaladas. Fue tiempo de intenso trabajo, que me dejó poco espacio para sentarme a escribir mi colaboración semanal que hacen el favor de publicar en Protestante Digital. Debí estar en la sesión final del evento y preparar la salida hacia el aeropuerto y viajar a México en momentos que usualmente dedico a redactar mi colaboración. Ahora que estoy en casa tecleo con prisa para hacer un envío corto a la redacción del entrañable espacio que es Protestante Digital. A las líneas les acompañan imágenes que reflejan la rica diversidad de la familia anabautista global. Rostros y vidas que confluyeron en Costa Rica, quienes intentan hacerse carne y esperanza en el convulsionado mundo de la segunda década del siglo XXI.